El rechazo de la recusación del juez federal Marcelo Bailaque requerida por la querella que representa a Constantino Razzetti, el dirigente peronista asesinado por un grupo vinculado a la Triple A hace casi 50 años en Rosario, fue pedido por el fiscal Adolfo Villate, titular de la Unidad de Asistencia a las causas por violaciones a los Derechos Humanos cometidos durante el terrorismo de Estado en esta jurisdicción, mediante un escrito al que accedió este martes La Capital.
“Vengo por el presente en legal tiempo y forma a interponer recurso de casación contra el Acuerdo de la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, notificado el 14 de julio de 2023, en cuanto resolvió rechazar la recusación formulada por esta parte, en relación al juez Marcelo Martín Bailaque. Se dirige contra una sentencia equiparable a definitiva, en tanto pone fin a la discusión sobre la decisión de este MPF de recusar al juez de primera instancia, todo lo cual nos genera un perjuicio de imposible reparación ulterior”, advirtió el fiscal Villate en su recurso presentado ante la Cámara Federal de Rosario.
La recusación pedida por Carlos Razzetti, uno de los hijos de Constantino Razzetti, asesinado en la madrugada del sábado 14 de octubre de 1973 cuando llegada con su familia a su casa de San Lorenzo 2674, de Rosario, según Villate “tiene como origen una decisión del juez en insistir en el sobreseimiento de los imputados por prescripción de la acción penal, cuando quedó ampliamente demostrado que se trata de delitos de lesa humanidad y que por lo tanto el instituto de la prescripción pierde virtualidad, caracterizándose a los mismos como imprescriptibles. Con lo dicho, en este caso existe tanto una imposibilidad de distinguir entre cuestiones de hecho y derecho, pues ambas están ligadas. Por un lado, el objeto del presente incidente tiene relación con la recusación del magistrado, pero detrás de eso encontramos un sobreseimiento por prescripción de la acción penal, por no considerar en forma caprichosa y reiterante a los hechos investigados en el presente expediente, como de lesa humanidad”.
En este sentido, el querellante Carlos Razzetti declaró este martes a este diario que “es una locura que ahora digan que el juez Bailaque estuvo mal en la absolución de (Luis) Rubeo (padre) y que haya archivado la causa, que estuvo a punto de de la prescripción, cuando en realidad ya está recontra probado que lo de mi viejo fue un crimen de lesa humanidad cometido por la Triple A y, por lo tanto, es imprescriptible, cuando fue el propio Bailaque el que se llevó puesta toda la prueba”.
En esta línea, Razzetti hijo advirtió que “a esta altura no sólo Bailaque me provoca un daño penal, porque ya está totalmente probado que fue un crimen de lesa humanidad, sino también civil, porque estuve detenido, torturado y cesanteado de mi trabajo en la Municipalidad. Soy un rehén de la injusticia”.
El crimen de Constantino
El bioquímico y farmacéutico cordobés Constantino Razzetti, de 58 años entonces, era el principal dirigente del peronismo a comienzos de los 70, había participado de la Resistencia Peronista y se había reunido con el general Juan Domingo Perón durante su exilio en Puerta de Hierro. Entonces Constantino Razzetti era el vicepresidente del Banco Municipal de Rosario y, aunque no ostentaba en esa época un cargo partidario, era reconocido por la Juventud Peronista y por amplios sectores del movimiento justicialista, al extremo que aparecía como el principal candidato a sustituir al intendente municipal Rodolfo Ruggieri, un profesor vinculado al Sindicato de la Carne, que era dirigido por el extinto dirigente peronista Luis Rubeo (padre).
La noche del crimen Razzetti participó como orador de “La cena de la victoria”, organizada por las unidades básicas Coronel Cogorno -fundada llamativamente ese mismo día- y Alberdi, en el Club Sarratea, del barrio Alberdi, donde Constantino destacó “la heroica lucha de la juventud y de la Resistencia Peronista en la vuelta del general de su exilio de 18 años”, a la vez que fustigó "a los traidores de la burocracia sindical”, en una unívoca referencia a los “culatas” del Sindicato de la Carne, que lo miraban fijamente con los brazos cruzados y sin soltar un aplauso, desde una mesa del fondo. “Incluso uno de los integrantes de la patota hizo la seña de pegar con el canto de una mano en la otra, en la inconfundible seña de «bajarle la caña»”, confíó una asistente a la cena de la victoria, que fue un asado para unas 150 personas.
“Yo no sé para qué me invitan. Acá hay gente que no me gusta”, alcanzó a decirles Constantino Razzetti a su esposa y a su hijo, cuando volvió a la mesa. Antes de irse Razzetti de la cena, el exdirigente de la Resistencia Peronista Juan Luis Lucero le ofreció acompañarlo con varios compañeros y hasta le propuso llevarse un arma por precaución, pero Constantino rechazó de plano ambas ideas.
Subieron con su esposa y su hijo al Valiant 3 verde clarito, pero esperaron un buen rato a Ana Fared de Mansilla, una militante del Sindicato de la Carne que les pidió con su esposo que los acercaran a su casa del centro, en una maniobra que la querella de Carlos Razzetti atribuye a parte del plan organizado para demorarlo a su padre y emboscarlo cuando llegara a su vivienda.
Finalmente, cuando Razzetti y su familia llegaron a su casa, su esposa y su hijo bajaron y entraron, pero cuando Constantino bajó del auto fue atacado a disparos por al menos tres sicarios, que lo mataron en el acto y que también balearon a su mujer, que salió corriendo a los gritos a auxiliarlo y se salvó porque se tiró al suelo y los balazos pegaron en un árbol, según narran las crónicas de la época.
Unos 30 años más tarde, Carlos Razzetti cruzó a Luis Rubeo padre en la puerta de la sede del Club Provincial, donde salían con el exagente de inteligencia y represor de la dictadura Eduardo “Tucu” Constanzo, del bautismo de su hijo, de quien Rubeo era su padrino. “Ese día lo reputié a Rubeo y le dije que no iba a parar hasta que pagara por el crimen de mi viejo”, confió Carlos Razzetti a este diario. Y el “Tucu” Constanzo reveló en una declaración: “Le pregunté a Rubeo quién era ese y me dijo: «Es Razzetti, el hijo de un zurdo que hice bajar»”.