(San Pablo, enviado especial) Cuesta imaginarse cómo eran los fines de semana cuando corría Ayrton Senna. Porque no hay pilotos brasileño en la grilla de partida de un GP de Fórmula 1 y sin embargo la locura tuerca es total. Aderezada por la gran cantidad de argentinos que pusieron a Franco Colapinto en foco. Antes de salir a pista, ya hay locura en Interlagos.
Con sol pese a los pronósticos de lluvia (se espera algo para las 13), desde muy temprano el tránsito hacia el autódromo fue incesante y se fue taponando a medida que se acercaba al autódromo. Una fila interminable de público hacía cola desde mucho antes de las 8, que fue cuando se abrieron los portones y el acceso a las tribunas.
El hecho de que en San Pablo sea sábado y domingo días de ferias, o feriado, alivió al menos la cantidad inconmensurable de colectivos, autos y motos, que hacen un culto de cintura para esquivar espejos retrovisores, mientras se hacen el hueco y pasan a puro bocinazo.
Una locura absoluta que hace que Rosario, por ejemplo, sea un pueblo de paseo dominguero en comparación con ese caos organizado que es circular por las calles de San Pablo. Y más cuando se trasladan cien mil personas hacia el mismo lugar.
Interlagos, en medio de la urbe
A un autódromo además que está enclavado en medio de la urbe, que tiene una disposición tal que, excepto toda la recta principal que está al nivel de la calle, el resto de los 4.308 metros baja como a un pozo, lo que por supuesto facilita la insonorización. A tal menester contribuyen además las tribunas altas.
Tribunas que ya desde muy temprano empezaron a lucir mucho más completas que el viernes y se espera, como en cada competencia de cualquier parte del mundo, que el domingo sea el día top donde no entre un alfiler.
A este mundo, a este autódromo que a decir de los que recorren los otros del planeta, quedó desactualizado en cuanto a infraestructura (tomar nota los que quieren traer de nuevo la F-1 a la Argentina, de todo lo que hay que hacer), Colapinto le puso un color diferente.
Franco Colapinto, con ánimo renovado
Por supuesto, pasó un mal viernes por la pérdida de un ser querido, pero este sábado pareció renovar los ánimos ya desde que llegó pasadas las 8.30 al paddock.
Llegó en una camioneta negra con vidrios polarizados, junto a sus mánager, María Catarineu y Jamie Campbell-Walter, su hermana Martina y una custodia. Y se espera que este sábado reciba la visita de famosos que lo han apoyado en su camino a la Fórmula 1.
Mientras, el sector asignado en el paddock a Williams lució con una particularidad: los vidrios antes transparente aparecieron con una lámina para impedir la visión hacia el interior Mientras, afuera, como en ningún otro equipo, mucho público espero ver aunque sea los rulos de Colapinto.
Alex Albon pasó entre todos ellos completamente desapercibido y un periodista brasileño, que recorre el mundo de la Fórmula 1, dijo a la pasada. "Antes de Colapinto no había nadie acá".
Por supuesto, lo que haga en la pista en el sprint de las 11 y en la clasificación de las 15 marcará el norte del sábado. Mientras, todo alrededor se envolvió en pasión y expectativa alrededor de Colapinto.