Aquella ilusión de una vida cívica vibrante, sólida e inclusiva empezaba a transformarse en lo que Guillermo O’Donnell definiría como una democracia débil: un sistema donde la concentración del poder y el desgaste de las instituciones republicanas se hacían cada vez más evidentes. Ese clima nos interpelaba profundamente.
Quienes fundamos la FNGA compartíamos una convicción simple pero urgente: la democracia no se sostiene sólo con elecciones, sino con instituciones que funcionen, con una Constitución viva y con ciudadanos capaces de exigir y ejercer sus derechos. Percibíamos que vivíamos en un país trunco, donde haber recuperado la democracia no alcanzaba para garantizar nuestra viabilidad como nación que pudiera sostener el bienestar de su pueblo. La pregunta de fondo era si seríamos capaces de construir un futuro estable y previsible, con un desarrollo humano que nos permitiera integrarnos al mundo.
También advertíamos algo que con los años se volvió aún más evidente. Un país o una región sin una política exterior clara, difícilmente sabe hacia dónde va. En aquel contexto, se hacía imprescindible crear una institución que ayudara a pensar la Argentina hacia afuera, con una actitud republicana, dialoguista y basada en consensos, pero también con una brújula estratégica que orientara nuestras decisiones según la realidad del país y las oportunidades globales. En definitiva, unir el posicionamiento internacional con beneficios locales, hacer impacto en el territorio. No existía entonces una estrategia nacional que respondiera a esa necesidad. Y decidimos trabajar para construirla.
Sobre esa base, nos propusimos tres ejes que siguen siendo nuestra guía: promover la inserción internacional de nuestro país —y especialmente de nuestra región—; generar impacto local en beneficio de la comunidad; y tomar causas relevantes para promoverlas y escalarlas a través de nuestra red de networking. Ese enfoque nos permitió lograr, entre otros hitos, el hermanamiento por ley de Santa Fe con California, el estado subnacional más importante del mundo, un hecho inédito en Sudamérica. A partir de esta experiencia, hoy nos encontramos avanzando hacia una vinculación estratégica con la EFTA (Asociación de Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza), bajo un enfoque de matriz productiva verde.
En el ámbito local, construimos un “colchón democrático” tras la crisis del 2001, convocando a más de 300 líderes vecinales y organizaciones de base. Desde nuestra logística solidaria llegamos a distribuir más de 120.000 kilos de alimentos en la ciudad hasta 2009. Impulsamos iniciativas de transparencia y participación ciudadana. En cultura, fortalecimos la presencia cultural en los barrios y fuimos productores de la película homenaje a Fontanarrosa. El desafío hacia adelante es profundizar ese camino, acompañar a los artistas locales y articularlos con organismos internacionales y embajadas, a la par de seguir formando jóvenes líderes y ciudadanía activa.
Asimismo, trabajamos por causas que nos movilizan. La acción climática y la agenda ambiental nos llevó a insertarnos en los más altos niveles del sistema internacional de negociaciones climáticas. Organizamos eventos de relevancia continental, como la III Cumbre Climática de las Américas y la primera Semana del Clima de Rosario —la primera en Sudamérica—. Hoy, estamos construyendo su segunda edición para 2026, con el foco puesto en acercar la agenda ambiental a la producción.
A 35 años de aquel inicio, sentimos que hemos cumplido con el objetivo de crear una institución capaz de contribuir a la construcción de políticas de Estado y, desde la sociedad civil, colaborar en la definición del rumbo de nuestra provincia y de la región. Nada de esto hubiera sido posible sin el acompañamiento generoso de gran parte de los sectores políticos, del sector privado, de los medios de comunicación y de tantas otras organizaciones de la sociedad civil aliadas.
Hoy, lo construido nos da impulso para redoblar esfuerzos y fijar una estrategia para los próximos 35 años, con la misma convicción que nos inspiró desde el comienzo.