Mucho más allá del escenario de la guerra, Rusia debe elegir hasta qué punto apostar al suministro de gas de Europa, mientras los gobiernos se preparan para gastar a lo grande para mitigar los efectos de un suministro excepcionalmente ajustado.
Otro dilema: los primeros indicios de que el apoyo chino a la invasión rusa, que nunca fue incondicional, puede estar disminuyendo.
Un campo de batalla cambiante
La asombrosa contraofensiva ucraniana a través de Jarkov, combinada con los avances en el sur, en el área de Kherson, han presentado al Kremlin y al muy criticado Ministerio de Defensa ruso un abanico de malas opciones.
A medida que se acerca el invierno, deben elegir a qué frente dar prioridad, y si redoblar los esfuerzos para cumplir el objetivo declarado por Putin: la toma de las regiones de Donetsk y Luhansk (el Donbas). Los rusos poseen actualmente alrededor del 20% del territorio ucraniano, incluyendo Crimea y partes del sur. Pero tanto la península como buena parte del Donbas fueron capturados en 2014, y no en la fallida invasión iniciada este año.
Tomar la provincia de Donetsk es la prioridad más alta ahora para los rusos. Siete meses de guerra han mostrado las deficiencias de la logística rusa, que no será más fácil con un clima más húmedo y frío como el que se avecina.
En cuestión de días, Rusia perdió uno de los tres ejes de ataque en Donetsk; no se ha avanzado en los otros dos desde finales de junio.
Al mismo tiempo, las defensas rusas en Kherson están bajo una presión creciente a pesar de haber sido reforzadas, gracias al éxito de Ucrania en cortar el reabastecimiento a través del río Dnieper y en atacar los puestos de mando y los depósitos de municiones, muchas veces con los misiles estadounidenses Himars, de enorme precisión.
El ejército ruso no dispone de una gran cantidad de unidades nuevas para inyectar en el conflicto. El recién creado 3er Cuerpo de Ejército está formado en gran parte por batallones de "voluntarios" reclutados en las regiones rusas. Otros batallones han sido reconstituidos tras sufrir grandes pérdidas. Hay informes persistentes sobre el desgaste de la disciplina entre las unidades rusas. La retirada desordenada en Jarkov, con grandes cantidades de material militar abandonado, es una prueba de ello- y de los problemas crónicos de mando que no se solucionarán de la noche a la mañana. Los rusos perdieron en su caótica retirada a una unidad de élite de su ejército, una división de tanques T-80. Muchos quedaron intactos en el camino, y los ucranianos no tardaron en recuperarlos y pintarles sus insignias.
Obviamente, Ucrania también ha perdido miles de soldados, incluidas muchos de sus mejores unidades en Donbas. Y un oficial de la OTAN dijo a CNN que si bien el avance de Ucrania había sido un gran impulso para la moral, "no puedo imaginar que lo mismo suceda dos veces."
Y las fuerzas de artillería y cohetes de Rusia siguen superando ampliamente a las de Ucrania. Pero ha sido incapaz de aprovechar esta superioridad para ganar terreno. Alrededor del 40% de Donetsk sigue bajo control ucraniano.
El presidente Vladimir Putin lo reconoció el viernes, diciendo que la operación ofensiva en el Donbas "va a un ritmo lento, pero sigue adelante. Poco a poco, gradualmente, el ejército ruso ocupa nuevos territorios".
Y a pesar de los llamamientos en Moscú para una movilización general, esto todavía parece poco probable. Sería muy impopular y esto podría atentar contra el hasta ahora alto nivel de aprobación de la guerra. Putin dijo: "Estamos luchando sólo con una parte del ejército ruso, la parte que está contratada... Por lo tanto, no tenemos prisa en esta parte".
¿Una victoria ucraniana?
Algunos observadores han empezado a preguntarse si es concebible una victoria ucraniana. Eso depende de cómo se defina la victoria. La intención declarada del presidente Zelensky es recuperar todos los territorios ocupados, incluida Crimea.
El general David Petraeus, ex director de la CIA y comandante de las fuerzas militares estadounidenses en Irak, dijo que esperaba que Ucrania recuperara el territorio tomado por los rusos desde febrero, y "es incluso concebible que puedan recuperar Crimea y el Donbas", con la ayuda de la creciente resistencia en las zonas ocupadas.
Pero eso llevaría tiempo e implicaría duros combates, dijo Petraeus a la CNN. Si ese fuera el objetivo de Ucrania, sus líneas de suministro se estirarían y sus mejores unidades se dispersarían. A su vez, las fuerzas ucranianas serían vulnerables a los contraataques.
En última instancia, el éxito de Ucrania en el campo de batalla dependerá de un suministro continuo y ampliado de material occidental. Las reuniones de las próximas semanas determinarán lo que hay a disposición, pero los inventarios en varios países están disminuyendo.
Los funcionarios estadounidenses desconfían de que Ucrania pueda exagerar sus necesidades y urgencias. Estados Unidos sigue siendo excepcionalmente cauteloso a la hora de enviar a Ucrania armas que tienen un alcance de más de 80 kilómetros y que, por tanto, podrían golpear en lo más profundo de Rusia. Hasta ahora se ha resistido a las peticiones ucranianas de sistemas de misiles tácticos del ejército de largo alcance (ATACMS) que tienen un alcance de hasta 300 kilómetros.
Algunos funcionarios occidentales temen que la humillación del Kremlin pueda provocar una reacción imprevisible, que incluya incluso armas nucleares tácticas. El presidente francés, Emmanuel Macron, es de la misma idea. Y se cree que la coalición de gobierno alemana comparte este criterio, al menos en lo que se refiere al canciller Scholz.
Una ex vicesecretaria general de la OTAN, Rose Gottemoeller, declaró esta semana a la BBC: "Me preocupa ese tipo de escenario en este momento... El objetivo sería intentar que los ucranianos, aterrorizados, capitularan".
Ya en febrero, en vísperas de la invasión, Putin advirtió que cualquier país que se interpusiera en el camino de Rusia se enfrentaría a "consecuencias como nunca han visto en su historia".
Pero Olga Olika, directora del Programa de Europa y Asia Central del International Crisis Group, cree que el Kremlin no entraría esa escalada porque "detonar armas de destrucción masiva provocaría represalias internacionales, incluyendo, muy posiblemente, la participación militar directa de la OTAN".
El presidente de EEUU, Joe Biden, pareció confirmarlo en una entrevista en el programa "60 Minutos", de la que se emitió un fragmento en CBS Evening News el viernes. Advirtió a Putin de que no debía intensificar los combates en Ucrania, y dijo que habría consecuencias si el Kremlin utilizaba armas químicas o nucleares en los combates. "No lo hagas. No lo hagas. No lo hagas. Cambiaría la cara de la guerra como no se ha visto desde la Segunda Guerra Mundial", dijo Biden. Preguntado por Scott Pelley sobre cuál sería la respuesta de Estados Unidos si Rusia utilizara un arma química o nuclear, Biden dijo que tendría "consecuencias".
Analistas señalan que el uso de armas nucleares tácticas tendría beneficios militares limitados, y que los militares rusos podrían incluso desafiar una orden de Putin para su uso. "Es difícil imaginar que incluso los ataques nucleares permitan a Rusia romper la voluntad de resistencia de Ucrania", dijo el general Valerii Zaluzhnyi, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania.
Rusia sigue disponiendo de un intimidante arsenal de misiles balísticos y de otro tipo que podría utilizar no para ganar territorio, sino para infligir daños catastróficos a las infraestructuras de Ucrania: energía, agua y comunicaciones. Es esto precisamente lo que está haciendo Rusia desde antes de su derrota en Jarkov. Busca quebrar el espíritu de resistencia mostrado por Ucrania, devastando su infraestructura y dejando a los civiles sin agua ni luz.
Cabe preguntarse qué ocurriría si Ucrania cometiera el mismo tipo de ataques contra objetivos claramente civiles en Rusia. Pero en este conflicto se ha dado una asimetría que todos al parecer aceptan: Rusia puede de facto atacar edificios de departamentos y centrales eléctricas y a Ucrania sus aliados solo le permiten atacar objetivos militares, y dentro de su propio territorio invadido.
En la televisión estatal rusa, los propagandistas de Putin han defendido la destrucción de las infraestructuras eléctricas y de agua de Ucrania. Y las fuerzas rusas hacen precisamente eso, con ataques al suministro de energía en Jarkov y a las compuertas hidráulicas de un embalse en Kryviy Rih en los últimos días.
Sin embargo, la trayectoria de la guerra parece diferente de cara a los últimos meses de un año que comenzó con pocas esperanzas de que Ucrania pudiera resistir al gigante ruso. Esto puede reforzar el apoyo europeo y estimular la ayuda militar, a pesar del costoso invierno de descontento por los precios de la calefacción y el combustible.
La estrategia del gas
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Desconcertado por los malos resultados de sus FFAA, Putin juega dos cartas fuertes: la del precios del gas que vende a Europa, y la amenaza más o menos abierta de usar armas nucleares.
Hace tiempo que es evidente que parte de la estrategia del Kremlin consiste en doblegar la decisión europea de apoyar a Ucrania sumiéndola en una crisis energética, cerrando literalmente los grifos de gas.
En un foro en Vladivostok a principios de este mes, Putin dijo: "No suministraremos nada en absoluto si es contrario a nuestros intereses. Ni gas, ni petróleo, ni carbón, ni fuel, nada".
En medio de los reveses en el campo de batalla, Ivo Daalder y James Lindsay escriben en Foreign Affairs que "la mejor esperanza de Putin -quizás su única esperanza- es que el apoyo occidental a Ucrania se desmorone a medida que los costes de la guerra, incluyendo la escasez de energía y el aumento de los precios, empiecen a afectar a Europa."
Los precios del gas natural en Europa son 10 veces más altos que hace un año, lo que ha hecho que Rusia gane unos 1.000 millones de dólares al día en los tres primeros meses del conflicto gracias a las exportaciones de energía. Y el régimen de sanciones contra Rusia sólo tendrá un impacto significativo a largo plazo, porque la economía rusa es muy autónoma.
Pero el próximo invierno será la prueba de fuego del apretón energético de Moscú. En lugar de buscar un compromiso, los gobiernos europeos han llegado a la conclusión de que las concesiones sólo envalentonarían al Kremlin. Están decididos a gastar mucho para proteger a los consumidores y a adoptar una estrategia a largo plazo para reducir la dependencia de Rusia. Tras recorrer el mundo en busca de proveedores alternativos, han acumulado reservas (en el caso de Francia hasta más del 90% de su capacidad).
Aunque los precios del gas al por mayor siguen siendo increíblemente altos, han bajado un tercio en las últimas tres semanas. Algunos analistas creen que seguirán haciéndolo, lo que reducirá el coste de las subvenciones que están introduciendo los gobiernos europeos, que ya andan escasos de dinero.
También hay indicios de que las ganancias de Rusia por los elevados precios del petróleo y el gas pueden haber tocado techo. La Agencia Internacional de la Energía prevé que la producción rusa de petróleo será un 17% menor el próximo mes de febrero en comparación con la producción de antes de la guerra, una vez que se sienta toda la fuerza de las sanciones de la UE.
Daalder y Lindsay creen que los aliados de Ucrania han fijado su rumbo. "Muchos escépticos en Occidente creen que las democracias se doblegarán ante las dificultades", escribieron. "Pero esas voces subestiman el poder de resistencia de Occidente".
Sin palomas de la paz
Las señales de ambas partes indican que se están atrincherando para pasar un largo invierno, en lugar de explorar las perspectivas de un acuerdo.
"Rusia hará todo lo posible para poner fin al conflicto en Ucrania lo antes posible, pero Kiev se niega a negociar", dijo Putin en una reunión con el primer ministro indio Narendra Modi el viernes. Mientras tanto, el objetivo de Rusia sigue siendo "la liberación de Donbas" y no hay "ninguna prisa". Pero el líder ruso también reconoció las "preocupaciones" que tanto India como China tienen sobre el conflicto.
El presidente chino Xi Jinping, en su primera reunión con Putin desde la invasión, no se refirió a Ucrania por su nombre. Pero es obvio que Pekín está adoptando sutilmente un enfoque de distancia con respecto al atolladero ruso en Ucrania. Todavía no se sabe cómo puede influir esto en los cálculos de Putin.
Por su parte, los ucranianos se han mantenido firmes en su postura de no negociar con Moscú a menos que recuperen todo el territorio ocupado. Zelensky ha rechazado airadamente las sugerencias del presidente francés Emmanuel Macron, del ex secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger y de otros, de que Ucrania debería negociar para no humillar a Rusia (Kissinger retiró posteriormente su recomendación).
Dado el estado actual del campo de batalla, hay pocos incentivos para que Ucrania busque una tregua, mientras que el Kremlin se vería en apuros para presentar sus resultados en el campo de batalla como una victoria si un tercio del Donbás sigue en manos ucranianas, como ocurre hoy.
El ex director de la CIA y general retirado del ejército estadounidense David Petraeus cree que Rusia se enfrenta a una "situación desastrosa" desde el punto de vista militar. Dijo a la CNN que Rusia se estaba "quedando literalmente sin soldados, municiones, tanques, vehículos de combate y demás".
Un oficial de la OTAN dijo a la CNN que esperaba que Putin tuviera que replantearse su posición para la próxima primavera "si la OTAN se mantiene unida por los problemas energéticos del invierno y si Ucrania mantiene la lucha". Pero no negociará antes, "ya que un invierno frío es su mejor arma".
Después, empezará a surtir todo el efecto de los embargos sobre la energía rusa por parte de los gobiernos occidentales y Japón, y sobre la exportación de equipos de alta tecnología a Rusia. Esto último ya está empezando a hacer mella en la producción de armas, obligando a los militares a desempolvar armas que habían estado almacenadas. Los misiles avanzados que lanza todos los días Rusia contra Ucrania no tienen reemplazo por la falta de microprocesadores y "chips" occidentales o fabricados en China pero con tecnología occidental. China se cuida de no violar el embargo estadounidense y no ha provisto de electrónica avanzada a su supuesto aliado ruso. Tanques avanzados, como los T-80 perdidos en Jarkov, requieren de diversas tecnologías occidentales, hoy no disponibles. Lo mismo vale para los cazas y misiles.
El conflicto ucraniano ha deparado muchas sorpresas, y las predicciones pueden ser un error. La forma actual del campo de batalla sugiere que los papeles iniciales de Ucrania y Rusia -defensa y ataque- pueden invertirse en los próximos meses, mientras las fuerzas rusas redoblan el bombardeo implacable de objetivos civiles y militares.