El presidente de Turquía Tayyip Erdogan, un islámico conservador, retiró a su país de un acuerdo internacional destinado a proteger a las mujeres, lo que provocó las críticas de quienes sostienen que era necesario para hacer frente al aumento de la violencia doméstica. Turquía es una nación que bajo el largo dominio de Erdogan desde 2003, ha dado un viraje conservador y religioso, dejando atrás su tradición laica y proeuropea.
El acuerdo del Consejo de Europa, denominado Convenio de Estambul, se compromete a prevenir, perseguir y eliminar la violencia doméstica y promover la igualdad. Turquía lo firmó en 2011, pero los feminicidios han aumentado en el país en los últimos años. Asimismo, en la cultura popular turca, el rol dominante del hombre no está en discusión. Los castigos corporales a la esposa son habituales y aceptados.
No se ha dado ninguna razón para la retirada en el Boletín Oficial, donde se anunció en la madrugada del sábado. Sin embargo, altos funcionarios del gobierno afirmaron que la legislación nacional, y no los arreglos externos, protegería los derechos de las mujeres.
La convención, forjada en la mayor ciudad de Turquía, había dividido al gobernante Partido AK (AKP) de Erdogan e incluso a su familia. El año pasado, los funcionarios dijeron que el gobierno estaba considerando retirarse en medio de una disputa sobre cómo frenar la creciente violencia contra las mujeres.
"Todos los días nos despertamos con noticias de feminicidios", dijo Hatice Yolcu, una estudiante de Estambul, donde cientos de mujeres con banderas moradas marcharon en protesta por la retirada. "La muerte nunca termina. Las mujeres mueren. A los hombres no les pasa nada", lamentó. Estambul es el epicentro de la oposición al conservadurimismo islámico que impone Erdogan, gracias a su base electoral en el extenso interior del país.
Marija Pejcinovic Buric, secretaria general del Consejo de Europa de 47 países, calificó la decisión de Turquía de "devastadora". "Esta medida es un enorme revés... y aún más deplorable porque compromete la protección de las mujeres en Turquía, en toda Europa y más allá", dijo.
Muchos conservadores en Turquía y en el AKP de Erdogan, de raíz islamista, afirman que el pacto socava las estructuras familiares. Como en todos los países islámicos, esa "estructura familiar" implica el poder y la autoridad absolutas del hombre como esposo y padre.
Pero los islamistas de Erdogan también son hostiles al principio de igualdad de género del Convenio de Estambul y consideran que promueve la homosexualidad, dada la no discriminación por motivos de orientación sexual del pacto. Para los islámicos, la homosexualidad es un delito, y se castiga como tal en casi todos los países musulmanes.
"Preservar nuestro tejido social tradicional" protegerá la dignidad de las mujeres turcas, dijo el vicepresidente Fuat Oktay en Twitter. "Para este sublime propósito, no es necesario buscar el remedio afuera o imitar a otros".
La ministra de Familia, Trabajo y Políticas Sociales, Zehra Zumrut, afirmó que la Constitución y las leyes vigentes garantizan los derechos de las mujeres.
Los críticos de la salida del acuerdo afirman que aleja aún más a Turquía de la Unión Europea, a la que sigue siendo candidata a ingresar. Afirman que la convención, y la legislación correspondiente, deben aplicarse de forma más estricta.
Femicidios en aumento
Turquía no dispone de estadísticas oficiales sobre femicidios. Pero la tasa se ha triplicado aproximadamente en los últimos 10 años, según un grupo que vigila los femicidios. En lo que va de año, 78 mujeres han sido asesinadas o han muerto en circunstancias sospechosas, según la organización.
Los datos de la Organización Mundial de la Salud muestran que el 38% de las mujeres de Turquía son objeto de violencia por parte de su pareja a lo largo de su vida, frente al 25% de Europa.
Pero no se trata solo de porcentajes. Lo que no registran estas estadísticas es el grado de sometimiento de por vida que sufre la mujer turca. Primero, como hija, solo puede obedecer a su padre y hermanos mayores. Luego, como esposa, le toca el mismo rol pasivo y de obediencia frente al esposo, que habitualmente la somete a castigos físicos.
"Vergüenza por este fanatismo, patriarcado, desalmado que protege a los matones y asesinos en lugar de a las mujeres", dijo en Twitter la escritora turca Elif Safak sobre la salida del tratado.
El alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, del principal partido de la oposición, dijo que la salida del pacto era "dolorosa" y despreciaba la lucha de las mujeres durante años. Reflejaba así los dos mundos que se registran en Turquía: uno más moderno y cosmopolita, en Estambul, y otro conservador y antioccidental en casi todo el resto del país.
El presidente turco Erdogan condena la violencia contra las mujeres y ha dicho este mes que trabajará para erradicarla. Pero parecen meras palabras de compromiso. Su gobierno ha etiquetado a los hombres violentos y ha lanzado una aplicación para celulares para que las mujeres puedan alertar a la policía.
La decisión de Erdogan llega después de que este mes presentara reformas judiciales que, según dijo, mejorarían los derechos y las libertades, y ayudarían a cumplir las normas de la UE. Pero las negociaciones sobre la adhesión de Turquía al bloque están paralizadas hace muchos años por la violación sistemática de derechos humanos, la represión creciente contra los opositores y la prensa independiente y el poder centralizado que ejerce Erdogan.
Turquía no es el primer país que avanza hacia la salida del acuerdo. El máximo tribunal de Polonia examinó el pacto después de que un miembro del gabinete dijera que Varsovia debía abandonar un tratado que el gobierno nacionalista y católico conservador considera "demasiado liberal".