El presidente Donald Trump firmó un decreto que da marcha atrás con muchas políticas ambientales de Barack Obama, en particular las relativas a frenar el calentamiento global. Al firmar la orden ejecutiva o decreto, Trump declaró "el inicio de una nueva era en la energía y producción estadounidenses". Entre otras medidas, se estableció que las autoridades federales no tendrán que tener en cuenta el impacto ambiental de sus decisiones. El argumento es que Estados Unidos debe convertirse en un país independiente a nivel energético. La independencia energética con energías tradicionales es el nuevo Norte del gobierno estadounidense, que ha puesto en duda el compromiso de EEUU con las metas de reducción de emisiones adoptadas en diciembre de 2015 en el Acuerdo de París junto con toda la comunidad internacional.
"Esto gira en torno a recuperar nuestros empleos, recuperar nuestros sueños y lograr que Estados Unidos vuelva a ser rico", manifestó Trump, rodeado de su gabinete en la sede de la agencia federal de medio ambiente, EPA. Trump le pidió a la oficina que revise uno de los planes centrales de Obama, que limita las emisiones de dióxido de carbono de las centrales eléctricas. Asimismo, se anulará la prohibición de arrendar terreno público para la extracción de carbón y se cambiarán los límites a las emisiones de metano en la industria petrolera y de gas. El metano es un gas con fuerte efecto invernadero. Las medidas no incluyen de momento la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París sobre cambio climático, alcanzado en diciembre de 2015 por la comunidad internacional.Al menos en esto, Trump y los republicanos por ahora mostraron cierta moderación. El Acuerdo de París, para reducir las emisiones que producen el calentamiento global, es el resultado de más de 20 años de difíciles negociaciones. La salida de EEUU sería un golpe mortal para el acuerdo. Pero puede no cumplir las metas de París sin repudiar el acuerdo, algo que seguramente ocurrirá con las políticas aprobadas ayer.
La puesta en marcha de las medidas tardará años y algunos cambios tienen que ser aprobados por el Poder Judicial. Las organizaciones ecologistas ya han anunciado que presentarán demandas.
El hecho es que con el decreto de ayer de Trump EEUU dice adiós a una de las piezas clave del legado de Obama y da la bienvenida a "una nueva revolución energética", en palabras del presidente republicano."Se ha acabaron los abusos del gobierno federal", dijo. "Se trata de recuperar los puestos de trabajo, volver a cumplir sueños y hacer que Estados Unidos sea rico de nuevo". La administración republicana argumenta que Obama realizó una "guerra contra el carbón" y "despreció a los trabajadores" mineros. Las cuencas carboníferas del Noreste norteamericano votaron masivamente por Trump en las elecciones de noviembre pasado.
Las nuevas medidas abarcan varias agencias federales y suponen el abandono de las restricciones a las emisiones, abren la puerta a la explotación de petróleo y gas en terrenos públicos, y rescinden la obligación gubernamental de considerar el impacto ecológico de sus proyectos. La decisión de Trump coincide con sus posiciones de campaña, y es el paso más ambicioso para deshacer el trabajo de Obama para limitar las explotaciones de carbón, petróleo y otras energías contaminantes. El carbón sigue siendo una parte importante de la matriz energética de Estados Unidos. La mejor tecnología de las centrales térmicas que lo utilizan ha bajado el nivel de emisiones de dióxido de carbono, pero sigue siendo una "energía sucia". Hace varios años que Trump argumenta que el cambio climático "es una invención china".
Nombró a Scott Pruitt al frente de la EPA, la Agencia de Protección Ambiental, a pesar de que como fiscal general de Oklahoma se querelló en más de una docena de ocasiones contra el organismo que hoy dirige. Pruitt, como Trump, ha cuestionado el papel del hombre en el cambio climático. En pocas palabras: un negacionista del cambio climático está al frente de la agencia federal encargada de combatirlo.
Políticas a eliminar
La administración republicana afirma que hay políticas de Obama que "deben ser eliminadas" directamente y otras que serán revisadas "para adaptarlas a las prioridades del presidente Trump". La orden ejecutiva de ayer elimina cualquier intento de retrasar los efectos del calentamiento global. Esta decisión hace prácticamente imposible que EEUU cumpla con su objetivo de reducir las emisiones un 30 por ciento para 2030, por debajo de los niveles de 2005. De esta forma, queda en duda que el país cumpla con el Acuerdo de París. El gobierno de Trump asegura que "no existe una obligación" de regular las emisiones de las plantas contaminantes y que el presidente todavía debate si EEUU debe abandonar el pacto global contra el cambio climático.
El decreto también establece que desde hoy ninguna agencia federal deberá justificar el impacto ambiental de sus medidas al proponerlas para su aprobación y rebaja el riesgo del cambio climático al considerar cualquier proyecto. El gobierno federal revisará además el llamado "costo social del carbón", una estimación del precio que pagan los ciudadanos por cada tonelada de dióxido de carbono que se emite a la atmósfera.
La Casa Blanca tendrá más difícil revertir el proyecto de Obama conocido como Energías Limpias. Llamado por Trump una "declaración de guerra contra el carbón", llevó a una demanda colectiva de 28 Estados contra la EPA en 2016, y así se logró que nunca entrara en vigor.El decreto presidencial ordena ahora a la EPA que haga una nueva versión del plan.
firmado. Trump, rodeado de su gabinete y empleados de una minera, exhibe el decreto de la polémica.