México. — Unos pistoleros mataron esta semana a tres policías en el aeropuerto de Ciudad de México. Horas más tarde, el gobierno dijo que los asesinos eran policías a sueldo de un cártel de narcotraficantes y que logró escapar. Días atrás, México anunció la captura de uno de los hijos del narco más buscado, Joaquín "El Chapo" Guzmán. EEUU aplaudió el arresto, que finalmente resultó un fisco: tenían al hombre equivocado.
A lo largo del país latinoamericano sicarios del narcotráfico masacran gente y arrojan cadáveres descabezados y mutilados en calles y autopistas, y rara vez son capturados. El indetenible baño de sangre y varios episodios humillantes, entre ellos cuerpos colgados de puentes, días antes de las elecciones presidenciales de mañana en México han seguido debilitando la ofensiva contra los cárteles del presidente saliente, Felipe Calderón. Cuando todavía era candidato presidencial en 2006, Calderón advirtió: "El narcotráfico tendrá en mí su peor pesadilla". Seis años después, la lucha contra el crimen organizado es la marca de identidad de su gobierno y también objeto de críticas por la escalada de asesinatos que generó. Más de 55.000 personas murieron en hechos de violencia relacionados con el narco desde que Calderón asumió en 2006. Ante los enormes problemas que enfrentó desde que lanzó su cruzada, quien lo suceda casi con certeza tendrá que enfocarse a limitar los daños, más que apostar su propia reputación en lo que muchos consideran una guerra perdida contra las pandillas. La lucha contra el narco es central, pero espinosa. Los candidatos han preferido no tocar ese tema en sus campañas y ninguno de los aspirantes a la presidencia mencionó, durante los debates, los decomisos de drogas o las muertes de líderes narcos. "Quien sea que gane no va a querer estar en la misma posición que Calderón", dijo José Reveles, quien escribe sobre los cárteles. El presidente no puede buscar mañana la reelección y las encuestas muestran que la candidata oficialista por el conservador Partido Acción Nacional (PAN), Josefina Vázquez Mota, quedará en tercer lugar. Los mexicanos suelen mencionar la insatisfacción por la guerra contra los narcos como una de las razones para no votarla.
El favorito para ganar la presidencia es Enrique Peña Nieto, del opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó a México por 71 años consecutivos hasta 2000. La corrupción endémica y la agitación política fueron moneda corriente durante esas décadas del PRI en el poder, pero nunca nada como los actuales niveles de violencia. Peña Nieto dice que de ganar su principal prioridad en seguridad será reducir la tasa de homicidios, secuestros y extorsiones. Los decomisos de estupefacientes y la captura de capos del narco aún serán importantes, pero no el objetivo dominante. Peña Nieto enfoca su campaña en el crecimiento económico y su principal rival, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, promete principalmente combatir la pobreza. Josefina Vázquez Mota, del PAN, se concentra en la economía y en la educación mucho más que en las políticas antinarcóticos, y ha tratado de distanciarse del gobierno de Calderón con su lema de campaña "Diferente".
Tropas en la calle. En los diez días que siguieron a su toma del poder en 2006, Calderón desplegó 6.500 policías y soldados en su Estado natal de Michoacán, donde poco antes sicarios habían arrojado en un club nocturno cinco cabezas humanas. En los tres meses siguientes la iniciativa se expandió para incluir 50.000 soldados en todo el país. El presidente dice que su despliegue fue un éxito, pues las fuerzas de seguridad capturaron o mataron a 22 de una lista de los 37 capos más buscados. También llevó a cabo decomisos récord de cocaína, metanfetaminas y dinero del narco, pero la táctica de borrar a los cárteles desató luchas por territorios y más violencia. Muchos cárteles pudieron reactivarse con nuevos líderes y parecen estar traficando al menos la misma cantidad de droga hacia EEUU. La patrulla fronteriza del vecino país detuvo cargamentos por 1.2 millón de kilos de marihuana desde México en 2011, contra los 816.400 kilos de 2007.
La violencia también alejó a turistas e inversionistas, y representa al menos un punto menos de crecimiento económico anual. Además puso de relieve la corrupción dentro de las fuerzas de seguridad, algo que Calderón tampoco pudo desterrar. La de Calderón "ha sido una estrategia vistosa, que al principio logró un aplauso fácil de la sociedad, pero después de seis años y con el número de muertos nos dimos cuenta de que ni es la ruta, ni ha dado los resultados ni ha combatido a fondo las causas", dijo Bautista, del opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD).