Por Paulina Schmidt
La Escuela Nº 649, de Ayacucho al 5.500, se encuentra anclada en un barrio con hechos históricos que trascurrieron durante los siglos XIX y XX, y que transformaron esos lugares por los que hoy transitan a diario los estudiantes. "Fue un encuentro con la historia, el arte y la música que confluyó en este trabajo", cuenta la profesora de literatura Lilian Grivarello. "Realizamos un trabajo de campo, recorrimos el barrio, paseamos por su calles, por el Mangrullo, para convertirnos en testigos de la idiosincrasia del lugar. Entrevistamos a vecinos y buscamos algunos registros fotográficos", continúa la profesora que coordinó además la producción del guión.
El proyecto giró en torno a la historia del barrio Saladillo, que en la obra se narra en primera persona, integrando distintos hechos: cómo era la vida en los tiempos del balneario y el tranvía, y de algunos personajes históricos que pasaron por allí: cuando Manuel Belgrano cruzó uno de sus puentes en 1812; un año después pasó el general José de San Martín, antes de dar batalla en San Lorenzo; o el naturista Charles Darwin que en 1833 descubrió que las aguas del Saladillo tenían mucho yodo y sal, hecho que luego hizo famoso al barrio por las propiedades curativas atribuidas al arroyo. También saber cómo creció el lugar en la década de 1880 con la llegada de Manuel Arijón, la instalación de los frigoríficos y las fiestas populares como la fogata de San Pedro y San Pablo, además del Festival de las Quebradas.
El recorrido que transitaron estudiantes y profesoras para recopilar datos biográficos y seleccionar aquellos acontecimientos históricos más relevantes comenzó a partir de una charla con la historiadora Nora Laborde. "Nos llamó la atención la conformación del barrio, y cómo ahora sólo quedan algunas casonas de esa época, también cómo se transformó la zona de los balnearios", reflexiona Diego, el alumno que representó a Darwin. Entre las anécdotas que recogieron durante la investigación mencionan al bañero de las piletas del Saladillo, conocido como Chupamiel, a quien incluso una placa lo recuerda.
Entre luces y sombras
"El teatro negro es diferente al tradicional porque además de trabajar a partir del reconocimiento del cuerpo y el espacio, requiere de luces negras y la coordinación de técnicas", explica la profesora de teatro Genoveva Monardez. Los cursos trabajaron de manera conjunta en las materias de teatro, danza, seminario de ciencias sociales, lenguaje y producción de las artes visuales, y en el taller de integración de lenguajes artísticos.
"Combinamos técnicas de teatro de sombras y de teatro negro, algo que no resultó tan sencillo, tampoco ensamblar el trabajo de todos los cursos, en especial con algunos chicos que trabajan o deben cuidar a sus hermanos, pero siempre hubo compromiso y entendimiento", afirma la directora Liliana López. Durante la primera parte de la puesta en escena participaron tres bailarines que, a través del teatro de sombras, representaron al río y a las ciudades de Rosario y Villa Gobernador Gálvez; en la segunda parte, y desde el público, aparecieron los actores que personificaron a Belgrano, San Martín y Darwin; y por último, las luces ultravioletas del teatro negro alumbraron los objetos típicos de las fiestas tradicionales del barrio.
Los actores
Orgullosos de su participación, un grupo de chicos de cuarto año interpretó a varios de los personajes históricos que transitaron por el Saladillo. Mostraron la foto que se tomaron vestidos para la actuación. Sergio, quien actuó de granadero y se sumó a una murga que se presentó al final, cuenta cómo se asignaron los personajes y actores: "Nos ofrecían los papeles y cada uno elegía el que más le gustaba, aunque no sabíamos bien qué nos tocaría hacer". A Josué le tocó hacer de San Martín, y su actitud demuestra la importancia que le asignó a este papel: "Me pareció difícil estudiar el guión, tenía que repasarlo todos los días". En la producción musical tampoco faltaron artistas, se escuchó la marcha de San Lorenzo interpretada por una alumna con su clarinete, y otra chica sorprendió en la sala con su rap basado en una poesía de Alfonsina Storni inspirada en el Saladillo.
Diego salió a escena representando a Darwin, para lo que debió primero estudiar los pasos del científico en la Argentina. "Principalmente cuando pasó por las Quebradas en Rosario. Era la primera vez que actuaba y la verdad que me gustó mucho". Misael personificó a Manuel Belgrano y antes tuvo que conocer más sobre la vida del prócer. "No fue un personaje complicado pero sabía que debía demostrar presencia porque lo requería, algo que me cuesta un poco", admite mientras sus compañeros aseguran que lo hizo muy bien.
Diseño y creatividad
La profesora de artes visuales Cecilia Ballongue y un grupo de chicas explican cómo construyeron los objetos que conformaron la obra de teatro negro. "Primero planteamos lo que queríamos construir como las fogatas, los cabezudos y las siluetas de Evita Perón que también visitó el barrio. Cortamos las formas, le dimos color y por tratarse de una pintura al agua, cada objeto requirió de varias capas hasta obtener la potencia cromática necesaria y lograr el efecto deseado con la luz negra. También trabajamos con grafismos negros para realzar, jugando con el diseño y la creatividad", detallaron sobre este trabajo que iniciaron hace más de dos meses. La profesora de plástica agrega que para la murga, que también integraron las alumnas, fabricaron instrumentos musicales como cajones peruanos y palos de lluvia.
"Hay mucho trabajo detrás de una obra", irrumpe Sergio y destaca: "Por eso tendría que trascender y llegar a otras salas, porque además tenemos mucho más para dar y mostrar de lo que hicimos acá", cierra el joven que inspiró el aplauso de sus compañeras y compañeros. Para descubrir parte de la obra de teatro y el backstage: por Instagram en @somosarte649.