Tras los innumerables festejos del bicentenario, y al cumplirse 77 años de su deceso, quiero tributar el merecido homenaje a Hipólito Yrigoyen, quien fuera portador de un espíritu revolucionario, de una perseverancia ejemplar, de firmes convicciones, de una digna intransigencia y fundamentalmente de decisiones consecuentes. Yrigoyen tras fundar junto a Leandro Alem la Unión Cívica Radical, durante 22 años impulsó la estrategia sin tiempo en aras de instaurar el sufragio libre consumando el objetivo a través de la denominada "ley Sáenz Peña". A 26 años del surgimiento de la UCR, a través de elecciones ejemplares Hipólito Yrigoyen resultó electo presidente de la Nación, accediendo al poder con un estilo de gestión signado por rígidos principios éticos. La era de Yrigoyen en responsabilidades de gobierno se caracterizó por asegurar el cumplimiento del programa de gobierno que era ni más ni menos que Constitución nacional, combatiendo la inmoralidad política y administrativa y asegurando las mejoras sociales para los sectores desposeídos. Este político krausista en el poder aseguró la plena vigencia de las libertades, la integración y el desarrollo del país, impulsó las primeras conquistas sociales para los asalariados, privilegió la educación pública y a través de su política internacional asignando a nuestro país un lugar de privilegio en el concierto de naciones.