Como asidua concurrente que soy del Supermercado La Gallega, ubicado en Buenos Aires y 9 de Julio, el miércoles 9 de mayo me dirigí a esa sucursal para hacer una compra. Ya en la caja, pasando los productos para que me cobraran, la cajera vio que una bandeja de carne estaba mal marcada. No sólo la señorita me obligó a efectuar el cambio, sino que además me maltrató. Comprendo perfectamente que la señorita que cobraba en la caja 7 a las 20 de ese día procure cuidar un puesto de trabajo tan gratificante y bien remunerado. Pero quiero manifestarle a ella y a la supervisora de cajas, quien adoptó la misma actitud, dos cosas: primero, informarle, ya que se puso la camiseta de la empresa, que el costo del error debe asumirlo La Gallega y no el cliente; y segundo, que desconoce lo estipulado en la Ley 24.240 de Defensa al Consumidor, cuando hace mención al punto "cumplimiento de la oferta". Lamento haber comprobado que los incesantes rumores de mala atención atribuidos a esa sucursal sean ciertos. Les recuerdo al titular y a los responsables de la capacitación del personal que somos los clientes los mejores promotores y principales eslabones en la cadena de su éxito.