Con la intención de averiguar si podía pagar el resumen de una tarjeta de crédito de otro banco con fondos de mi caja de ahorro en el Municipal es que envié un e-mail primero y me comuniqué telefónicamente luego con el Departamento de Atención al Cliente. La empleada que me atendió dijo que la operación era posible y que tenía que hacer el trámite a través de un cajero automático. Consulté si era factible que un empleado del banco me orientara en la realización de la operación, respondiendo que sí. La odisea empezó cuando ingresé a la sucursal centro del Banco a las 13:35 horas y culminó a las 16, cuando me retiré. Dentro del Banco hice la cola correspondiente en la recepción. La empleada tenía mis datos y me informó que debía sacar un número para banca personal “cartel amarillo”. Tenía 20 personas antes que yo y me dispuse pacientemente a esperar mi turno. Cerca de las 15 (una hora y media después de ingresar), me llaman por el número, explico lo que quiero hacer y la empleada muy suelta de lengua me dice que ella no está para eso y que tenía que hacer el trámite por el cajero personalmente. Intento explicarle que sólo estaba siguiendo instrucciones de atención al cliente y la empleada del escritorio Nº 1 seguía negándose. Fue entonces que harta e indignada le dije que yo del Banco no me iba sin hacer el trámite. Deambulé hasta casi las 4 de la tarde por un banco casi vacío y anárquico sin que me prestaran la más mínima atención. Cuando estaba entrando en pánico se acercó un señor mayor que me vinculó a una empleada, supongo jerárquica, e indicó a un empleado que me acompañara al cajero para terminar resolviendo mi problema en tan sólo 2 minutos de reloj.