Los integrantes de la orilla social parecieran estar "inmunizados" contra el estrés, por el fatalismo. Además, por una cuestión cultural subsisten teniendo otras expectativas, con una despreocupación que en muchos casos es más aparente que real; porque a cualquier persona le gusta vivir en una casa confortable, gozando los servicios que una vida digna requiere, aunque deban lidiar con otras adversidades cotidianas... Como es sabido, la Villa La Granada fue trasladada a un barrio de "casas de verdad", porque afeaba la vista del megacomplejo de Oroño y Circunvalación, donde funciona el Casino de Rosario. Sería bueno que los habitantes de todas las villas fueran mudados a barrios nuevos, pero no porque las villas no armonizan con las postales urbanísticas de la ciudad, sino por una cuestión de los más elementales derechos humanos, que contemple además, trabajo e instrucción. Ahora bien, si por cada villa erradicada se levanta una nueva, de nada valdría tan portentoso esfuerzo técnico-económico. Al problema hay que solucionarlo en su lugar de origen; allí donde se genera la emigración interna. Sea en las localidades o pueblos rurales de nuestra propio territorio santafesino o de otras provincias con menos recursos que Santa Fe. Una de las frases más dramáticas y vergonzantes que se viene escuchando desde hace años es: "Nos vamos a Rosario porque ahí, al menos, podremos subsistir con la basura...". No me pregunten cómo, porque si lo supiera no estaría escribiendo esta nota; pero es urgente implementar en esos lugares sistemas laborales altamente atractivos que impidan las oleadas de hermanos que vienen a vivir bajo los puentes o en refugios de lata y cartón, con tal de no perecer de hambre en sus lugares natales; que suenan muy bien en chamamés y chacareras, pero de manera horrenda en la realidad existencial. Está claro que esta cuestión excede el ámbito municipal y provincial, para pasar a ser un tema de alcance nacional. Los hombres y mujeres que manejan decisiones políticas, tienen la oportunidad de pasar a la historia por haber cambiado el difuso perfil social del país. Si así sucede, un sol radiante levantándose en el oriente alborozado de la Argentina alumbrará el comienzo de un camino mejor; de un sistema enaltecido. Entonces, entre otras cosas, las villas entrarán en vías de extinción, cambiando muchas cosas en la vida armónica de los ciudadanos y modificando el mapa urbano de nuestras ciudades. Adivino su sonrisa entre burlona, compasiva y desesperanzada; yo pude borrarla de mis labios, y escribir ilusionado este mensaje.