Un obrero metalúrgico de 65 años fue asesinado de al menos dos disparos ayer a la mañana en la puerta de su casa de la zona sudoeste de la ciudad. El crimen ocurrió alrededor de las 7 cuando el hombre se aprestaba a poner en marcha su auto para ir a trabajar a una carrocera cercana. Se presume que el tirador, a quien vieron escapar en un auto rojo con vidrios polarizados, estaba esperando a su víctima para dispararle pero al cierre de esta edición aún no se había podido establecer el motivo del homicidio, teniendo en cuenta que no hubo robo.
El homicidio de Carlos Toledo dejó sin palabras a sus vecinos, familiares e incluso a los investigadores policiales que hasta ayer a la tarde no encontraban razones para explicar por qué el obrero fue víctima de un asesinato al estilo de sicarios.
Temprano. Se presume que quienes lo mataron conocían los horarios del metalúrgico, que todos los días a las 7 de la mañana sacaba su viejo Alfa Romeo gris del garaje de su casa de Gaboto 3750 para ir a trabajar a Carrocerías Lucero, una metalúrgica ubicada en Uruguay al 3400. Según comentaron algunos vecinos, el hombre se domiciliaba allí desde hacía varios años y por estos días vivía solo ya que se había separado meses atrás.
Ayer, minutos antes de las 7, Toledo ya había cerrado el portón de su casa y había subido al auto —tenía el motor encendido— cuando fue sorprendido por al menos un hombre —no se descarta que hayan sido dos— que realizó como mínimo cuatro disparos con una pistola calibre 9 milímetros.
"Escuchamos los ruidos pero no alcanzamos a ver a nadie. Era muy temprano", contó una mujer que vive en una casa lindera, cuyo testimonio coincidía con otros que indicaban que había poca gente en la calle cuando ocurrió el homicidio. No obstante, hubo testimonios que indicaron que el o los agresores escaparon en un Volkswagen Gol rojo con los vidrios polarizados que estaba esperando a media cuadra, en la esquina de Gaboto y Castellanos.
Según las primeras observaciones, los tiros fueron realizados desde corta distancia y el primero debe haber sido el que destrozó la ventanilla delantera izquierda del auto, que estaba levantada al momento del ataque. Uno de los disparos salió por la puerta trasera derecha. En la escena del crimen se levantaron cuatro vainas servidas calibre 9 milímetros.
El metalúrgico fue alcanzado al menos por dos proyectiles —anoche se aguardaban los resultados de la autopsia— en el cuello y en la cabeza. Murió al instante sentado al volante de su coche, que quedó acelerado aunque con el freno de mano puesto.
Sin problemas. "Lo estaban esperando detrás de esas plantas", señalaba ayer una vecina a un par de arbustos crecidos sobre la vereda de Gaboto al 3700, a metros de la casa del hombre asesinado. Según comentaba, hay ladrones que suelen esconderse detrás de esas plantas para sorprender a sus víctimas en una cuadra donde en ciertos horarios "no se puede ir ni a la esquina" por los robos y arrebatos.
Sin embargo, ninguno de los vecinos encuadraba lo sucedido en un hecho de inseguridad. "Esto no fue un robo, lo vinieron a matar. Pero no sabemos por qué", comentó un joven, y agregó que no sabía si el hombre asesinado tenía problemas que pudieran desembocar en su asesinato.
"Era un buen vecino, se iba temprano a trabajar y después volvía y se quedaba en su casa. Tal vez iba a hacer un mandado, pero no mucho más que eso", añadió una mujer, mientras que otra chica lo recordaba como "un hombre bueno".
Toledo vivía solo en una vistosa casa de ladrillo visto con un patio delantero cercado por rejas. Cuatro pequeñas pilas de baldosas prolijamente acomodadas delante de la vivienda y algunos bloques de ladrillos sin revoque colocados en la parte superior daban la idea de que había refacciones en la propiedad.
Según comentaron sus vecinos, el hombre había vivido en esa casa con su esposa y al menos uno de sus hijos —tres o cuatro, según diversos testimonios— pero unos meses atrás se divorció y desde entonces vivía solo. Fuentes allegadas a la investigación indicaron que al principio hubo algunos testimonios que daban cuenta de que el divorcio había sido problemático, pero esa especie se descartó luego de que declararan los hijos de la víctima.
"Dijeron que se veían asiduamente con su padre y que éste también veía a su madre. Coincidieron en que no había problemas de esa índole", comentó un vocero policial.
Investigando. "Todavía es un misterio. La posibilidad de robo está descartada en principio porque la víctima tenía 22 pesos, las llaves de su casa y su celular. Tampoco se pudo establecer por el momento que este hombre haya tenido problemas personales con alguien. Estamos investigando otras hipótesis pero por el momento es prematuro referirnos a ello", comentó Humberto Bonaldi, el jefe de la comisaría 18ª, que investiga el crimen junto con la Brigada de Homicidios.