Una composición amplia y heterogénea, de marcada oposición al gobierno nacional,
dominó la manifestación que se realizó ayer en Rosario a favor de la libertad de expresión y en
contra de la ley de medios audiovisuales que impulsa la administración kirchnerista.
Alrededor de 2.000 personas se congregaron en el Parque
Nacional a la Bandera, convocadas por un grupo de estudiantes sin filiación partidaria y que se
valieron de Internet para amplificar su rechazo a la ley que el viernes se dispone a votar el
Senado.
La frescura y espontaneidad de la manifestación contrastó
con la que quisieron imponer un pequeño grupo de estudiantes de izquierda, que están a favor de la
ley de medios, y que fueron a confrontar con la intención de romper el acto. El cordón policial,
pero sobre todo la indiferencia de los que se manifestaban serenamente y en paz, evitó que gane la
intolerancia. Ese grupo, como ya es costumbre, se quedó ladrando odios a la luna.
Llama la atención que jóvenes que nacieron y se educaron en
democracia, tengan tanto desprecio por la opinión del otro y pretendan imponer su voluntad a fuerza
de insultos y agresiones.
Dudas.
También se manifestaron a favor de
una ley que regule los medios de comunicación para suplantar a la que instauró la dictadura, pero
dudan de que el proyecto que impulsa el gobierno tenga como finalidad democratizar la
comunicación.
"No podemos dejar que un gobierno que
viene de una provincia con medios de comunicación monopólicos nos venga a decir qué podemos ver y
escuchar", dijo Lourdes Moutin, una estudiante de arquitectura de 20 años y coordinadora del acto
en el Monumento.
La joven lucía nerviosa. Fue algo
novedoso para ella y tardó unos minutos en aclimatarse. Leyó un discurso prolijo, lejos de los
habituales poses y giros verbales de las proclamas de tribunas.
"Si son tan democráticos, ¿por qué
debaten las dos posiciones en los canales de televisión privados y no en canal 7?", se
preguntó.
No hubo consignas fáciles, de esas
que arrancan aplausos o que sirven de prolegómeno para entonar algún cántico. "Libertad, libertad",
fue la única palabra que, de vez en cuando, gritaba alguien y contagiaba a la platea, que se sirvió
de globos blancos y banderitas argentinas repartidas por los organizadores.
Rafael Micheletti, estudiante de
derecho, remarcó que el motivo del acto surgió de una simple inquietud ciudadana: el temor de que
un gobierno les imponga qué deben escuchar, ver o leer. "Sin entrar en los aspectos técnicos de la
ley, que a nosotros se nos escapan, podemos afirmar con todo derecho que la libertad de expresión
está amenazada", soltó en el arranque de su discurso.
El joven apeló a la conciencia de la
ciudadanía para frenar lo que considera "el peligro de que el discurso hegemónico de los Kirchner
se instale en los medios de comunicación".
Micheletti dijo que con la excusa del
discurso antimonopólico, el gobierno pretende imponer una prensa débil, amiga del poder.
"Humildemente desde acá le pedimos a los senadores que se den el tiempo para debatir y mejorar esta
ley", cerró.
La voz de clausura del acto la tuvo
el periodista y escritor rosarino Jack Benoliel, quien apeló a una catarata de citas para graficar
el momento histórico. "Cuando se le pone cerrojos a la prensa, la democracia sufre", "sólo utiliza
el látigo quien no sabe manejar las riendas", fueron una de las tantas frases sentidas que le
ofrendó a la multitud.
Desde el vamos, los organizadores del acto, que se definen como
estudiantes autoconvocados por la libertad de expresión y la democracia, dejaron en claro que no se
arrogaban la representación de nadie y que no los movía ningún interés sectorial.
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