Las expresiones de solidaridad de los países europeos hacia los refugiados cada vez duran menos, como demostró ayer el gobierno de Croacia, que después de recibir a más de 11.000 persona en apenas 48 horas, se declaró desbordada y cerró casi toda la frontera sur, como lo hizo de manera violenta su vecino, Hungría. Cada país del bloque que se declara en crisis y se encierra dentro de sus fronteras con vallas y controles policiales aumenta la tensión dentro de la Unión Europea (UE), que se ha mostrado incapaz por ahora de enfrentar la llegada de menos de medio de millón de refugiados en casi 10 meses.
En un nuevo intento por distender las peleas internas y mostrar una cara unida frente al mundo, la UE convocó ayer a una cumbre extraordinaria de jefes de Estado y de gobierno para el próximo miércoles 23 de septiembre en Bruselas, un día después de la reunión de ministros del Interior del bloque convocada hace sólo unos días atrás.
Pero, como demostró el gobierno de Croacia, las cosas cambian muy rápido en Europa por estos días. Apenas el miércoles, Zagreb había anunciado que daría la bienvenida a miles de refugiados. Ayer, tras la llegada de casi 9.000 personas, la posición de la ex república yugoslava cambió. “En este momento agotamos nuestras capacidades (...) Croacia ya está llena”, sentenció el ministro del Interior croata, Ranko Ostojic, antes de advertir que su gobierno “cerrará su frontera con Serbia si el país vuelve a recibir un flujo de 8.000 migrantes en un sólo día”. Unas horas después, al caer la noche, Zagreb cerró efectivamente siete de sus ocho cruces fronterizos en el sur, lindante con Serbia, según informó el Ministerio del Interior en un comunicado. Según el ministerio, más de 11.000 refugiados ingresaron al país desde el miércoles. La medida tensó aún más la situación política dentro de la UE porque el ministro de Defensa croata, Ante Kotromanovic, había advertido unas horas antes que si el flujo de refugiados seguía creciendo, “el ejército saldría a las fronteras”.
El gobierno conservador y ultranacionalista de Hungría decidió esta semana cerrar completamente su frontera, militarizarla y responder a la desesperación de los refugiados que escapan de guerras y conflictos religiosos y sectarios con penas de cárcel y represión. Según los cálculos de Budapest, en lo que va del año, unas 200.000 personas oriundas de Medio Oriente y Africa pasaron por la frontera entre Serbia y Hungría y siguieron camino hacia los países más ricos del norte del continente, entre ellos Alemania. Esta cifra representa un poco menos de la mitad de los casi 464.800 refugiados e inmigrantes que cruzaron los mares Mediterráneo y Egeo y desembarcaron en las costas sur de Grecia e Italia.
Después de dos semanas de solidaridad hacia los refugiados y una política de fronteras abierta, la mayoría de los países que componen la ruta más transitada por los recién llegados cerró sus fronteras o impuso controles policiales y militares, que redujeron dramáticamente el número de personas que logran alcanzar su objetivo final: llegar a los países del norte europeo. Pese al giro conservador de los gobiernos europeos, el número de refugiados e inmigrantes que arriesgan sus vidas y las de sus familias para llegar al Viejo Continente no mermó en lo más mínimo. En los últimos cuatro días, al menos 8.500 refugiados e inmigrantes, en su mayoría de Medio Oriente, llegaron a Lesbos, una de la islas griegas en el Egeo.
Grecia es uno de los países europeos que más refugiados e inmigrantes recibió este año, sin embargo, sigue manteniendo una política de puertas abiertas. Los deja entrar, registra a todos los que puede y les permite seguir camino a Macedonia, Serbia y, hasta hace unos días, Hungría. Desde hace dos días, Croacia reemplazó a la vallada Hungría.
La tensión, el cansancio y la falta de información provocaron ayer una nueva estampida en Tovarnik, al sur de la frontera serbo-croata, cuando un grupo de policías antidisturbios croata intentó ordenar la entrada bajo un calor sofocante y sin explicar a los refugiados, principalmente de Siria, Irak y Afganistán, si los dejarían pasar y los llevarían a Zagreb, la capital y una localidad cercana a Eslovenia. Las autoridades croatas trasladaron a muchos de los que llegaron ayer a un centro de recepción en las afueras de Zagreb y, después de una protesta generalizada de los refugiados que querían seguir su ruta, los liberaron gradualmente y en grupos.
Pero el gobierno de Eslovenia, otro miembro de la UE, ya anunció que no abrirá un corredor en su territorio para que los refugiados lleguen a Austria. La policía eslovena detuvo ayer en el paso fronterizo de Dobova, al oeste de la capital croata, Zagreb, el primer tren con unos 250 refugiados que llegó desde Croacia.
A seis días de la cumbre extraordinaria de la UE que reunirá a los jefes de Estado y gobierno europeos, todo indica que la situación humanitaria de los refugiados y la crisis política del bloque empeorará y lo hará rápido.