El día de Bandera es sin duda el acontecimiento cívico-patrio más importante para los rosarinos, casi podríamos decir sagrado. Sin embargo, el pasado 20 de junio fue totalmente desvirtuado, pues se transformó en un acto meramente político, arrebatado por la presidenta con un patético discurso político de campaña frente a un muy escaso público (muchos fueron traídos para hacer número). Si consideramos, según la policía, la presencia de 30 mil personas con actos anteriores siempre arriba de 100 mil muestra con claridad el vacío realizado por el pueblo rosarino sabiendo quizás de antemano que se iba transformar en un desquiciado acto político, independientemente de ese grupo tradicional que con mucho entusiasmo y fervor patrio participaron y colaboraron con el acto y que merecen el mayor de los respetos y el mejor de los aplausos pues jerarquizaron la jornada. Es lamentable y vergonzoso que la presidenta use la jornada tan cara para los rosarinos para hacer campaña política, sin decir una sola palabras sobre tantos escándalos de estafa y corrupción a que está sometido el país donde el gobierno no es ajeno, por el contrario, es el responsable. Un párrafo aparte para las autoridades provinciales y municipales por la torpeza que han tenido (no atinaron a nada) a dejarse copar y desvirtuar el verdadero sentimiento patrio que debe prevalecer el acto en el Día de la Bandera Nacional