Los profesionales vinculados al área informática son muy demandados en el país, y muchas veces los talentos son escasos. Este área tiene la particularidad de que está invadida por hombres y las mujeres no son seducidas por los ceros y unos tan tradicionales del mundo bit. En el informe “Y las mujeres ... ¿dónde están?”, el primer estudio de la Fundación Manuel Sadosky sobre la baja presencia femenina en informática se analizó esta tendencia y a partir de este escenario los analistas proponen herramientas para generar un cambio.
Una de las características de la vida actual es la ubicuidad tecnológica, con software que hace funcionar desde los celulares hasta los autos, pasando por casi todo dispositivo que opere en base a electricidad. Esta tendencia mundial se ve acompañada en el plano local por una industria de software y servicios informáticos argentina, que en los últimos diez años cuadruplicó su número de empleados. Sin embargo, en el estudio se observa que este crecimiento no ha sido acompañado por el interés de los jóvenes por estudiar o trabajar en informática, convirtiéndose esto en un cuello de botella para el desarrollo del sector.
“Paradójicamente, mientras los aproximadamente 3.500-4.000 graduados anuales no logran suplir una demanda que casi los duplica, muchos estudiantes secundarios no conocen los beneficios de trabajar en el área ni su apasionante campo de conocimiento. Este problema se ve agravado por uno que es doble: las mujeres representan tan sólo un 18% de los estudiantes de informática, generando tanto una profunda inequidad en la distribución del ingreso y del capital intelectual acumulado en la profesión, como privando al sector de la mirada de más de la mitad de la población”, apuntan en Fundación Sadosky.
La historia.No obstante, esto no siempre fue así. La carrera de Computador Científico de la Universidad de Buenos Aires (UBA), al ser la primera del país, permite comparar datos que comienzan en 1962 y muestran que durante varias décadas las mujeres eran mayoría. La principal conclusión del estudio podría resumirse en que “las representaciones que alejan a las mujeres de la informática se hallan en buena medida ya estabilizadas en la adolescencia tanto entre los varones como entre las mujeres”.
En el estudio —que estuvo a cargo del equipo de estudios sobre tecnología, capitalismo y sociedad de la Universidad Maimónides, compuesto por investigadores y becarios del Conicet, con amplia experiencia en el sector TIC argentino— se advierte que un 22% de la muestra manifiesta alguna potencialidad para desarrollarse en la informática y entre estos estudiantes hay más del triple de varones que de mujeres.
Además, se destaca que un 35% de las entrevistadas tiene predisposición para trabajar con tecnologías digitales, pero no para la informática. También, se detalla que en el informe elaborado por Mariano Zukerfeld, María Florencia Botta, Lucila Dughera y Guillermina Yansen que sólo un 34% de los entrevistados entiende que los salarios de las actividades informáticas son altos. Sin embargo, los salarios aparecen como un elemento lateral para elegir una actividad laboral en el caso de los varones, y de mucha menor importancia aún para las mujeres.
Fundación Sadosky encontró que un porcentaje variable de los estudiantes ha tenido o tiene experiencia laboral. Este porcentaje aumenta con el pasar de segundo a quinto año y de las mujeres hacia los varones. Así, el rango en el que se mueve la muestra va desde el 21,8% de las mujeres de segundo año hasta el 52,7% de los varones de quinto. No parece haber, en líneas generales, una “herencia laboral” determinante en el plano de los deseos en ninguno de los dos sexos. Por ejemplo, entre las pocas mujeres que refieren conocer a una programadora, ninguna elige a la programación como actividad deseada. Entre los varones, sólo un quinto de aquellos que señalan a un productor de software como su referente masculino quiere dedicarse a tal actividad.
Si bien ambos sexos coinciden en su deseo de desarrollar una actividad profesionalmente, luego, en el caso de las mujeres, las actividades del arte y del espectáculo tienen un lugar preferencial. La asistencia a personas (el llamado trabajo afectivo), las actividades de belleza y estética, el trabajo informacional y la docencia también se destacan. En el caso de los varones, resulta remarcable la inclinación a mencionar a la producción de software, que ocupa el segundo lugar en las preferencias, aunque con un porcentaje de apenas un 12% de las preferencias.
En lo relativo a las motivaciones para elegir la actividad laboral deseada, resulta relevante que entre las mujeres pese algo más el gusto, y entre los varones influyan ligeramente las especulaciones salariales y la herencia de familia y amigos.
Acerca de las representaciones sobre la correspondencia de distintas actividades laborales y el género femenino, la programación aparece rankeada décima entre trece opciones.
no a la programación. Las entrevistadas en los focus groups femeninos rechazaron a la programación como una actividad laboral principal o única y, de manera menos diáfana, también como actividad laboral complementaria o secundaria. “Ellas aspiran a ser mujeres que salen a trabajar fuera de su casa y, quizás, lejos del hogar y las entrevistadas se han formado la opinión de que la programación es una tarea que se realiza en buena medida como teletrabajo. Consecuentemente, rechazan a la programación como actividad laboral para sí sobre esta base”, apunta el estudio. En tanto, un 48% de los varones y un 63% de las mujeres declara no saber qué es un programa de computadora o software. La respuesta más elegida a la pregunta “¿De qué se trata programar?”, con un 55,5%, por ambos sexos y por un amplio margen sobre las siguientes es “De configurar Windows u otros sistemas operativos”. Si bien ambos sexos muestran un amplio desconocimiento, en el caso de las mujeres la aceptación del desconocimiento es mayor que entre los varones.
Este estudio no pretende saldar la cuestión de género e informática en la Argentina, pero aporta información valiosa para comprender una parte del problema y nos permite reforzar el compromiso con rumbos ya asumidos, a la vez que señalar otros aún no transitados”, aclaran desde Fundación Sadosky.
Entre las políticas públicas que trabajan estos aspectos se destacan el portal educ.ar del Ministerio de Educación, el “Desafío dale aceptar” y el portal “Estudiar computación”, de la fundación. Estas iniciativas tienen al Programa Conectar Igualdad como condición de posibilidad y, en líneas generales, contribuyen a acercar un tipo de información de la que las y los adolescentes carecen. También podemos mencionar la creación del canal TecTV y las iniciativas enmarcadas en el Programa de Popularización de la Ciencia, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva que tienen el mismo propósito.