Necesito redactar esta carta ya que experimenté una situación demasiado preocupante durante las dos últimas clases en un curso de segundo año. Con casi la mitad de los alumnos, de los 28 que deberían estar, me fue realmente imposible dar clases. Cuatro de ellos manifestaban una conducta sumamente alterada y desequilibrada. Gritaban sin sentido, no podían retener ideas, insultaban, ignoraban, protagonizaban diversas acciones agresivas hacia mí y hacia sus pares. Me siento hipócrita y parte de un sistema de igual tenor si creo que estoy cumpliendo mi función, y menos aún si creo que estoy "ayudando" a estos alumnos con dichas problemáticas. Existe el rumor que dentro de la escuela circula droga entre los mismos chicos. ¿Qué concepto se crea en el alumno así de la escuela? ¿Cuál es en este momento nuestra verdadera función? Creo que es necesario cambiar el enfoque y trabajar con equipos de profesionales. No es sano y hasta riesgoso diría, dar clases con chicos que asistan a la escuela en esas condiciones o que ni siquiera cuenten con hábitos mínimos de convivencia. La enumeración sería mucho más extensa de las carencias que estos chicos evidencian. Las sanciones no les importan, ya que el sistema los tiene que "contener" y por más que hagan lo que hagan van a ser "contenidos". Siento necesidad de escribir esta observación ya que creo profundamente en la importancia de la educación como una alternativa liberadora y de superación que puede tener el ser humano. Es primordial pensar en nuevas acciones, pero de verdad, no diciendo "cambiemos de estrategia" y que nada suceda. Es muy adornado desde el discurso, pero de poca aplicación práctica. No basta sólo un docente, es necesario la colaboración de psicólogos, médicos que trabajen en adicciones, trabajadores sociales, abogados pero en las escuelas, no detrás de los escritorios y a distancia. Se debe pensar en un proyecto a largo plazo y de urgente implementación. No debe quedar en sólo una charla aislada. Debe ser una tarea integrada y dirigida por gente entendida y comprometida con la problemática enunciada. Por otra parte, y con igual importancia, ¿por qué no pensamos en los otros alumnos? Ya que por contener a algunos pocos, que son mal contenidos, dejamos olvidado al resto. Es decir no beneficiamos a nadie. Se arraiga, dentro de todo este sistema de indiferencia, un sentimiento que es el siguiente: hago todo mal y es lo mismo que hacer todo bien, total no pasa nada. No debemos normalizar ni ignorar situaciones tan graves e importantes si entendemos que somos formadores y parte de esta sociedad.