La historia dirá que el nombre de Virus nació por él. “Virus era como llamábamos por esos días a Julio, que había estado engripado”, cita su hermano Marcelo Moura, en el capítulo 2 de su libro “Virus” sobre la génesis de la banda platense más atrevida del rock nacional. Julio Moura atiende a Escenario desde el teléfono fijo de su casa: “Estaba matando hormigas afuera, son diez millones contra yo”. La cita doméstica cae justo como una metáfora del camino del grupo pop, y tuvo un final similar: afuera había hormigas, tuvieron que luchar para derrotarlas, eran como diez millones, y triunfó Virus, o, mejor, ganó la música.
El grupo, que en aquellos años lideró Federico hasta que murió de sida, hoy lo integran Marcelo Moura en voz líder, Julio Moura y Daniel Sbarra en guitarras, Ariel Naón en bajo, Fernando Monteleone en teclados y Nicolás Méndez en batería. Hoy, a las 21.30, Virus toca en el teatro El Círculo (Laprida y Mendoza), en un repertorio que combinará lo mejor de su carrera, con eje en “Locura”, circa 1985. “Fue el momento más tope de Virus, no en cuanto a éxito y a ventas, sino que estábamos tan integrados, que fue todo muy natural, y musicalmente fue el momento más libre y más despojado, dijo Julio Moura, quien recordó que “cuando arrancamos nos tiraban con todo”. Y, como quien vence a las hormigas, afirmó: “La música sigue estando, y eso marca que todo valió la pena”.
—A medida que cambian las épocas siempre son sensaciones distintas. Nosotros veníamos de “Relax” y de hacer giras, y de pronto nos encontramos grabando “Locura”, entonces todo gira permanentemente. Las visiones que tengo en retrospectiva también van variando, y me voy acordando de cosas que en aquel momento no las tenía registradas. Pero básicamente fue el momento más tope de Virus, no en cuanto a éxito y a ventas, sino que estábamos tan integrados, que fue todo muy natural, y musicalmente fue el momento más libre y más despojado.
—Además, ese disco tenía temas como “Pronta entrega” y “Luna de miel en la mano”, que los siguen tocando. Pero, más allá de los hits, ¿se puede marcar este disco como un punto de inflexión en la historia de la banda?
—Sí, ehh, en realidad, no sé, porque cada disco tuvo su protagonismo o su marca. Dos años atrás de eso y en los tres primeros discos fueron en épocas sociales y políticas muy distintas. Por ahí fue más libre porque de alguna manera estábamos más realizados o habíamos pasado muchas barreras. A mí me cuesta ser objetivo en ese punto, tanto musical como temporalmente, porque cuando arrancamos, que nos tiraban de todo, también fue algo muy gráfico. Creo que para uno, viviendo dentro de esa historia, es muy difícil decir si realmente fue un punto de inflexión. Seguramente fue mucho, “Superficies... (de placer)” también lo fue. Una cosa es lo que pasa a representar para la gente y otra cosa es lo que vivimos nosotros.
—Siempre fueron distintos y lucharon contra la adversidad, pero después pasó que los mismos heavies que tiraban las piedras en los shows compraban sus discos.
—Sí, creo que fue como un cambio para todos, desde ese momento político social tan heavy, tan jodido, como fue la dictadura y pasar a la democracia, y la actitud nuestra fue salir sea como sea. Cando salimos decían que éramos diferentes, y sí, éramos diferentes, pero la gente terminó no entendiendo, sino compartiendo con nosotros que estábamos todos en una misma historia. Nosotros estábamos muy convencidos de lo que hacíamos y eso no quería decir que implicara un éxito directo ni nada de eso, simplemente que nosotros no íbamos a dejar de hacer lo que estábamos haciendo porque era nuestra vida. Después lo pudimos compartir con la gente, y muchos años más tarde lo seguimos compartiendo porque la música sigue estando y eso es lo que marca la sensación de sentir que valió la pena todo.
—¿Sentís que Virus hizo política desde la actitud, el humor, la rebeldía y la ironía sin hablar literalmente de política en sus canciones?
—Yo no cuestiono a quienes hagan música y pongan letras concretas y panfletarias, cada uno hace lo que quiere, nosotros consideramos que el arte es otra historia. Pero sí manifestábamos subconcientemente un montón de cosas, como hay temas referidos a la Guerra de Malvinas (se refiere a “El banquete”, que abre el segundo disco de Virus, “Recrudece”, en 1982), pero que no necesariamente teníamos que ponerle un título, aunque estábamos hablando de eso, dejando en claro que lo hacíamos desde el lugar del arte, ya que el arte siempre modificó históricamente los procesos sociales. Por ahí suena medio raro lo que te digo, pero es así, la libertad de expresión es lo que marca la diferencia entre una dictadura y una democracia.
—En tiempos de dictadura también les tocó sufrir por un hermano desaparecido...
—A mí el termino desaparecido nunca me cerró, porque fue secuestrado y asesinado (Jorge, el hermano mayor, militante del Ejército Revolucionario del Pueblo/ERP). El término desaparecido fue algo que creó la dictadura para generar una incertidumbre y que en el seno familiar exista eso de “andá a saber si seguirá vivo o no”, es parte de una metodología muy concreta. ¿Los 30 mil desaparecidos donde están?, la gente no desaparece en el aire, es muy fuerte para mí, esto no sé si es lo que me interesa decir, pero desaparecido no está, está secuestrado y asesinado.
—¿Como hicieron para no tentarse con un discurso antimilitar y generar artísticamente una propuesta que hasta parecía en las antípodas de un mensaje contestatario?
—Sí, hasta nos han juzgado por eso, ya que nos decían “cómo ustedes que tuvieron un hermano comprometido pueden hacer canciones tan triviales”. Y lo que nosotros decimos es que toda esa gente lucho para la libertad, y la libertad implica bailar y hacer un montón de cosas, no era que ellos eran aburridos, ¿se entiende? La democracia vino con un costo muy importante, de muchos jóvenes y mucha gente involucrada en esa lucha para poder tener una país donde la gente pueda salir a la calle, donde pueda bailar o no, eso es a elección de cada uno. Entonces especular con eso, ¿qué sentido tiene? Nosotros justamente fuimos coherentes con lo nuestro, pero jamás íbamos a hacer eso de “nosotros tenemos chapa para decir esto”, eso nos parecía de muy mal gusto.
—A más de 30 años del nacimiento de Virus, ¿no sienten una sensación de tarea cumplida o de revancha cuando ven que sus canciones la siguen cantando distintas generaciones?
—Es lo más fantástico que le puede pasar a un músico, es decir, tener una conciencia más objetiva, porque está más allá de uno, lo trasciende a uno, y es que la música la escucha la gente y no por una cuestión mediática sino por gusto. O de la misma manera que podés escuchar la voz de Federico porque está eternizada en un disco, es lo más maravilloso que puede sentir un músico, la música habla por uno, en definitiva.
—¿Cómo lograron para dar el salto anímico tras la pérdida de Federico?¿Fue un gesto de resistencia y tozudez?
—No lo veo tan así en cuanto a la resistencia, aunque obviamente tiene que haber resistencia. A mí no me gusta redundar en el tema, pero cuando me lo preguntan yo digo que no sólo perdí un hermano, sino un compañero de composición y la gente perdió un artista. Nosotros dijimos, «bueno, seguimos, pero no está el emblema, el representativo del grupo» y decís «¿de qué me disfrazo?». Pero lo que surgió fue que como resultado de un tiempo muy difícil dijimos «yo soy músico, hago músico y voy a seguir haciendo música, y yo soy Virus porque formé parte de todo esto, y no estoy engañando a nadie». Sobre todo me refiero a mí mismo, que era la gran duda, pero decir «se acabó todo» era renunciar a la vida, y yo no quiero renunciar a la vida, yo estoy vivo y sigo viviendo a través de la música. En algún punto, las agresiones y todo eso fueron difíciles, pero tuvimos varias, así que lo fantástico fue seguir haciendo música, y si hay que seguir luchando habrá que seguir luchando, como lo hicimos contra las piedras que nos tiraron al principio, esto es más o menos lo mismo. Es un desafío permanente y es interesante también en un punto, porque si no sería como demasiado aburrido.
—¿Fue un logro el lugar que tomó Marcelo como cantante, que le dio su personalidad como vocalista, sin perder la esencia de la banda?
—Claro, es difícil reconocer a Marcelo después de cómo la gente lo terminó de identificar a Federico. Algunos hablaban de cómo lo reemplazaba a Federico, cuando nunca es así, es decir, eso está más que claro. El tuvo mucha fuerza para llevarlo adelante y yo también me sumo porque entre los dos hicimos frente a un montón de cosas. Entonces es muy valioso lo que hizo él, ganó un lugar y el grupo siempre siguió siendo el grupo, es decir, de pronto hay momentos en que lees «cómo pueden seguir estos robando con la música que hacía Federico», entonces si lo planteas desde ese punto de vista es muy difícil. Vos no necesitás explicar que las cosas no son así, vos sos músico y seguís para adelante. Por eso digo que es muy valioso lo que hizo él y lo que seguimos nosotros también, porque es lo que nos gusta hacer, pero fundamentalmente por cómo la gente lo recibe. Eso es el punto más claro de todos, el cariño incondicional de la gente hacia la música y hacia la banda, defendiendo quizá mucho más allá de nosotros cómo fueron las cosas.