Italia estaba de luto este fin de semana por el fallecimiento del escritor y filósofo Umberto Eco, conocido mundialmente por su novela "El nombre de la rosa".

Italia estaba de luto este fin de semana por el fallecimiento del escritor y filósofo Umberto Eco, conocido mundialmente por su novela "El nombre de la rosa".
Umberto Eco, aquejado de cáncer desde hacía dos años, falleció en su domicilio de Milán el viernes a la noche.
"Fue un gran ejemplo de intelectual europeo", afirmó el primer ministro italiano, Matteo Renzi, luego de haber pasado en la semana por Buenos Aires. "Encarnaba la inteligencia única del pasado y una capacidad infatigable de anticipar el futuro".
Nacido el 5 de enero de 1932 en Alessandria, en la región del Piamonte (norte de Italia), Eco publicó "El nombre..." en 1980, cerca de sus 50 años, cuando ya era una celebridad en el mundo académico.
Novela de misterio ambientada en un monasterio medieval, llevada al cine en 1986 con Sean Connery interpretando al monje detective protagonista Guillermo de Baskerville, vendió millones de ejemplares y fue traducida a 43 idiomas.
A una pregunta sobre la fuente de inspiración para la novela, Eco respondió con la ironía que lo caracterizaba: "Empecé a escribir... acicateado por una idea seminal: tenía ganas de envenenar a un monje".
Repleto de citas en latín, el policial de este semiólogo orondo y afable "provocó el relanzamiento de la novela en Italia y la literatura italiana en el extranjero. Los escritores italianos se volvieron a traducir", destacó el crítico y novelista italiano Alain Elkann.
Hijo de un librero, Eco estudió filosofía en Turín, trabajó en los medios y fue editor cultural de la radiotelevisión estatal RAI, lo que le permitió penetrarse en el tratamiento de la cultura por los medios de comunicación.
Il Professore —de ojos maliciosos detrás de las gafas y barba blanca—, que afirmaba "escribir para divertirse", también era bibliófilo y poseía más de 30.000 títulos, incluyendo ediciones raras. Encarnó con energía la figura del intelectual europeo. "Se encontraba tan a gusto en París como en Berlín, en Nueva York como en Río", agregó Elkann.
En 1971 comenzó a dar clases de semiótica en la Universidad de Bologna. Fue profesor invitado en Argentina, Brasil y Estados Unidos y doctor honoris causa en más de 25 universidades
Ya en 1956, a sus 24 años, Eco había publicado su primer libro con el título de "La cuestión de estética en Santo Tomás". Sin embargo, nunca quiso convertirse en un investigador confinado en una torre de marfil, sino que contribuyó con la palabra en la vida pública de su país.
En los últimos años fue columnista de varios diarios italianos y del semanario "L'Espresso", y en 2002 estuvo entre los fundadores de "Libertà e Giustizia" (Libertad y Justicia), un grupo de intelectuales que se oponía a las políticas del entonces primer ministro italiano Silvio Berlusconi.
Políglota, casado con una alemana, en Bolonia (norte) ocupó la cátedra de semiótica hasta octubre de 2007, año de su jubilación.
Hombre de izquierdas, después de "El nombre de la rosa", ofreció a sus lectores "El péndulo de Foucault" (1988), "La isla del día antes" (1994) y "La misteriosa llama de la Reina Loana (2004)". Su última novela, "Número cero", publicada en 2014, es un relato policial contemporáneo centrado en el mundo de la prensa.
También escribió decenas de ensayos sobre temas tan dispares como estética medieval, las poéticas de Joyce, la memoria vegetal, James Bond, la historia de la belleza o de la fealdad.
"Lo bello se sitúa dentro de ciertos límites mientras que lo feo es infinito, por lo tanto más complejo, más variado, más divertido", explicaba en una entrevista en 2007, y añadía que "siempre le inspiraron afecto los monstruos".
Tras la victoria de Silvio Berlusconi en las elecciones legislativas de 2008, consagró un artículo al retorno del espíritu de los años cuarenta, "lamentando tener que escuchar discursos parecidos a los de la defensa de la raza que no atacaban solamente a los judíos, sino también a los gitanos, marroquíes o extranjeros en general".
Su último combate lo libró al lado de escritores como Sandro Veronesi para proteger el pluralismo de la edición en Italia después de la adquisición de RCS Libri por Mondadori, propiedad de la familia Berlusconi.
Umberto Eco se pasó con otros autores a una nueva editorial independiente, llamada La nave de Teseo (mítico rey de Atenas), dirigida por Elisabetta Sgarbi, ex directora editorial de Bompiani, estandarte del grupo RCS, editor en Italia de Umberto Eco y también del francés Michel Houellebecq.
Doctor Honoris Causa por cerca de 40 universidades, entre ellas, la Complutense de Madrid, Castilla-La Mancha, Sevilla, Burgos o Buenos Aires, recibió en 2000 el premio Príncipe de Asturias.
Últimos honores en un palacio; y en 10 días, su obra póstuma
La despedida de Eco se celebrará el martes en un acto civil en el Castello Sforzesco, una joya arquitectónica del siglo XV que el autor de "El péndulo de Foucault" podía ver desde la ventana de su casa.
Ayer a la mañana los alumnos de Eco se acercaron a la plaza Castello para, silenciosamente, dejar rosas blancas bajo la casa de su maestro.
Eco luchó los últimos años contra el cáncer sin perder jamás tres de los rasgos de su carácter: la curiosidad, la ironía y un vaso de whisky.
"Ha trabajado hasta el final", contó ayer su editor Mario Andreose. "Exceptuando los tres últimos días, escribía y escribía, era un trabajador formidable", agregó el ejecutivo.
El libro póstumo de Eco, "Pape Satàn Aleppe" —construido a partir de las columnas que publicaba en el semanario L'Espresso— verá la luz en una o dos semanas en Italia, según consignó Andreose. El editor señaló que allí está "la historia de los últimos 15 años" y por eso el subtítulo: "Crónicas de una sociedad líquida".
Andreose agregó que las páginas de "Pape..." albergan pasajes de una comicidad espléndida y otros en los que Eco "analiza la identidad del Papa Francisco, al que tenía en gran estima".
De todos los artículos laudatorios que ayer publicó la prensa italiana, tal vez el que más encaja con el carácter de "il professore" sea el del periodista Gianni Rotta en "La Stampa" de Turín: "Filósofo, padre de la semiótica, escritor, profesor universitario, periodista, experto en libros antiguos: en cada una de sus almas Umberto Eco era una estrella internacional, pero con sus estudiantes, lectores, colegas, jamás exhibió la pose snob que tal vez otros escritores sí habrían adoptado de haber publicado best sellers como «El nombre de la rosa» o «El péndulo de Foucault». Umberto Eco reía, se informaba de las novedades y -encendiendo un cigarro- contaba la última broma antes de presentar una nueva teoría lingüística".
Ese, y muchos otros, era el intelectual que le toca despedir a Italia.
Eco deja una viuda, Renate Ramge Eco, una profesora alemana de arte, con la que se casó en 1962 y tuvo un hijo y una hija.



