Una lluvia de arañas cayó del cielo en el pueblo australiano New South Gales, según informaron medios locales. Increíble pero real, el fenómeno, digno de una película de terror, sembró de intriga y espanto al pueblo australiano cuando una extraña “lluvia de arañas” cayó del cielo.
Miles de pequeñas arañas descendieron sobre el pueblo del estado de Goulburn. Los arácnidos rápidamente tejieron mantas blancas que cubrieron los campos de plantaciones, despertando el espanto de los habitantes.
La extraña situación podría ser explicada por las lluvias que han afectado esa región y que, según los medios australianos, serían la razón de que las arañas trepen a la cima de los árboles y usen sus telarañas para viajar con las brisas.
¿Cómo hacen para viajar? Tejen sus pequeñas bolsas y el viento las va llevando. El fenómeno se conoce como “balloning” o también como “kitting”. Y se la considera una migración masiva incluso a kilómetros de distancia. El asunto es que para los vecinos llueven arañas, en copos. Y esos copos empiezan a cubrir los campos, por eso los habitantes los llaman “cabellos de angel” y al tiempo, campos y árboles empiezan a ser blancos, cubiertos de telarañas.
Las bolsas o copos llevan pequeñas arañas que usan la tela como si fuera un paracaídas y se cree que no son peligrosas si se las toca.
Aracnólogo. Por su parte, Keith Basterfield, aracnólogo jubilado de la Universidad de California, en los Estados Unidos, reveló que la lluvia de arañas sucede varias veces al año, pero que la gente en Australia no lo nota. Dicha lluvia es parte de la migración natural de los arácnidos. El fenómeno se conoce como “cabello de ángel”.
Particularmente en los meses de mayo y agosto las arañas jóvenes del interior de Australia arrojan hilos de telaraña al aire y los utilizan como un paracaídas, esto para desprenderse de la tierra y moverse en grandes colonias a través del cielo. “Ellos vuelan por el cielo y luego vemos estas caídas de telas de araña que se ven casi como si estuviera nevando”, dijo Basterfield.
Las arañas bebés que abandonan el “paracaídas” dejan hilos de telaraña en postes de teléfono, arboles y casas, dejando así el rastro de su migración, informó el periódico australiano Goulburn Post.