La forestación y la reforestación, son uno de los mandatos insoslayables de este tiempo en que la cuestión ecológica va adentrándose, lenta, muy lentamente, en la conciencia de todos. En 1989, la Dirección de Vialidad de la provincia de Mendoza comenzó un programa de forestación en la alta montaña, realizando plantaciones de pinos en las villas cordilleranas de Uspallata y Los Penitentes, así como en las localidades de Punta de Vacas y Puente del Inca. Se plantaron 1.500 ejemplares colaborando en las tareas estudiantes y agrupaciones del medio ambiente. Considero que cuando la tala indiscriminada de los bosques causa serios desequilibrios ecológicos en varios lugares del mundo y cuando la selva amazónica está siendo deteriorada la iniciativa concretada en la provincia cuyana debiera ser imitada en cada lugar donde sea posible. Alguna vez hay que empezar a plantar árboles en forma sistemática y continua; hay que repoblar nuestra diezmada colonia forestal y, si no es mucho pedir, debiera talarse con cierta racionalidad. Por eso es alentadora la determinación del gobierno de nuestra provincia en el sentido de plantar 20 mil árboles en la autopista Rosario-Santa Fe, para conformar un corredor vial biológico en toda la extensión de la traza. El domingo 5 de junio (Día Mundial del Medio Ambiente) se plantaron los primeros 1.100 ejemplares del auspicioso proyecto. Si los árboles purifican el aire, por qué no ayudarlos a que nos ayuden; si los árboles embellecen el paisaje, por qué destruir obras de arte de la creación; y si no hay otra alternativa que destruirlas por razones de interés superior, habría que recrearlas en otras áreas cercanas, plantando dos o más ejemplares por cada uno que se extrajo. La reforestación en Mendoza y Santa Fe debe ser considerada un ejemplo a seguir en todos los lugares donde la geografía lo permita. Como en esas áreas de montaña en las que a la imponencia agreste de los panoramas andinos, puede hacerse el intento de sumarle el verde encanto del milagro vegetal, que es un matiz paisajístico incomparable. Como en la llanura de nuestra zona litoral, donde personas y aves recibirían los beneficios de nuevos conglomerados forestales. En la Argentina, principalmente en el área de montes chaqueña y formoseña, en la misionera y en la de Salta y Jujuy, viene produciéndose desde hace décadas una lamentable deforestación del bosque natural, que por distintos motivos continúa en el presente. A propósito de la deforestación, las Naciones Unidas declaró a 2011 Año Internacional de los Bosques, y eligió el lema: "Bosques; la naturaleza a su servicio". Villa Guillermina, como Tartagal, La Gallareta, Villa Ana y otras poblaciones de la cuña boscosa, figuran en la tristemente célebre historia de La Forestal que dejó una impronta dramática en el norte de Santa Fe, y parte de Chaco, Santiago del Estero y Formosa; devastando los montes de quebracho colorado, símbolo del preciado tanino en aquellos tiempos de fines del siglo 19 y de las primeras décadas del siglo 20. Nombrando a Villa Guillermina, vienen a la memoria los versos y la melodía de una canción que trae (por el nombre, no por su contenido poético) el recuerdo de La Forestal; cuya imagen quedó asociada por siempre a los valiosos quebrachales del Chaco santafesino. Ese recuerdo debe estimular la decisión política de hacer cumplir sin excepciones las normas que en ese sentido emanan de la ley de bosques de algunas provincias, y de la ley Nº 26.331 (conocida como ley de Bosques o ley Bonasso) reglamentada por el gobierno nacional en febrero de 2009.
Edgardo Urraco