Espanto
Hace diez días escribía unas líneas sobre la respuesta popular, los recuerdos de
otros tiempos, que había despertado la muerte de Raúl Alfonsín. Hoy, tan pocos días después, tengo
la mandíbula destrozada (por apretada, pero sobre todo por caída) ante los hechos de Valentín
Alsina, el asesinato de Capristo...
20 de abril 2009 · 23:00hs
Hace diez días escribía unas líneas sobre la respuesta popular, los recuerdos de
otros tiempos, que había despertado la muerte de Raúl Alfonsín. Hoy, tan pocos días después, tengo
la mandíbula destrozada (por apretada, pero sobre todo por caída) ante los hechos de Valentín
Alsina, el asesinato de Capristo, el chofer de Andreani acribillado por un chico de 14 años a quien
antes de morir la víctima también había intentado disparar con su propia arma. Porque por allí,
parece, hay mucha gente armada.
Y recuerdo, hoy, que hace diez días, en esa otra columna, escribí sobre marchas
a las que definí como fascistas. Es cierto que la amargura me hizo simplificar y soslayar otra
dimensión de esas marchas que, repito, temí y temo fascistas.
Y ahora, tras el asesinato de Capristo, veo una. Sobre todo la miro por tevé con
estupor. Veo la brutal paliza que El Justiciero, El Pueblo Enardecido, le dio a un fiscal hasta
dejarlo internado. Es decir, nada menos que a quien debe investigar, y acusar al responsable de esa
muerte. Y escucho, con más estupor todavía, al periodista de un canal de noticias que sentencia:
"No se explica, pero se entiende". Lo escucho decir eso. Qué horror, pienso, al periodista ni lo
explico ni lo entiendo.
Y me agarro la cabeza, casi-casi me mareo.
Por si fuera poco, es hoy, mientras escribo estas nuevas líneas, el mismo día en
que Néstor Kirchner se promociona en un acto donde parece levantarle el brazo al gobernador de
Buenos Aires Daniel Scioli en su candidatura "testimonial".
En el mismo acto, K explica a quien quiera escucharlo que su esposa no hace más
que reclamar "la ley penal del menor". O sea, todo parece indicar que Cristina clama y clama por la
baja en la edad de imputabilidad. La culpa, dice K, es de la Justicia. No de la mayoría
parlamentaria que todavía es suya. Cuánta hipocresía. ¿Pero qué otra cosa podría decir hoy K, si el
clamor pasa por ahí y él tiene que juntar votos como mejor o peor pueda? El "proyecto" lo
exige.
Y vuelvo a la "pueblada" de Valentín Alsina, como la llamó ya no sé qué otro
canal. Intento ponerme en el lugar de esas personas a quienes les mataron al que más querían. Pero
no sé... me sale otra cosa. Si me quieren tildar de aristocrática, elitista, intelectual,
progresista, poco empática con el sufrimiento ajeno y el "sentir popular", llámenme como gusten,
pero a mí me sale otra cosa: espanto.
Y les juro. El espanto es por la muerte del chofer de Andreani, por esa otra
muerte en vida que es la del pibe que lo mató con apenas 14 años, un pibe -qué duda cabe- que está
frito, pero es espanto sobre todo lo que me sale cuando veo esa "reacción" de parientes y vecinos
del muerto pegándole brutalmente a un fiscal, de quien seguramente ni entienden qué papel le toca
en el asunto. Qué grave es, qué grave es, qué grave es. Qué nivel de brutalidad.