La escarapela está entrañablemente unida a las vivencias escolares. No es un símbolo nacional sino un emblema, por eso no hay ninguna ley que reglamente su empleo y en consecuencia puede adoptar muy diversas formas. Si bien es tradicional usarla para las fiestas patrias y sus vísperas, nada impide que la llevemos en cualquier momento del año. Usar escarapela no indica júbilo, ni luto, por esto puede lucirse aún en las fechas de nuestra historia que implican sentimientos de pesar; como el 17 de agosto, aniversario de la muerte del Libertador San Martín. Desde la década de 1940 la historiografía ha desentrañado que en las jornadas de Mayo de 1810 no se usaron escarapelas celestes y blancas; de manera que el protagonismo de French y Berutti es un error, difundido como una leyenda, pero sin fundamentos. La certeza es que la escarapela fue dispuesta por decreto del Triunvirato (23/2/1812), a pedido de Belgrano y que la primera ocasión en que se usó oficialmente fue el 27 de febrero de 1812, en oportunidad del primer izamiento de la Bandera nacional, en Rosario. Sin dudas que las manos de las mujeres rosarinas debieron esforzarse para proveer de estas cucardas a las tropas comandadas por Belgrano. De esto ya hace doscientos años.