No sé cuántos coincidirán conmigo, pero estimo que en los últimos meses se ha deteriorado, y mucho, el esquema económico de nuestro país, donde la inflación golpea de manera violenta sobre una gran franja de la población que cuenta tan solo con un ingreso de dinero que ronda los dos mil pesos mensuales. Y si a esto le sumamos lo que ocurre con una violencia inusitada que se ha instalado para quedarse desde un tiempo a esta parte en el corazón de la sociedad argentina, realmente estamos sentados en el cráter de un volcán a punto de estallar en el momento más inesperado. El pueblo mediante sus permanentes reclamos viene priorizando cuáles son las falencias en los distintos estamentos que todos conocemos, y que no viene al caso aquí repetir. Pero los que tienen que advertir las soluciones son los funcionarios y asesores (que son una banda, como dicen dispectivamente ahora los pibes), funcionarios insertos "en el modelo" a los que lo único que les interesa parece es acrecentar sus fastuosos patrimonios personales. No digan después que no se les avisó: este tren se dirige en dirección y sin frenos a la última catástrofe que cegó la vida de 51 argentinos que pedían a gritos no viajar "como animales". Atención entonces, que a la democracia es necesario mejorarla y no deteriorarla como se espeja en lo que acontece.