Diez personas, entre ellas un peruano y ocho alemanes, murieron en Estambul en un atentado que el gobierno turco atribuyó a la milicia terrorista Estado Islámico (EI). El terrorista que se inmoló con un cinturón explosivo era un sirio. Turquía es vecina de Siria y desde que el gobierno turco ha iniciado una ofensiva aérea contra el Estado Islámico en agosto pasado se ha elevado el riesgo de este tipo de atentados. Sin embargo, persisten las dudas sobre el gobierno islamista del presidente Recep Tayyipp Erdogan y sus presuntos vínculos con la milicia terrorista del EI.
La explosión se produjo a las 10,15l en el famoso Obelisco de Teodosio, situado en el barrio histórico de Sultanahmet, en el centro de Estambul. En ese lugar se encuentran los principales atractivos turísticos de la ciudad, como la Mezquita Azul, la catedral de Santa Sofía y el Palacio de Topkapi. Claramente el terrorista suicida buscó causar la mayor cantidad de muertos y heridos entre los turistas occidentales, muy fáciles de identificar por su aspecto.
Según el primer ministro turco, Ahmed Davutoglu, el atacante suicida pertenecía al EI. El viceprimer ministro Numan Kurtulmus apuntó que el hombre, nacido en 1988 en Siria, entró en Turquía desde la vecina Siria.
Entre los fallecidos hay ocho ciudadanos alemanes, confirmó el ministro de Relaciones Exteriores germano, Frank-Walter Steinmeier, que rebajó la cifra de los nueve que se barajaban previamente. Además, resultaron heridos otros nueve alemanes, algunos graves. El gobierno peruano confirmó por su parte una víctima mortal de su país, si bien dijo desconocer su identidad. "Todavía no tenemos la identidad exacta de las dos víctimas (la otra es un herido). La embajada está haciendo todas las averiguaciones. Primero identificaremos y luego avisaremos a los familiares", dijo la canciller peruana Ana María Sánchez.
La canciller Angela Merkel calificó el atentado de "acto asesino" y expresó su profundo pesar por la muerte de ocho compatriotas. "Hoy le tocó a Estambul, antes a París, Copenhague, Túnez y tantos otros lugares", dijo la canciller. "El blanco siempre es el mismo: nuestra vida en libertad y nuestras sociedades libres", enfatizó. La canciller habló tanto con Davutoglu como con el presidente Erdogan. En el atentado resultaron heridas 15 personas, dos en estado grave.
Censura oficial. Tras el atentado, el gobierno turco impuso un embargo informativo. Según el controlador de medios la ley permite una medida de este tipo. En los hechos, fue un acto de censura. Ni los canales de televisión estatales ni otras importantes cadenas privadas mostraron imágenes del ataque. En el lugar de la detonación. Los restos de los fallecidos conformaban un escenario impactante, que el gobierno turco prefirió ahorrar a sus ciudadanos. El lugar del ataque es lugar de paso obligatorio de los turistas extranjeros. El barrio de Sultanahmet es uno de los lugares más visitados por los turistas que viajan a Estambul. Recibe su nombre del sultán Ahmed I, que gobernó el Imperio Otomano entre 1603 y 1617. Sultanahmet se encuentra en una península en la parte europea de Estambul, donde se encontraba el centro de la histórica Constantinopla, capturada por los musulmanes en 1453. Cerca se encuentran la Mezquita Azul, la catedral de Santa Sofía y el Palacio de Topkapi, así como el Obelisco de Teodosio y la Fuente Alemana. Sultanahmet fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.
Claramente, el Estado Islámico apuntó a dañar el turismo, uno de los principales recursos de divisas de Turquía. La CNN informó de turistas conmocionados que huían de sus hoteles. Erdogan inició en agosto una ofensiva aérea contra el EI luego de un atentado contra turcos de la minoría kurda. Pero pese a esta intención oficial, la mayoría de las bombas de los cazas turcos caen en los campamentos de los guerrilleros kurdos.