Creo que nadie es dueño de la verdad, pero, considero que cuando se tienen fundamentos y sentido común se puede dialogar. Por lo cual, apoyo la carta de un lector, donde expone su sentir sin “ceguera” en su carta: “El pecado interno” por lo que considera errores de la Iglesia. En el tema de las religiones se pueden apreciar distintas ópticas, es como en los laberintos de espejos, cada cual se ve reflejado cóncavo o convexo pero el sujeto que está frente a ellos es el mismo. Nobleza obliga: debo reconocer que los puntos que vengo haciendo hincapié de la Iglesia (como la pedofilia que se encubría bajo las sotanas eclesiásticas –no por vía judicial como cualquier mortal– el celibato, el lavado de dinero, la mafia y la malversación de bienes) están siendo considerados por un Papa que además de su humildad, refleja ser un gran estratega, ante una Iglesia en decadencia. Estos datos de merma de feligreses, aportados según informes realizados, no contemplan al contabilizar los creyentes que los que son bautizados, no siempre continúan siendo profesantes o mantienen su fe. Relacionado con la Iglesia quiero describir la Catedral Metropolitana de Liverpool de diseño circular, con un centro dedicado al altar (quizás, contemplando la igualdad de seres humanos que asisten con quien hace de intermediario de la palabra de Dios), vitrales de colores y simple hormigón en sus paredes. No existen fastuosidades, el “Vía Crucis” realizado en bronce de manganeso por el artista Sean Rice, no es el de otras iglesias que infunden temor a los niños y atormenta a grandes (esculturas chorreantes de sangre o rebosantes de piedras preciosas). La etapa de fastuosidad de las iglesias (demostrar poder e inculcar el miedo como salvación) debe ir siendo reemplazada por las iglesias modestas donde quien quiera ir tenga la oportunidad de recogimiento sin presiones subliminales.
Silvia Buonamico
































