Chile salvó a los 33 mineros y marcó un hito de supervivencia
A las 21.55 salió Luis Urzúa, el último de los rescatados. Y a la 0.33 de hoy, el último
rescatista El jefe de los mineros, de 53 años, se abrazó con el presidente Piñera, en una fiesta
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14 de octubre 2010 · 01:00hs
Los 33 mineros atrapados en las entrañas de Chile volvieron ayer a ver el mundo, en un emotivo
rescate que puso fin a un encierro de más de dos meses y se convirtió en el mayor hito de
supervivencia bajo tierra de la historia.
Entre gritos de felicidad, aplausos y festejos, los hombres que
estuvieron 69 días en las fauces de la mina San José, en el desierto de Atacama, emergieron uno a
uno en una cápsula, izada por un estrecho y caluroso túnel de 622 metros de roca sólida.
Las sirenas y los cantos sonaron, globos con los colores patrios de
Chile fueron soltados al aire, funcionarios se abrazaron y familiares corrieron a fundirse con el
último de los sobrevivientes que abandonó el yacimiento, el jefe de la mina, bajo una lluvia de
champán.
“Espero que esto nunca más vuelva a ocurrir”, dijo el minero
Luis Urzúa al marcar el fin. “Gracias a todos, gracias a todos los rescatistas, gracias a
todo Chile”, acotó.
Los trabajadores fueron rescatados en un operativo sin fallas y con un
avance más rápido de lo esperado que puso broche de oro a la hazaña de supervivencia, seguida por
millones de personas de todo el mundo en sus televisores, radios, diarios e internet.
“Un buen capitán”. “Recibo su turno y lo felicito porque cumplió con su deber
saliendo a lo último como hace un buen capitán”, dijo el presidente chileno, Sebastián
Piñera, a Urzúa después de abrazarlo.
“Quiero delante de usted agradecerles a los miles y miles que
trabajaron incansablemente para que ustedes estén acá con nosotros”, agregó, entre aplausos y
luego de dar el famoso grito de celebración en el país: “¡Viva Chile, mierda!”.
Los mineros habían quedado atrapados en un refugio de emergencia de la
centenaria mina de cobre y oro San José por un derrumbe el 5 de agosto que avivó especulaciones
iniciales de que habían muerto.
Pero las esperanzas se encendieron cuando 17 días después lograron
enviar, por un hoyo del tamaño de una toronja abierto durante las operaciones de búsqueda, un papel
manuscrito diciendo que estaban vivos y en buen estado.
La odisea, que llenó de orgullo a los chilenos por el impecable
operativo, tuvo un final feliz. Ahora el minero Ariel Ticona, que vio la superficie pocos minutos
antes de su jefe, podrá conocer a su hija bautizada Esperanza, que nació hace sólo algunas semanas
cuando él estaba bajo toneladas de roca. Y su compañero Esteban Rojas podrá cumplir la promesa que
hizo a su esposa de casarse en una ceremonia religiosa, dos décadas después de haberlo hecho en un
registro civil. “Gracias a Dios recuperamos a nuestro hermano y estamos juntos”, dijo
Yolanda Rojas, hermana de Esteban, mientras se preparaba para dejar el campamento.
Los familiares pidieron que la mina, que autoridades adelantaron que
será cerrada, se convierta en una especie de santuario donde puedan ir a agradecer por el milagro.
La madrugada de ayer bocinas y aplausos llenaron el aire y campanas
repicaron en ciudades del país, mientras la mina iba pariendo uno a uno a los trabajadores.
Después de respirar aire fresco por primera vez en dos meses, el minero
Mario Gómez contó lo que vivió a los presidentes de Chile y de Bolivia.
“Lo único que quería era llegar arriba. La vida es una sola y aquí
uno piensa que tiene que cambiar. Yo cambié, soy un hombre distinto”, dijo Gómez.
Con un humor a prueba de balas, Mario Sepúlveda, el segundo minero en
ser rescatado, abrió un bolso al salir y le entregó pedazos de roca del fondo de la mina al
presidente y otros funcionarios.
“Estuve con Dios y estuve con el diablo, me pelearon, me ganó
Dios. Me agarré de la mejor mano”, dijo horas después Sepúlveda, rodeado de sus familiares.
“Esto es un milagro de Dios”, dijo Alberto Avalos, tío del
primer minero en ser rescatado, Florencio Avalos.
El último apagó la luz. Una vez rescatados los 33 mineros, a las 21.55 de anoche, comenzaron a
salir los socorristas que permanecían en la profundidad de la mina.
Como había acontecido con los mineros sacados durante la tarde y la
noche de ayer, los rescatistas fueron elevados en lapsos cada vez más cortos, al extremo que
bajaron el tiempo de cada ascenso a apenas unos diez minutos.
El jefe de los rescatistas, Manuel González, que había sido el primero
en bajar a socorrer a los 33 mineros, se quedó solo en la mina hasta que la cápsula lo sacó a la
0.33 de hoy. l