“La poesía es una forma de vincularse, que permite interpretar y conocer el mundo, y tener una mirada más sutil sobre las cosas”, señala la profesora en letras Rosana Guardalá, acerca de un género que busca mayor difusión y protagonismo en la escuela. Un Festival de Poesía en la Escuela que se realiza en todo el país desde 2010 propone precisamente afianzar esta lectura, escuchar el relato de un poema en la voz de su autor, sorprenderse con aquellas imágenes y sensaciones que se vuelven palabras, o despertar la imaginación y la producción a través de talleres. Este encuentro vincula al alumno con el poeta contemporáneo en un espacio diferente al del aula, que no genera una obligación, tampoco una actividad curricular. Este año el encuentro de la palabra escolar se desarrollará entre el 5 y 18 de octubre en casi todas las provincias del país. En Rosario, la actividad está prevista para los días 15 y 16 de octubre en la Escuela Territorial Insurgente Camino Andado (Etica), una secundaria para adultos de Nuevo Alberdi, y la Escuela Secundaria Nº 243 José Manuel Estrada.
“Se trata de devolverle a la poesía un lugar protagónico y también sacarle a los que escriben el aura de elegidos o inalcanzables. El escritor comparte su poesía con los alumnos, y se genera algo maravilloso en esos días, porque los chicos siempre se sorprenden al escuchar poesía”, señala Guardalá, quien colabora en la organización de este festival en la ciudad. En la tarea de contactar a las escuelas participantes y convocar a los poetas lectores, asegura que la actividad permite visibilizar a los autores más jóvenes y menos conocidos a la par de los consagrados. “Existe un diálogo fluido, donde se vinculan y reconocen mutuamente, así descubrimos en la misma sala a poetas jóvenes como el chaqueño Franco Rivero escuchando a Alicia Genovese”, destaca. Además de las mesas de lectura, hay talleres de poesía y arte para chicos, que vinculan la obra de algún autor con otros lenguajes como la música, las artes visuales y el teatro.
Más cotidiana. “La poesía contemporánea parece menos metafórica y más coloquial, no es aquella que aprendían antes los alumnos de memoria, insufrible por su retórica y léxico, y que tenía cierta musicalidad y juego que hacía que perdurara en el tiempo. Hablar de un puchero, del amor a partir de la cocina, son formas de expresión más vinculadas con la cotidianidad, que logran que nos identifiquemos con aquel que escribe, siente y le pasan las mismas cosas”, continúa.
“La poesía permite abrir y explorar el mundo de la escritura y lectura, es como ver en el pliegue”, explica Guardalá. La profesora asume que siempre le pareció un género amable para vincularse y compartir con otros, pero que también percibe cierta resistencia debido al desconocimiento o desinterés de algunos docentes que la consideran oscura. “Los docentes que se animan a correrse del significado y abrir los sentidos, capitalizan la práctica”, analiza.
Entre los recursos adecuados para incorporar en el aula, Guardalá valora precisamente la propuesta del festival, que acerca los poetas a la escuela y trata de sortear la distancia que existió siempre entre el que escribe y el que lee. “Un poeta es una persona que como cualquier otra tiene un trabajo, una vida y una familia, y que también los chicos sepan que a este poeta lo inspiran y movilizan otros poetas. Compartir la lectura en voz alta es una manera de acercar también a aquellos chicos que no les gusta leer o les da vergüenza. Algunos dicen que es más fácil leer narrativa, y se resisten cuando observan un glosario debajo o una referencia que dice siglo XIX, para ellos significa la prehistoria, que implica un trabajo extra para decodificar y entender qué quiso decir el autor, una pregunta que se formulaba veinte años atrás”, continúa Guardalá, a cargo de la cátedra de análisis de texto en el Profesorado de Letras.
Escuchar un poema y quedarse con el eco es una sensación maravillosa que también sucede en el aula. “Los alumnos pueden describir una imagen, expresar sus emociones o contar una historia a través de la poesía, sólo hay que invitarlos a que se acerquen. Producir un escrito es algo que atrae a los adolescentes, y que si lo desean durante el festival podrán leer en voz alta a la par de los poetas”. Guardalá sugiere escribir a partir del juego, el nombre propio, o la comparación de imágenes.
“A veces aparecen en el aula esas ensaladas que mezclan los versos de Sabina o Fandermole con García Lorca o Rubén Darío, y esto hace que se pierda el sentido de la poesía. Para ingresar al universo de la poesía, primero hay que desmalezar un poco, ubicar al alumno, y enseñarle que un autor de otro siglo no escribió igual que uno contemporáneo, tampoco se pueden leer sus poemas del mismo modo”.
En voz alta. El festival comenzó en 2010 en cuatro escuelas de Buenos Aires: dos de Capital y dos del Conurbano. Marisa Negri, docente del nivel secundario, convocó en ese momento, a través de las redes sociales, a poetas que quisieran leer en las escuelas, “35 amigos se mostraron interesados en participar”, recuerda todavía con asombro respecto al proyecto que impulsa y coordina con Alejandra Correa, gestora cultural y poeta.
“Sentíamos que había un espacio que la poesía no ocupaba en la escuela, un lugar para explorar. Al principio íbamos a todas las escuelas del país, luego armamos una red y realizamos dos encuentros con docentes de todo el país con la idea de pasar la posta, así es como hoy existen actividades relacionadas con el festival en casi todas las provincias”. Marisa vive en la comunidad del Delta en San Fernando desde hace tres años, su carrera docente siempre estuvo vinculada con la escritura de poesía, y ahora también con la naturaleza.
“En la educación resulta difícil medir cuánto de lo que uno hace como mediador de lectura o tallerista se recibe, pero hay que seguir insistiendo para que lleguen los resultados. La poesía no es un discurso racional, tampoco mide qué aprendiste o el subrayado de adjetivos o metáforas, y ahí es donde si el docente no abre su corazón y su sensibilidad no pasa nada. A veces los chicos preguntan para qué leemos, y les decimos que ?para nada? porque es necesario correrse de ese lugar utilitario de la palabra. Entonces aclaramos que no van a hacer luego un trabajo práctico de 10 horas, que leemos para saber qué opinan, si les gusta o no, si se conmueven. Pero para que esto suceda también hacen falta equipos directivos que apoyen estas posturas”. La escritora destaca la Colección de poesía Juan Gelman, integrada por 80 títulos de más de 500 autores de la Argentina y el mundo que se incorporó el año pasado en las escuelas secundarias públicas e institutos superiores de formación docente del país.