El secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, puso ayer varios condicionamientos para que Gendarmería regrese a Rosario. “En las condiciones que nos fuimos a fin de 2014, no volvemos”, advirtió. El funcionario exigió “una fuerte presencia de la policía provincial en las calles, incorporación de tecnología y una reforma estructural de la fuerza”. Y reclamó que “la Dirección de Delitos Complejos de Santa Fe deje de hacer operativos vinculados a la droga que no son de su competencia y terminan haciendo fracasar la investigación federal”
En diálogo con La Capital, Berni aclaró que el retorno de las fuerzas federales a la ciudad “está supeditado a que exista un compromiso del gobierno provincial de hacer las cosas que no hicieron el año pasado, cuando estuvimos con Gendarmería y Prefectura durante diez meses”.
Al respecto, el secretario de Seguridad fue categórico: “De todo lo que se comprometió a hacer el gobierno provincial no cumplió nada. Hubo un repliegue de la policía y trajeron agentes que vivían a 500 kilómetros de Rosario que no conocían el territorio”, lanzó.
El funcionario nacional aclaró que aún no se reunió con el gobernador Antonio Bonfatti, como trascendió en algunos medios y que todavía no está sellada la vuelta de las fuerzas federales a la provincia de Santa Fe.
“Me reuní con legisladores nacionales santafesinos encabezados por Omar Perotti a quienes les transmití la voluntad del gobierno nacional de asistir a la provincia en materia de seguridad, pero pusimos condiciones. Y remarcamos que como nos fuimos en 2014 no volvemos”, precisó.
Berni señaló que el Ministerio de Seguridad de la Nación “está siempre abierto a brindar colaboración a cualquier gobernador que llame solicitando presencia por alguna razón justificada”.
En ese marco, el secretario de Seguridad disparó: “No tenemos problemas en volver con las fuerzas federales, lo que no entendemos es para qué nos llaman si (el candidato a gobernador del socialismo, Miguel) Lifschitz dijo que cuando estuvo Gendarmería en Rosario no bajaron los índices delictivos y la violencia. La verdad no se entiende”.
Luego Berni enumeró “algunas de las exigencias que deben cumplirse” para que se concrete el operativo retorno. “En especial tiene que haber un compromiso de fuerte presencia en las calles de la policía santafesina. No es que ellos tienen que acompañar a los gendarmes, sino al revés”, graficó, dando crédito a un esquema mencionado en la semana: por cada gendarme debe haber dos policías santafesinos.
Luego sumó: “Tiene que haber incorporación de cuestiones vinculadas a la tecnología y también es fundamental que haya una reforma estructural de la fuerza en su conjunto”.
Más adelante fue especialmente duro con la titular de la Secretaría de Delitos Complejos del Ministerio de Seguridad, Ana Viglione. “Esta funcionaria, que es una ex policía tiene que dejar de hacer operativos vinculados a la droga, que no son de su competencia y terminan haciendo fracasar la investigación federal que lleva meses de inteligencia”.
El secretario de Seguridad remarcó que “no se está pidiendo la renuncia de nadie, porque además no corresponde. Sólo que haya respeto por las competencias y por el trabajo que se hace”.
Sobre el final de la comunicación con este diario envió otro mensaje potente. “No quiero que me usen para ninguna campaña política a poco de las elecciones a través de acciones demagógicas. En esto hay que ser serios, sentarse a conversar, ponernos de acuerdo porque detrás está la seguridad de los rosarinos”
Una disputa política que irrita a los rosarinos
De repente algo cambió en las afables relaciones entre el gobierno provincial y Sergio Berni. De un posible encuentro el último viernes a casi una ruptura mediaron apenas 24 horas.
La esperada reunión en la que se iba a acordar el desembarco de gendarmes y prefectos en suelo santafesino fue impedida por las agitadas horas del secretario de Seguridad tras el superclásico. Y el gobernador Antonio Bonfatti, después de esperar largas horas en Buenos Aires, tuvo que volverse sin nada, aunque este lunes o martes parecían ser los días indicados para concretar lo suspendido.
Eso era así hasta ayer a la tarde, cuando Berni endureció inesperadamente su postura. “En las mismas condiciones que nos fuimos, no volvemos”, le dijo a este diario en una sorpresiva comunicación desde la Capital Federal.
Habían pasado apenas dos días después de que una comitiva de dirigentes del peronismo santafesino se reuniera con Berni para adelantarse a la movida provincial de reclamar que vuelva la Gendarmería.
Son mayoría los que creen que las coincidencias existen, y atan ese encuentro al endurecimiento de la postura del gobierno nacional sobre la seguridad en Rosario. Aunque todos lo negarán.
Lo concreto es que se pelean políticamente mientras los rosarinos esperan que se pongan de acuerdo para reforzar los efectivos en la calle, algo que había ocurrido mientras las fuerzas federales permanecieron en territorio santafesino.
No parece estar planteando Berni exigencias en cuya dirección no esté ya trabajando el gobierno provincial: la reforma policial se está haciendo, el gobernador aseguró que hay unos dos mil policías más que hace un año y en cuanto a la intervención policial en los operativos por drogas siempre median órdenes de los juzgados federales.
“Si quieren no nos metemos con eso, pero sería bueno que la Justicia federal haga algo”, chicaneaban algunos funcionarios del gobierno santafesino.
El problema es que en esa disputa por ver quién saca más ventaja política en Rosario se van vidas todos los días por hechos delictivos que la policía no termina de contener. Sería aconsejable que tanto el gobierno nacional como el de la provincia dejaran de medir quién se lleva el mejor trofeo con el regreso de la Gendarmería y se pongan de una buena vez de acuerdo en las condiciones para que eso ocurra.
Toda la sociedad se los va a agradecer, y después votará al que más le guste.