El gobierno no achicó el déficit fiscal lo suficiente para emitir menos dinero, bajar la inflación, tener una tasa más baja y un dólar tranquilo. Las consecuencias de no tener claro el problema, y el excesivo gradualismo.
El gobierno no achicó el déficit fiscal lo suficiente para emitir menos dinero, bajar la inflación, tener una tasa más baja y un dólar tranquilo. Las consecuencias de no tener claro el problema, y el excesivo gradualismo.
Una sucesión de políticas equivocadas llevó a que el Banco Central no pueda cumplir su meta de una inflación anualizada del 17 por ciento anual, una tasa de interés de corto plazo en el 26,5 por ciento anual y un tipo de cambio que desea subir por encima de $ 18.
Desde que Mauricio Macri asumió el gobierno, faltó un verdadero diagnóstico de la economía que heredaba. El déficit fiscal era muy alto y sería difícil de mitigar sin costo alguno. En 19 meses de gobierno el déficit primario más los intereses sumaron $ 890.000 millones de pesos. Una buena parte de dicho déficit fue financiado vía endeudamiento y emisión de pesos del Banco Central.
Queremos ser muy claros, no creemos que el gobierno debería hacer un ajuste salvaje de la economía. Sin embargo, debería haber advertido que la salida de la crisis sería muy compleja, difícil y que de ningún modo se podían prometer índices inflacionarios tan alejados de la realidad.
En diciembre de 2015 la base monetaria era de $ 523.890 millones y el stock de Lebac era de $ 330.165 millones. Las Lebac son letras que se utilizan para absorber pesos excedentes y por los que se ofrece una tasa de interés que es superior a la inflación vigente.
En julio de 2017 la base monetaria es de $ 823.274 millones y el stock de Lebac es de $ 888.283 millones. Esto implica que las sumas de ambas crecieron en $766.502 millones, una cifra similar al déficit acumulado en los últimos 19 meses.
Para bajar la inflación, es condición necesaria no realizar una gran emisión de dinero espurio. Dicha emisión estuvo justificada en un enrome gasto público que no es financiable vía impuestos, ya que arrastra un stock de gasto social del gobierno anterior que no se puede modificar, y menos aún eliminar dadas las condiciones sociales.
Con un déficit fiscal enorme, una gran emisión monetaria para financiarlo, y el retiro de pesos vía Lebac, las consecuencias fueron una inflación del 36,6 por ciento anual el primer año, y una inflación proyectada en torno del 21,5 por ciento anual para el año 2017.
Para que la inflación baje a niveles del 21,5 por ciento anual, el Banco Central debe retirar pesos de la calle vía Lebac, y lo debe realizar a tasas más altas que la inflación esperada. Esta es la lógica de manual. Sin embargo, los ruidos políticos, la coyuntura económica y el comportamiento de los especuladores, muchas veces nos lleva a que la tasa de interés se espiralice a la suba.
En la actual coyuntura el Banco Central convalidó una tasa de interés del 26,5 por ciento anual para las colocaciones a plazos que van de 30 a 270 días. Esto implica que los que se colocan en pesos gozan de una tasa de interés que es 5 por ciento mayor a la tasa de inflación.
Una de las críticas al Banco Central, es por que no paga tasas más elevadas a plazos más largos, y más bajas para tramos más cortos, de modo tal de mostrar una pendiente positiva en la curva de rendimientos. Este es un grave error que comete, ya que se le acumulan vencimiento de corto plazo, como el que operara el martes próximo por un monto cercano a los $ 530.000 millones.
Esta masa enorme de dinero emitido, y una grande parte retirada del mercado vía Lebac, deja bolsones de liquidez, que al encontrar un escenario político incierto son volcados a la compra de dólares. Es así que durante el mes de julio el Banco Central tuvo que vender u$s 1.600 millones para contener al dólar en los $18 que es un precio político, y que para mostrar autoridad el Banco Central no dejará que sea superado.
Conclusiones
1 Los problemas inflacionarios están directamente relacionados con un déficit fiscal enorme que tiene el Estado nacional, lo que genera un desahorro que lo tiene que pagar con una alta tasa de interés de mercado.
2 La baja del déficit fiscal debería ser una política de Estado tras la cual nos debemos encolumnar todos los argentinos, para eliminar el impuesto inflacionario que es una máquina de generar pobres en cualquier lugar del mundo.
3 Como no bajamos el déficit fiscal, irremediablemente hay que proceder a financiarlo, y es allí donde aparece una tasa de inflación tan elevada que atenta contra la producción, inversión y crecimiento de la economía.
4 Cuando aparecen en el escenario nubarrones políticos, los inversores salen a refugiarse en el dólar, algo que es un acto reflejo frente a la posibilidad de una crisis, pero de ningún modo una medida acertada.
5 El Banco Central no está convencido de poner un límite al dólar en $ 18,00 y lleva adelante una intervención timorata, hasta que no venda U$S 2.000 millones en un día y la cotización no baje a $ 17,40 los especuladores seguirán probando la solidez del Banco Central.
6 Las consecuencias de estas pujas de mercado son incrementos de precios en la economía, lo que termina impactando sobre los sectores más desprotegidos de la sociedad, desempleados, asalariados y jubilados.
7 Si no revisamos la política fiscal, y replanteamos la política monetaria y cambiaria, será difícil reactivar la economía. Si comprás un bono en pesos como el PR15 tenés una tasa del 29,8 por ciento anual en pesos libre de impuestos, y si comprás un Bonar 2027 ganás el 6,7 por ciento anual en dólares libre de impuestos. Así no se reactiva, sólo surfeás la coyuntura, y no estás exento de que alguna ola te genere inestabilidad.