Lloro sobre el misterio
Por Rubén Echagüe
Lloro sobre el misterio
de tu pelo limpio
y sobre el tambor de tu
panza, que antes se
movía acompasadamente,
y que ahora no es más
que piedra inerte y
desierto sin fin…
¿Cómo aventurarse en
el Apocalipsis del asfalto,
sin primero aterrarse
y luego enloquecer?
¿Cómo atravesar
el vidrio de una vidriera,
sin que la sangre
afluya, diligente, para
expiar la culpa de no ser
culpable de nada?
¡El asfalto arrogante
no es la alfombra
amable de la hierba!
Y tampoco tu ojo
de tímido azabache, una
gema que los mercaderes
del Templo pudieran
cotizar en Bolsa
con rédito apreciable…
¡Pobre ciervo, que vio
su último amanecer,
sangrante e impreciso,
desde una ciudad
sitiada por las sombras!