Hace falta para el desarrollo de este país, de esta sociedad, más luz y más fuerza. La luz del amor o al menos del interés por el destino del prójimo, la creatividad, el talento, la honestidad y la fuerza del compromiso y la perseverancia. El simbolismo que uso sobre más luz y más fuerza no es casualidad, y está inspirado en la actitud que tuvo el Sindicato de Luz y Fuerza de Rosario, publicada por el diario La Capital, de instalar desfibriladores en su sede y en varios de sus edificios y que estarán al servicio no sólo de quienes ingresen a esos edificios gremiales, sino de todos los vecinos de cada zona que puedan sufrir una descompensación cardíaca. Una actitud digna de ser reconocida. La buena iniciativa de este sindicato rosarino, que al investigar publicaciones periodísticas descubro que no termina con este accionar, sino que permanentemente acude en auxilio de personas, instituciones y comedores comunitarios que necesitan una mano, me lleva a pensar que las cosas se pueden hacer, que es posible superar las crisis y que sólo hace falta para ello voluntad y empatía, interés por la vida del prójimo. Hace más de un año en este mismo diario, precisamente en el mes de febrero, leí que el secretario general de Luz y Fuerza, Alberto Botto, dijo que “desde el Sindicato de Luz y Fuerza vamos a seguir trabajando junto a las organizaciones sociales y acompañando a toda la comunidad en lo que sea necesario”. Como vecino, veo con satisfacción que esto se cumple y es bueno que así ocurra en un país en donde nos hemos acostumbrado a ver que se promete mucho y se cumple poco. Felicitaciones al Sindicato de Luz y Fuerza por esta iniciativa de instalar desfibriladores y de realizar cursos de resucitación cardiopulmonar para salvaguardar la vida de la gente. Ojalá que la experiencia sea imitada.