Por este medio quiero felicitar al profesor Carlos D’Amico, por su ejemplar asistencia en el dictado de clases. Pero creo que más allá de ello, y tal como este humilde docente lo manifiesta, él sólo cumplió con su deber, con la responsabilidad asumida. Y aquí está el quid de la cuestión. Hoy ha caído en desuso la palabra responsabilidad. Todos, en mayor o menor medida, la evadimos. Pero qué valiosa virtud y cuántas cosas buenas se desprenden de ella. Quien es responsable, es buen padre y buen hijo, es buen ciudadano, es buen trabajador, es buen amigo, se preocupa por aquellos que lo rodean, es solidario, y cuántas cosas más podemos agregar. Sólo debemos hacer las cosas bien, como debe ser, y dar testimonio de esto a las nuevas generaciones. Por último quería hacer referencia a la impronta que han sabido tener los profesores desde la antigüedad, el "maestro" no era sólo quien daba unas cuantas lecciones y luego tomaba exámenes, sino aquel que tenía discípulos dispuestos a seguirlo porque era un ejemplo de vida, y en esto residía su autoridad, por su condición de líder natural.




























