Si de algo estoy segura es que la peor derrota es la de la lucha que se abandona. Por eso considero que cualquier forma de protesta es aceptable, sea en marchas de estudiantes, en marchas de silencio o con utensilios de cocina. Todo vale cuando de expresarse se trata. Sé que el ama de casa no necesita una cacerola para protestar por lo injusto que le toque vivir, si no tendría que pensar que la mujer solo puede usar cacerolas; o sea que no podría hacer otra cosa que cocinar. Pero sepa señor que en todas las luchas el papel de la mujer es altamente valorable, si no vea a Las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo. Y con respecto a la crítica a Ignacio Copani, quiero preguntarle si usted conoce la obra completa de este artista. Podría responderme que no, porque de otra manera sabría que Copani siempre incluyó en sus más de 1.200 canciones escritas los temas que usted nombra. La sensibilidad de la poesía de Copani no se compara con una cacerola de Barrio Norte. "Sálvese quien pueda", habla del devenir de las fábricas cerradas; "Todo Privado", sobre el mal manejo de las economías, "Canción Desocupada", "Ese Chico", "Los Derechos", etcétera. Si continúo citando ejemplos necesitaré todas las páginas de este diario para enumerar las canciones de Copani que usted debería conocer. Además, le informo que Ignacio Copani estuvo hace mucho menos de 100 días por acá, el 17 de mayo, dando un gran recital. Lo invito a visitar su página web www.copani.com.ar, y leer algunas letras de su amplio repertorio, y a verlo este 5 de julio o en cualquier localidad cercana, porque si hay un artista que recorre el interior ese es Ignacio Copani. Infórmese y después hablamos.