Fue una derrota más en la vida de Central, pero no pareció sólo eso. El traspié del canalla en cancha de Huracán metió al equipo en la zona de turbulencias en la que terminó el pasado semestre y, parezca o no, ya empieza a hacer mella en la estabilidad de Leandro Somoza, quien cada vez que pudo se enojó por la falta de refuerzos, pero quien pese a lo poquito que tiene todavía no pudo meterle al equipo algo de su impronta. Con muchos jugadores o con pocos, este Central juega cada vez peor. Por eso lo que venga de aquí en más será parar las antenas y ver qué tipo secuelas deja una caída como esta.
Había salido bastante bien parado Somoza de aquel empate ante Lanús en el debut, básicamente porque el equipo logró sumar jugando mucho tiempo con uno menos, pero la historia canalla volvió a escribirse con los trazos del semestre pasado y cuyo nudo es la de un equipo, reacción y mucho menos protagonismo.
En el medio, un pedido a modo de súplica de parte del entrenador por esos refuerzos que aún brillan por su ausencia. Por eso este Somoza que lleva menos jugadores al banco y que a los pibes que convoca no los utiliza. Contra Lanús hizo un solo cambio y anoche dos (Tanlongo y Frías).
Y no parecen cosas aisladas. Más bien todo lo contrario. Detrás de esas cosas parecen haber mensajes claros de parte de un Somoza que nadie discute que esté convencido del ofrecimiento que le puede dar al equipo, pero al que las cosas no le salen ni en figuritas.
Y, en el mundo del fútbol, se sabe que frente a resultados que dan la espalda, los tiempos empiezan a calzarse el traje de tirano. Claro, no está sólo la cuestión del resultado, que de por sí es raquítica, sino todo lo que rodea al equipo desde lo futbolístico. Y ahí Somoza ya generó una deuda que pudo pagar con algunas chirolitas en esos partidos en el Gigante en los que logró algunos buenos resultados (también logró angustiosamente el pase a 16avos de la Copa Argentina).
Hay una parte importante de esta historia que es parte del propio Somoza y que, a esta altura, cuenta con el aporte, negativo por cierto, de parte de la dirigencia. Es que frente a esta falta de jugadores es imposible no recordar que fue el propio entrenador quien le dio de bajas a seis futbolistas. Y hoy, con refuerzos que brillan por su ausencia hay un contexto que hace doler. Porque ver a un equipo que no completa el banco de relevos y que en un partido dos goles abajo hace sólo dos cambios es una muestra casi de desidia.
En esa desidia está inmerso hoy un Somoza que tiene la responsabilidad, con lo que tiene, de encontrar las respuestas. Y esas respuestas debieran llegar rápido.