"Como el culo", uno de los grandes éxitos de la temporada, tanto en Mar del Plata como en Carlos Paz, llega a Rosario. Un grupo de conocidas figuras interpretan los personajes de esta obra de los ingleses Henry Lewis, Jonathan Sayer y Henry Shields que llegó a los escenarios argentinos bajo la dirección de Manuel González Gil. La obra, como lo indica su título en castellano -el original es "The Play That Goes Wrong"- gira en torno a la posibilidad de que todo salga mal. En este caso se trata de un grupo de actores que intenta poner en escena un policial en el que todo saldrá de la peor manera hasta el saludo final. Los personajes son interpretados por Marcelo De Belis, Walter Quiroz, Nicolás Scarpino, Gonzalo Suárez, Fernanda Metilli, Ariel Basaldúa , Ingrid Grudke y Diego Reinhold, en el rol del director. El actor contó a Escenario que esta obra le permitió hacer "humor físico y elegante, una obra de humor blanco, muy inteligente, pero a la vez muy popular". La obra se presenta hoy y mañana, a las 21, en el teatro Broadway (San Lorenzo 1223).
—¿Qué te gustó de la obra para sumarte?
—Es muy original. Tiene un guión y un libro que nunca había visto, me sorprendió la manera de contarse y el estilo de humor. Permitía hacer humor físico y elegante. Una obra de humor blanco, muy inteligente pero a la vez muy popular. Creo que uno como espectador por más que esté avisado que va a ver una obra en la que todo sale mal nuca se imagina hasta dónde llegan los problemas, y se ríe y se identifica con el sufrimiento y el padecimiento de los actores, que además de ser malos actores, tienen problemas técnicos y problemas interpretativos. Uno se ríe de las desafinadas también.
EM_DASH¿Te reís de las cosas que te salen mal?
—A veces sí, a veces no. Depende de cuál sea el grado de equilibrio emocional que tenga en cada momento. Lo mismo les pasa a estos personajes arriba del escenario. A veces lo pueden soportar y a veces no. Yo hago del director de este grupo de actores y arriba del escenario sufro muchísimo y me enojo con todos porque no puedo asimilar que sean tan malos.
—Siempre se habla de minimizar los problemas y ver el vaso medio lleno. ¿Reírse de las desgracias propias es un ejercicio saludable?
—Absolutamente. Además siempre el vaso está lleno. Siempre. Ni siquiera medio. Siempre está lleno, pero vivimos en un mundo donde todavía no tenemos esa experiencia. La experiencia es otra. Pero bueno, en una discusión ya metafísica podríamos decir que ya nos enteraremos de la vedad.
—¿A qué te referís con la verdad?
—Bueno, estamos hablando ya en términos metafísicos, pero nada de lo que ocurre es real, todo es una película que pasa alrededor nuestro. Nunca te equivocás. Siempre aprendés, entonces todo lo que está ahí es una escuela. No es que las cosas ocurren para perjudicarte. Nada te puede perjudicar, nada puede hacerte daño realmente, ni siquiera la mismísima muerte, todo es una experiencia de aprendizaje.
—Vos hiciste comedia, música, stand up, obras para niños, televisión. ¿Cómo equilibrás tu trabajo con el humor y estar en contacto con problemáticas más complejas, en las que el mundo o las cosas no son como se desea sino como son?
—No estoy de acuerdo con eso. El mundo no es como es. El mundo es como uno quisiera. Absolutamente. Esa es la ley, sino sería todo mucho más fácil. El mundo es como uno quisiera, el problema es que uno no se conoce a uno mismo, entonces al no conocerse uno, termina creando un mundo. Hay gente que crea un mundo de alegría y placer y otros que crean un mundo lleno de dificultades, pero eso ocurre porque uno está aprendiendo a convertirse en Dios. Quizás la perversidad pasa porque los medios y la escuela y la cultura del trabajo y todo eso te engañan para que no puedas acceder a esas vibraciones, pero eso también es parte del juego. Evidentemente no creo que el universo se equivoque en algo. En absoluto. Creo que la perfección está ahí todo el tiempo. El universo es abundante y es bello y es perfecto, lo que pasa es que nosotros tenemos una concepción totalmente culturalizada de eso.
—Vos trabajás hace treinta años y también pertenecés a la cultura del trabajo...
—No, yo hago lo que me gusta. Es distinto. Yo me trabajo. Voy creciendo yo. También caigo en la cultura del trabajo porque a veces termino haciendo cosas que no me gustan o me encuentro encerrado en situaciones. He renunciado a grandes espectáculos y eso porque a veces uno dice no me gusta estar acá, me voy porque esto me hace mal. Es una decisión difícil porque la cultura del trabajo me tira en la cabeza el mandato, entonces uno empieza a pelearse con uno mismo porque le parece que uno se perjudica. Después se hará cargo de las consecuencias, pero considero muy distinto trabajar de lo que uno le gusta que trabajar para ganar dinero. Y además hay algo paradojal y es que creo que esto se soluciona simplemente con dar un primer paso.
—¿Cuál es el paso?
—Es dar una asignación universal para todo el mundo. Un poco de la torta que caiga sobre todos nosotros por haber nacido aquí o allá donde sea, y que la gente no tenga que trabajar para comer. Que la gente trabaje para disfrutarse pero no para comer. Es loco porque antes no había jubilación y de pronto hubo, una idea tan simple como esa no la dicen ni los partidos de izquierda. La gente cree todavía que el agua hay que pagarla y lo incorporó. Le van a cobrar el aire y lo va a incorporar también... Mirá lo que hicieron con las redes sociales. Y esas redes sociales están cuestionadas en el mundo porque lo que hicieron es ilegal. No es de Argentina o Estados Unidos , es una elite global. Son Iluminatti por decirlo de alguna manera. No sé si se llaman así, pero uno los nombra así porque no se los conoce. Lo que hicieron con Facebook, el tráfico de informaciones personales y el uso de eso para campañas políticas, eso es ilegal pero lo han hecho.
—¿El Hogar Mariposa que fundaste compensa ese estado de cosas?
—Sí, se necesita mucho. Los chicos y las mujeres con hijos son víctimas del sistema. La cultura del trabajo y el capitalismo salvaje está dejando afuera a la gente. Esto fue a través de una ONG en la cual me incorporé, que se llama Conceptos Sencillos y a partir de ese momento empezamos a perfilarnos hacia la apertura del hogar propio. Son doce chicos de hasta seis años. Tuvimos mucho apoyo del gobierno del Gobierno de la Ciudad y de los privados y la verdad que llegamos a realizarlo. Ahora una vez puesto en marcha empieza el verdadero trabajo, que por un lado es el trabajo con los pibes que vienen de situaciones muy complejas, que están muy asustados porque ven a sus padres muy asustados, o pasan por momentos críticos, y por otro lado tenés que trabajar en la gestión porque la plata no te alcanza. La que te da el Estado no alcanza ni para los sueldos. Yo igual lo voy a hacer. Lo pondré de mi bolsillo, pero lo voy a hacer porque se necesita.
—¿Qué aporta el humor en ese contexto?
—Ayer pensaba en eso, en lo bueno que hace Capusotto, pero al mismo tiempo decía no está funcionando... La cosa en el mundo va hacia el colapso. Me pregunto si el humor ayuda. Lo que ayuda el humor es que la gente siga trabajando, y yendo un rato al teatro se puede relajar una horita y media de las 300 horas que labura en la semana. Pareciera eso.
Estilo. La pieza tiene "un humor físico y elegante; inteligente y a la vez muy popular", dijo Reinhold.