“«El brote» es un relato feroz, descarnado, cruelmente divertido y sorprendente”. Así definió el director Emiliano Dionisi a la obra que escribió y protagoniza Roberto Peloni, y que se presenta este sábado, a las 21, en el teatro Astengo (Mitre 754). Se trata de un trabajo con un recorrido sorprendente, aún para la misma dupla de creadores que fue ampliamente elogiado desde su debut porteño.
“El brote” se estrenó en febrero pasado con una función por semana en el Teatro del Pueblo de 110 localidades, al poco tiempo fueron tres funciones con dos meses de localidades agotadas por anticipado y luego se trasladó al teatro Maipo, de 600 localidades y funciones que continúan todos los martes y una extraordinaria el sábado 11 de noviembre, para, tras alcanzar los 10 mil espectadores, ampliar esta experiencia con una gira con presentaciones en la provincia de Buenos Aires, Chile y Mar del Plata.
Dionisi contó a La Capital cómo surgió este fenómeno y por qué superó el interés del segmento del teatro independiente y hasta llegar a un público masivo por fuera de ese circuito. De hecho, su personaje protagónico es un actor, “un hombre mañoso, un poco enroscado pero lleno de sensibilidad y deseos” que lucha contra la frustración de saber que puede hacer mucho más que ser el que dice “la mesa está servida”. Pero “el universo del teatro sirve como marco para indagar sobre las emociones en la vida cotidiana de las personas y sus inevitables desbordes”, se adelanta. “Es una comedia dramática, pero, por la particularidad del resultado, me gusta definirla más como un acto de magia mezclado con una rutina atlética” y un “torbellino repleto de humor y sensibilidad”, explicó Dionisi.
“El brote” nace del deseo, de las ganas de volver a trabajar con Peloni. En La Compañía Criolla habíamos trabajado con él en “Cyrano de más acá”, en el Cervantes, y en “Huesito Caracú”, en el Picadero. Era el deseo de tener un desafío entre manos, tanto para Roberto como intérprete como para mí como autor y director, y que el espectáculo sea tan bien recibido nos reafirma la potencia de trabajar desde lo deseado.
¿A qué refiere el título de la obra? ¿A un brote psicótico o de algún otro tipo?
La obra hace un juego constante con el significado del título. Comienza con la idea de un personaje que está siempre al borde de perder los estribos y después va mutando hacia lugares más inesperados.
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Roberto Peloni y el director y dramaturgo Emiliano Dionisi.
¿Qué temas atraviesan el texto? ¿Quién es ese actor que confunde la realidad y la ficción? ¿Cuál es su singularidad?
Beto es un actor que trabaja dentro de una compañía nacional de repertorio, esas que tienen varios montajes en la manga y los van reponiendo según sea el caso. Pero a él nunca le tocan los roles importantes, siempre los pequeños, esos que entran solo para decir “la mesa está servida”. Y, por supuesto, siente que está para más. Así que de a poco nos vamos a ir enterando, siempre desde su punto de vista, las internas con sus compañeros, con su director, los altercados durante los ensayos y las giras. Es un torbellino repleto de humor y sensibilidad. Y cómo lo interpreta Roberto es verdaderamente sorprendente.
¿Cómo definirías el género?
Es una comedia dramática. Pero, por la particularidad del resultado, me gusta definirla más como un acto de magia mezclado con una rutina atlética. La gente lo agradece mucho.
¿Cómo se filtran los clásicos en el texto?
Los textos clásicos que visita la obra, en principio son los que la misma compañía de repertorio va atravesando, pero poco a poco se van mezclando con los acontecimientos de su propia historia, y ya no se puede distinguir cuándo habla el actor, y cuándo un personaje, es como un juego de espejos. Para quien conozca algo de esos clásicos de la dramaturgia universal le va a resultar muy emocionante ir encontrándolos, y para quienes no, es una gran puerta de entrada.
Si bien la obra habla del teatro y sus vicisitudes, ¿por qué trascendió a otros públicos?
Al principio yo tenía un poco de miedo de que el material fuera disfrutable sólo para teatristas, muy para “entendidos”. Inmediatamente nos dimos cuenta que no, todos nos podemos sentir identificados con un personaje que no está satisfecho, o que siente que merece algo que no tiene. La injusticia nos atraviesa por completo a todos. Y además está el plus de conocer un poco el “entre bambalinas” del proceso teatral. Es como develar un mundo muy intenso y pasional.
¿Los sorprendió pasar del Teatro del Pueblo al Maipo?
Por supuesto que le teníamos fe al proyecto, tuvimos un proceso de ensayos de casi un año, algo bastante poco común para los estándares de producción actual, pero sentíamos que nos teníamos que tomar el tiempo para transitar, descubrir, delinear y pulir el resultado. De todas maneras la respuesta nos sobrepasó. De una función por semana en el Teatro del Pueblo, terminamos con tres, dos meses de localidades agotadas por adelantado y ahí llego la propuesta del teatro Maipo. Una sorpresa, y una alegría. Sentíamos que queríamos satisfacer la demanda del público. Ya habíamos realizado funciones en gira en salas más grandes, así que nos mudamos confiados, y el resultado es impactante. La potencia que se vibra en un espacio con seiscientas personas por función consigue emocionarnos a todos, espectadores y equipo. Cada martes vibramos algo muy impactante. Y nos encanta seguir viajando para poder compartir esto con más y más personas.
¿Por qué pensás que es una época de inflación y de incertidumbre, el teatro, o una parte de él, no parece estar afectados por la crisis?
La ola de espectadores en las salas es una situación delicada y difícil para analizar. Por supuesto que me siento feliz de que la gente se vuelque al teatro, pero en lo personal, no creo que se deba a algo que los teatristas estemos haciendo mejor. El teatro en Buenos Aires siempre fue excelente, tenemos propuestas variadas, para todos los bolsillos en salas de calle Corrientes, Off Corrientes y en cada barrio de la Capital Federal y Gran Buenos Aires, eso es algo para celebrar siempre. Creo que vivimos una especie de “derrame”, la guita que antes guardábamos para irnos de vacaciones o cambiar el auto, ahora la gastamos en teatro o salir a comer. No lo puedo sentir como una victoria, porque creo entender que es una situación muy particular de la crisis, pero aliento a los colegas a ser responsables, a hacer vivir a la gente en las salas una experiencia memorable, para que cuando la ola vuelva a bajar, la gente haya sentido que lo que encuentra acá, no lo puede conseguir en ninguna otra parte.
¿Por qué creés que en esta época de imágenes vertiginosas, tiempos de TikTok e Instagram y mensajes de 340 caracteres, una obra de una hora y media mantiene la atención del espectador?
Lo milagroso es que sigamos haciendo teatro casi de la misma manera que hace quinientos años antes de Cristo. La sociedad cambia cada vez más rápido, a mayor velocidad, y creo que este fenómeno de volver a la sala a conectarnos con un relato cara a cara nos devuelve la condición de humanos, de escucharnos la voz y emocionarnos con todos al mismo tiempo. “El brote” es un relato de noventa minutos feroz, descarnado, cruelmente divertido y sorprendente. Que un tipo solo en un escenario nos lleve de viaje, es de las cosas mas conmovedoras que yo conozco. Y el aplauso cada noche me lo reafirma.
EL EQUIPO CREATIVO DE LA COMPAÑÍA CRIOLLA
Emiliano Dionisi es actor, director y dramaturgo y cofundador de La Compañía Criolla. Egresado de la Diplomatura en Artes del Circo de la Unsam. Trabajó de manera alternada en teatro oficial, comercial e independiente. Actuó bajo la dirección de Javier Daulte, Hugo Midón, Guillermo Cacacce, Manuel Iedvavni, Mariano Moro y Rubén Schumacher entre otros. Ganador de múltiples distinciones como ACE, Florencio Sánchez y María Guerrero, entre otros.
Roberto Peloni es actor, cantante y director, desde hace años se desempeña en la escena off porteña, especialmente en musicales como “Mundo Redondo”, donde además de actuar fue responsable de su dramaturgia y dirección, o en “El Cabaret de los hombres perdidos”, dirigido por Lía Jelín.
Ganó el Hugo de Oro en 2015 por su rol de Lord Farquaad en “Shrek, el musical” y en 2017 ofreció un reconocido trabajo en “Cyrano de más acá”, la premiada puesta de Emiliano Dionisi destinada a la familia en el Cervantes. Ese mismo año también fue uno de los “angelitos” cómplices del Dios interpretado por Humberto Tortonese en “Obra de Dios”. También interpretó al maestro de música de Enrique Pinti en “El burgués gentilhombre” y a José Razzano en el musical “Gardel”. En televisión actuó en “La Peña de Morfi” y fue protagonista de su propio show, “Peloni Intensivo”, con producción de Lino Patalano.
La Compañía Criolla fue fundada en 2009 y es una de las agrupaciones teatrales mas proliferas y reconocidas de la ultima decada. Entre sus espectaculos se destacan “Sueno”, “Recuerdos a la hora de la siesta”, “Cyrano de mas aca”, “Los Monstruos”, “El apego” y “Romeo y Julieta de bolsillo”. Recibió multiples premios y distinciones nacionales e internacionales y participó en eventos culturales, tales como festivales, congresos, ferias de arte y ciclos oficiales.