Era un 4 de mayo de 1992 cuando Ricardo Randazzo, periodista rosarino enamorado de la pantalla grande, lanzó un programa en LT8 titulado “Noches de cine”. A su lado, su hermana Elsa Randazzo, otra periodista con la misma pasión, fue el complemento ideal para una dupla que, cada domingo, de 22 a 24, todavía invita a poner el dial en la misma frecuencia y horario que aquel 92 para hablar de películas de ayer y de hoy, para escuchar las bandas de sonido que nos encandilaron de adolescentes y nos siguen maravillando, y para dialogar con los verdaderos hacedores de estas historias de celuloide que siempre las sentimos de carne y hueso.
“Noches de cine” llegó a los 30 años ininterrumpidos al aire en este 2022. No hay otro programa de cine que tenga esa vigencia en la radiofonía argentina. Y Randazzo -responsable de la idea, conducción, producción periodística, musical y comercial del ciclo- está aquí para contar por qué los oyentes los siguen escuchando cada domingo: “No hago un programa contra la corriente, mi objetivo es generar contenidos”.
—Te digo que pasaron un montón de cosas, una dedicación a full, plena, mucho laburo, con mucho sacrificio, siempre estudiando, vos sabés que estuve unos 35 años estudiando cine con José Martínez Suárez, que es mi segundo padre y un maestro de toda la vida, y así llegamos a un programa que hoy cumple tres décadas, en un hecho único en su género en la historia de la radiofonía argentina. Esto es como los libros, cuando un libro es clásico es porque sobrevivió a las guerras, a las tormentas, a la inflación, a la inseguridad. Y bueno, nosotros llegamos hasta acá porque francamente hemos hecho un gran esfuerzo, con mucha dedicación y, parafraseando el título de una película: lo hacemos “Con alma y vida” (N de la R: película argentina de David José Kohon, 1970).
—¿Después de estudiar décadas con un director de la talla de Martínez Suárez, qué dos o tres consejos clave te dio que haya mejorado tu manera de ver y entender al cine?
—No puedo decir dos o tres tips, yo iba dos o tres veces por mes desde los años 80, y son tantas las cosas que aprendí con José que siempre digo que aprendí la cuarta parte. No tengo dudas que, de todos los realizadores argentinos contemporáneos que conocí, fue seguramente el que más sabía de cine en la Argentina. Además, siempre está vigente, es el padrino de mi programa, y siempre me dejó eso de que era muy estricto y muy generoso al mismo tiempo. Por lo tanto en sus talleres aprendía de cine y de la vida.
—En tu programa se hacen entrevistas radiales, se analiza una película durante largos minutos y hay mucho de reflexión en tiempos de que es “todo ya” en los medios. ¿Ese ir contra la corriente suma o es contraproducente?
—No, para mí suma mucho, porque tengo oyentes fieles, queribles y consecuentes. Hay quienes nos siguen desde el primer programa, parece imposible, pero nos escuchan desde hace treinta años, otros han fallecido, otros son nuevos oyentes. Pero es que no hago un programa contra la corriente, no es mi idea, mi objetivo es generar contenidos, hay gente que le gusta hacer programas informativos, y para mí la parte informativa no es la esencia de un programa de cine, y de esta manera desarrollo contenidos interesantes para el oyente.
—Ustedes hacen muchas miradas sobre la historia del cine, en momentos en que todos se “matan” por saber cuál es la más vista de Netflix. ¿Sos anti streaming o te acoplás a las nuevas tendencias?
—La más vista de Netflix, claro, jajajaja. Mirá, yo me acoplo a toda expresión artística, cine, televisión, streaming, no tengo prejuicios. Lo que ocurre es que cuando vos, yo, ella, vamos al cine, se apagan las luces y somos 50, 70, 100 personas que estamos compartiendo en el mismo hábitat un mensaje en común, que es la película. Y ahí se genera un fenómeno cultural que de otra manera no se puede producir, eso no te lo da ni el streaming ni el televisor, es un templo el cine, y es una maravilla que no se puede reemplazar.
—LT8 es una radio popular. ¿Qué te dice la gente, quiénes son los que te escuchan, los más grandes, los cinéfilos, los pibes?
—Mirá, yo arranqué en Radio Nacional Rosario en noviembre del 85, y en julio del 87 me fui a LT8 para no irme nunca más, aunque dos veces me llamaron de Buenos Aires, pero opté por quedarme por distintas razones, y en el 92 empecé con “Noches de cine”. LT8 es mi casa, es parte de mi vida, soy un tipo feliz cuando se enciende la luz roja y abrimos el programa. Ese es un momento muy disfrutable. El programa tiene un nivel de audiencia muy amplio y heterogéneo, te escuchan los cinéfilos, te escucha la gente común, porque cuando empezamos la idea fue hacer un programa de cultura, pero no por ello acartonado, almidonado ni solemne. El tema era hablarle a la gente de forma simple para que pueda incorporar conceptos sin perder rigor de análisis, la idea fue hacer un programa con ritmo, con swing, con música, pero usada como recurso narrativo porque la música de películas es maravillosa, y que la gente incremente su interés por el séptimo arte. Hoy nos escuchan pibes de 20 y gente de más de 70, es muy variado el escucha. Y es un programa social también, hay mucha gente que escucha “Noches de cine” cada domingo por la noche como una compañía.
—Y desde que arrancaste nunca imaginaste que te tocaría entrevistar a tantos grandes del cine.
—Hemos hecho más de mil notas en treinta años, muchas se han hecho para radio y televisión, y estuve con muchos grandes, como Peter Fonda, Jacqueline Bisset, Ken Russell, Jeremy Irons, Alan Rickman, Catherine Deneuve, Gerard Depardieu, Alain Delon, Mario Monicelli, Assumpta Serna, Mercedes Sampietro, gente muy grosa, y también artistas locales y nacionales, además de cubrir festivales en Mar del Plata, Bafici, y muchos más.
—¿Cuál es la anécdota que más te marcó como periodista al estar cerca de tantas estrellas?
—Mirá, tengo muchísimas, pero recuerdo que fue muy lindo encontrarme con Jeremy Irons en un festival de Mar del Plata, cuando lo voy a entrevistar me disculpo por mi mal inglés, coincidimos en que los dos hablábamos bien el francés, y nos fuimos a un bar enfrente de la Rambla. En el camino la encontramos a Agnieszka Holland (“Olivier, Olivier”), una directora polaca que vivió en París, se fue a Estados Unidos y la producía Francis Ford Coppola; ahí estuvimos tomando un café unos cuarenta minutos un británico, una polaca y un rosarino hablando de cine en francés, fue una cosa maravillosa.