Luis Machín le pone el cuerpo a una de miedo. El actor rosarino protagoniza "Necrofobia", de Daniel de la Vega, que más allá de ser una lograda película de género es el primer filme de terror rodado en 3D del cine argentino. "Hay momentos en que no se sabe qué es alucinación y qué es realidad. Es una película bastante psicótica para el espectador", dijo el intérprete sobre esta producción, coguionada por Daniel de la Vega, Germán Val y Nicanor Loreti, el recordado realizador de "Diablo", que se estrena hoy en medio de cierta polémica (ver aparte).
El filme, que cuenta con un elenco integrado por Gerardo Romano, Raúl Taibo, Viviana Saccone, Julieta Cardinali y Hugo Aztar, se dispara con la historia de Dante, un sastre cuya fobia le impide estar en contacto con la muerte. Cada vez que se encuentra frente a un cuerpo muerto, experimenta una sensación espeluznante que le hace perder la cabeza. Su enfermedad se agrava cuando su hermano gemelo muere, y él ve su propio rostro en un ataúd. A partir de este hecho traumático se rompen los muros de su realidad, varias personas cercanas a él son asesinadas y alguien quiere incriminarlo. Dante busca resolver el enigma de las muertes, pero se ve atrapado en una lucha constante entre lo real y no real.
—¿Hay una nueva movida generacional del cine de terror en la Argentina?
—Esta gente hace mucho que viene trabajando, tanto Daniel de la Vega como Nicanor Loreti, que es el coguionista, son activos participantes del Festival Buenos Aires Rojo Sangre, han hecho cantidad de películas en video y otra cantidad de películas en inglés para el mercado americano, especialmente De la Vega. Y esta es la afirmación de un movimiento que viene desarrollándose hace mucho tiempo, no es un movimiento nuevo ni es gente improvisada, todo lo contrario, ellos tienen una tónica y un manejo del lenguaje muy interesante. Y es a partir del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), que se abrió la mirada a un género que ha sido históricamente bastardeado.
—La película tiene suspenso, terror y se anima a mostrar escenas violentas sin rozar lo bizarro. ¿Se cuidó ese detalle?
—Sí, fue muy gratificante la filmación, porque a veces se piensa que el cine es del director y el teatro es del actor, y yo me peleo bastante con esas afirmaciones. Todo forma parte de un trabajo en equipo. En este caso lo lúdico de las escenas es como volver a jugar un poco a los monstruos, al susto. Eso me remite a épocas doradas de la infancia y la adolescencia, cuando empezaba a ver con ávidos ojos las adaptaciones de Roger Corman de los cuentos de Edgar Allan Poe, como "El pozo y el péndulo" y "El cuervo", con Vincent Price, y otras películas con Peter Cushing. Es como volver al jugueteo de trabajar con lo que nos da miedo, es conectarse con algo muy primitivo, que es el juego del horror.
—¿Qué cosas te daban horror en aquellos tiempos?
—La película pone muy en primer plano la capacidad que desarrollamos justamente entre la infancia y la adolescencia, que era el tiempo en que uno sabía cuáles son las cosas que te asustan y qué hago para combatirlas. Como silbar fuerte cuando llegaba al barrio, para que ningún ruidito me suene extraño mas allá de mi silbido; o que se me cruce un gato, o que se abra la ventana de repente. Todas esas cosas las valoro en el desarrollo de esta película, valoro esa instancia de entendimiento con Daniel (de la Vega). El guión estaba desarrollado, pero en ningún momento se quitó la posibilidad de que se modifique desde las actuación.
—¿Hacer dos papeles te demandó un esfuerzo extra?
—Disfruté mucho de la etapa de realización, que fue dura, porque fueron ocho semanas donde yo estaba todos los días en el set, ya sea como Dante, como Tomás, o hasta los dos en la misma escena, incluso hay veces que se uso un doble parecido a mí para que replicara los textos que hacía. Fijate que el elenco no es multitudinario, por eso hubo mucho diálogo con la dirección. En los últimos años, cuando hago protagónicos, yo decido no ensayar, sino acordar algunas cosas con la dirección y filmar. Para mí la verdad la termina dando siempre el set, donde uno filma, ésa es la única verdad.
—¿Por qué "Necrofobia"?
—La necrofobia en sí, que es la fobia a los muertos, es un disparador para contar muchas otras cosas, o para que el espectador tenga una amplia posibilidad de cerrar los temas en donde más le gusten. No es una película cerrada, y esto es muy de género, el género abre, y las películas bien hechas no le dan todo servido al espectador.
—¿De este modo el espectador termina completando su propia versión de la película?
—Es que el cuento no esta aristotélicamente contado, hay una posibilidad en la que el espectador tenga un rol más activo en lo que se quiere contar, en ese sentido es inteligente la película, porque se tira información y el espectador la cierra a su manera. Por eso te digo que la necrofobia es el punto de partida, no se desarrolla el tema de la fobia a los muertos, está anunciado al principio y después entramos en esta suerte de infierno de Dante con él mismo y con su hermano gemelo. Hay momentos en que no se sabe qué es alucinación y qué es realidad, y eso suma mucho. No te cuenta el cuento para que te vayas con el principio, el desarrollo y el final, siempre está abriendo, es una película bastante psicótica para el espectador.