Luis Machín siempre estuvo cerca. Actor prolífico y versátil si los hay, el rosarino es profeta en su tierra en cada visita. Y la frase no es caprichosa: esta vez, el actor vuelve a la ciudad para presentar “La última sesión de Freud”, donde interpreta a Sigmund Freud en un cruce con el escritor C.S. Lewis (personificado por Javier Lorenzo), en el cual las dos figuras debaten sobre Dios, la muerte, la sexualidad y la guerra. La obra se presentará el sábado 29 a las 20, y el domingo 30 de abril (con dos funciones a las 19 y las 21.30) en el Teatro Fundación Astengo.
“Me parece que la obra nos interpela mucho. Porque cada vez es más difícil hablar con alguien que tenga certezas diferentes a las de uno”, anticipa Machín en diálogo con La Capital.
“La última sesión de Freud”, escrita por el dramaturgo estadounidense Mark St. Germain, y versionada y dirigida por Daniel Veronese, imagina un encuentro entre dos hombres disímiles: el escritor y teólogo C.S. Lewis (autor de la famosa saga de “Las crónicas de Narnia”), y el racionalista padre del psicoanálisis Sigmund Freud.
Sobre el final de su vida, y mientras batallaba contra el cáncer, Freud buscó reunirse con diversas figuras con las que tuviera un profundo disenso. A partir de esto, St. Germain figuró un escenario posible: el día en que Inglaterra y Francia le declaran la guerra a la Alemania nazi, el 3 de septiembre de 1939, un veterano Sigmund Freud de 83 años invita a su casa de Londres al joven y brillante C.S. Lewis, que había combatido en la Primera Guerra Mundial y posteriormente se había convertido al cristianismo (anglicano). En esa jornada histórica, el rey Jorge VI de Inglaterra dio su famoso discurso donde dijo: "Con la ayuda de Dios, prevaleceremos". En el encuentro, entramado entre datos y fabulaciones, Lewis intenta convencer a Freud de la existencia de un Dios, ante lo inexplicable de la guerra y del fascismo.
En épocas de fuertes polaridades ideológicas y de algoritmos que nos proponen constantemente interactuar con aquello con lo que ya acordamos, “La última sesión de Freud” hace un planteo llamativo por lo inusual: la voluntad de enfrentarse al disenso del otro. Es justamente allí donde Machín ve una de las mayores potencias de la obra.
“En una sociedad que está totalmente mediatizada, donde podés tener la información que quieras en cinco segundos, es cada vez más compleja la posibilidad de mirarte con el otro, de establecer un contacto más allá de lo inmediato”, asegura el actor, que rescata a la vez la temporalidad del diálogo entre los personajes, y del encuentro colectivo en una sala de teatro.
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En "La última sesión de Freud", los dos personajes debaten sobre Dios, la muerte y la sexualidad.
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“Uno piensa entonces en estos dos hombres encontrándose a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, que podían morir en ese momento si caía una bomba, y así y todo haciéndose tiempo para discutir posiciones diametralmente opuestas. Porque si hablamos de grietas creo que no hay una más grande que entre la ciencia y la religión”, dice Machín sobre un texto que conoce por todos los costados. Es que el rosarino ya había estado al frente de la obra en 2012, solo que aquella vez se puso en la piel de C.S. Lewis mientras que Jorge Suárez hizo lo propio con Freud.
Machín encuentra resonancia con ambos personajes, y no solo por haber interpretado a los dos, sino por su trayectoria vital como ex católico y como persona psicoanalizada. “Fui militante de la Acción Católica durante muchos años en mi infancia y mi adolescencia, y me hizo mucho daño la religión a mí. Coletazos que aún sigo padeciendo. Agradezco a Freud haber dejado el psicoanálisis para reponerme de muchas cosas, no sólo de lo religioso sino también de lo biográfico”, cuenta el actor. Volver a las tablas para encarnar al padre del psicoanálisis tiene para Luis un significado de casi “revancha” con su propia historia.
Desde su re-estreno a comienzos de enero de este año, “La última sesión de Freud” tuvo una exitosa temporada de cuatro meses en el Teatro Picadero de Buenos Aires y espera similar performance en la gira. Para Machín, el estrecho vínculo de Argentina con el psicoanálisis tiene mucho que ver con esta respuesta del público: “Hace un rato bromeaba y decía ‘En Rosario el que no es psicoanalista, se psicoanaliza. En lo personal, me ha sacado y me saca de momentos de mucha angustia. Yo soy un agradecido del psicoanálisis”, insiste el rosarino.
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"Soy un agradecido del psicoanálisis", dice Luis Machín, que encarna a Sigmund Freud.
Además, el actor considera que esta abrumadora recepción del público echa por tierra la “suposición genérica” de que, después de la pandemia, la gente sólo se volcaría masivamente a ver comedias. “‘La última sesión de Freud’ demuestra que no. Que hay un montón de gente que cuando es incentivada a pensar y a detener el tiempo de otra forma, va a verlo”, elabora Luis.
En torno a esta obra, la intertextualidad trasciende el diálogo entre la religión y la terapia psicoanalítica e incluye al hecho teatral en sí mismo. Hay algo en la dinámica ritual de las tres que se asemeja. “La religión, el psicoanálisis, la actuación. Son pequeñas puestas en escena si uno se lo pone a pensar. La confesión, la sesión de terapia, pone en escena algo que te excede, algo que querés sacar”, evalúa el actor.
“Yo le digo a mi psiquiatra que es mi sacerdote laico. Y en la actuación, uno está rebotando todo el tiempo en su propia cabeza y también está exorcizando. Y ahí tenemos otro vínculo con lo religioso. A los actores se nos compara a veces con los chamanes. Esa cosa de atraer una fuerza sobrenatural, superior, que pasa por el cuerpo”, piensa Machín.
Finalmente, retomando la cuestión de las redes sociales y su ineludible relación con el tema de la obra (el diálogo en disenso), el rosarino es contundente en su postura: “Yo tengo sólo Instagram y he dejado de tener opiniones más vinculadas a mí como ciudadano y la dedico sólo a la difusión de lo que hago. No se pueden entablar debates por las redes. Es una batalla perdida, por lo menos para mí. Yo no tengo ganas de eso”, asegura el actor. Hoy, prefiere posicionarse públicamente a través de su trabajo: “Yo tengo una profesión maravillosa en ese sentido. En mis elecciones de personajes, series, obras y películas, siempre hay opinión, y a partir de eso uno está proponiendo cosas para cambiar, modificar”, concluye.