No es necesario que pasen muchos minutos de "The End of The Tour" para darse cuenta que David Foster Wallace era un hombre infeliz. Además, aparece como un lobo solitario bastante inseguro, viviendo apartado de los humanos junto a sus dos perros, Drone y Jeeves, en un paraje desértico y frío. "The End of The Tour" es la película de James Ponsoldt que recrea la caótica entrevista que el periodista de la revista Rolling Stone David Lipsky le hizo al escritor norteamericano, acompañándolo en una gira promocional de su novela "La broma infinita". Jesse Eisenberg ("Red Social") encarna al periodista y Jason Segel es Foster Wallace. De entrada uno cree ver al Foster Wallace verdadero haciendo de sí mismo. Después uno ve que Segel embrutece un poco al Foster que imaginamos fue en la realidad. La película, muy austera y redondita y jugosa como una naranja de campo, sobre todo se centra en la incomodidad angustiante que envuelve a Foster frente a la posibilidad de dar una impresión frívola y equivocada de sí mismo al periodista que tiene enfrente, y cómo, con el correr de las horas y los días, le toma cariño al reportero. Pero Foster es un personaje tan complejo que todo sentimiento termina convirtiéndose en conflicto y desconexión, un espejo perfecto del vacío existencial en que está encerrado el escritor "maldito" que terminó suicidándose a los 46 años, un breve tiempo después del encuentro con Lipsky. Foster conoció la fama y el reconocimiento gracias al éxito de su novela "La obra infinita", pero fue víctima de sí mismo y de la profunda depresión que arrastraba desde su juventud. El filme simplifica a este tremendo personaje, como si limara sus extremos, pero termina siendo un digno relato.