Emilio y Tadeo son dos puntas de un mismo lazo, pero mientras el personaje de Diego Peretti encarna la parte más violenta y perversa, el que hace Peter Lanzani apunta a la justicia y a la empatía. Todos con el hilo conductor de la fe, en su amplio espectro.
“La verdad es que nos cruzamos poco y nada en esta temporada, pero teníamos a favor que ya sabíamos quién era cada personaje, ya nos habíamos desenmascarado. Así que no necesariamente hubo encuentros para ver cómo íbamos a jugar, pero sí hubo muchos ensayos con Marcelo (Piñeyro), que es un director muy presente y no deja nada librado al azar, y hubo mucha lectura, porque esta temporada arranca unos años más adelante y teníamos que ver qué pasó en ese tiempo, para saber cómo arrancar. Desde ahí, me parece que fue más un trabajo de intuición que cualquier otra cosa”, le dijo Lanzani a Télam.
A su turno, Peretti agregó: “Puede ser que la trama esté muy jugada para un lado y para el otro, pero sin duda que en su dirección, hacia dónde se dirige cada uno de los personajes, se mantiene constante hacia el destino final. En el caso de Emilio, él pasa de una promesa de personaje y en este segundo capítulo es la concreción, donde se gastan todas las balas. Fue poner en acción todo lo que veníamos prometiendo, de alguna manera”.
“Para mí mantienen su esencia pero llevada a extremos”, acotó Lanzani. “Tadeo es un tipo espiritual, bondadoso, pero lo que sí tiene de diferente es que ya está más abordado de todo lo sucedido, ya no es el Tadeo que no sabía cómo afrontar sus situaciones y hasta le ganaba un tartamudeo. Es un Tadeo un poco más plantado, que ya no puede callarse, aunque no busca convertirse en la figura en la que se convierte, porque se lo da la vida misma, y su gran desafío es qué hacer con todo eso”, indicó el actor que compuso al fiscal Luis Moreno Ocampo en “Argentina, 1985”.
emil.jpg
Emilio Vázquez Pena, en la piel de Diego Peretti, es un pastor que asciende a la presidencia de la Nación y potencia sus actitudes perversas y facistas.
Respecto a si consideran que proyectos como el de “El Reino” amplían los límites de lo que se puede contar en el formato televisivo argentino, Peretti dijo que “una de las cosas buenas que tienen las plataformas es que elevaron un poco la forma de narrar y lo técnico, se hizo más rigurosa, más profesional”. “Yo trabajé mucho en TV -agregó- y en el caso de una plataforma como esta los recursos están presentes, podés desarrollar un buen guión con todo lo que querés decir, de una manera más cinematográfica, hecha con más tiempo. Y al hacer algo con más tiempo, te sale algo un poco mejor, en general. Puede no ocurrir, en el arte a veces la menor cantidad de recursos te ayudan a crear algo mucho mejor que si los tuvieras, pero en este caso me parece que funcionó para que la historia tuviera la potencia que creo que tiene”.
“Me parece que en esta serie pudimos ser folclóricos, telúricos e internacionales. En otros casos por ahí ves atravesado un discurso de la plataforma que no coincide con lo que vos querés decir, y ahí se complica. Pueden suceder ese tipo de cortocircuitos, de quita de cultura nuestra en pos de una fórmula internacional abstracta, pero en este caso no ocurre, creo que todo está potenciado, todo está bueno”. “Yo veo películas noruegas o iraníes, que antes ni loco, pero ahora también un noruego puede vernos a nosotros con «El Reino», y eso es un cambio muy importante”, dijo Peretti.
Y Lanzani concluyó: “Las plataformas también buscan la diversidad, de repente a un español le puede interesar ver qué pasa en el conurbano, como acá hay argentinos que ven series españolas. Depende del proyecto y del público que quieras encarar, quizás te «argentinizás» menos en tu relato, pero eso está hasta en las técnicas actorales. Ves una serie yanqui y tienen una manera muy distinta de actuar a la nuestra, son más neutros, como los europeos. Nosotros somos más expresivos, y eso no se va a perder nunca”.