Si faltaba algo para que Cosquín deje de asociarse desde el plano cultural a la Plaza Próspero Molina y al folclore, era justamente un festival del séptimo arte y de rango internacional.
Por Pedro Squillaci
Si faltaba algo para que Cosquín deje de asociarse desde el plano cultural a la Plaza Próspero Molina y al folclore, era justamente un festival del séptimo arte y de rango internacional.
Es que el cine independiente de todo el mundo hace foco en la populosa ciudad cordobesa en una jornada que se extenderá durante cuatro días con competencias oficiales de largometrajes y cortometrajes.
Desde hoy y hasta el domingo se desarrollará la novena edición del Festival Internacional de Cine Independiente de Cosquín (Ficic), en una apuesta que, en palabras del director artístico Roger Koza, apunta a la visibilidad de un cine de identidad. Pero de identidad real, no impuesta por el sistema: "El gusto y la preferencia de las mayorías, si se los piensa a fondo, poco tienen que ver con una elección consciente; más bien, representan la sedimentación de un acostumbramiento sellado por la publicidad y las reglas del mercado que cada espectador siente como propio pero que, objetivamente, no lo es".
El periodista, escritor y crítico de cine del diario La Voz del Interior, de Córdoba, ofreció en diálogo con Escenario una visión precisa del lugar del cine independiente respecto al comercial y remarcó su interés por "vindicar la pluralidad del cine como lenguaje abierto".
—¿Conceptualmente qué representa un festival internacional de cine independiente pero desde una ciudad del interior como Cosquín?
—La singularidad del Ficic consiste en su agenda estética radical, que no se enfoca en una única línea del cine contemporáneo independiente ("Jaula de lluvias", "Pájaros suburbanos" y "En el desierto" en una misma competencia es un ejemplo de la política de programación), lo cual transmite una idea más precisa de lo que el festival y su dirección artística entienden por cine. Es una prerrogativa de un festival pequeño, porque no hay espacio para películas de relleno y en la elección de cada título se juega la identidad del festival. Por cine independiente se entiende aquí toda expresión estética desligada completa o parcialmente de formas de producción suntuosas, poéticas dominantes y temas excluyentes del cine de gran circulación. De lo que se trata es de vindicar la pluralidad del cine como lenguaje abierto.
—¿Hay un cine independiente que puede proyectarse a nivel nacional o internacional por la calidad de los directores de este festival?
—La predicción, incluso para la ciencia, es una operación compleja y susceptible de fracasar. Sospecho que unos 20 años atrás, cuando se vio "Platform" de Jia Zhang-ke en un Bafici nadie hubiera imaginado que Jia habría de convertirse en uno de los 5 directores más sobresalientes del cine contemporáneo. Por suerte, en Argentina se estrenan sus películas. Me animo a conjeturar que el Ficic presenta la ópera prima de su sucesor: "Pájaros suburbanos" es sin duda una película notable de un director debutante, Qiu Sheng. Estoy convencido que en unos 20 años habremos de decir: "Fue en el Ficic de 2019 donde por primera vez se vio en Argentina un film del mejor director chino de su generación".
—¿El cine independiente se puede llegar a abrir al cine comercial y llegar a mayor cantidad de espectadores o suponés que quedaría para salas pequeñas y un público de culto?
—No existe ninguna determinación inicial que circunscriba al cine independiente a salas especiales o pequeñas; tampoco es acertado decir que le interesa solamente a un presunto público de iniciados. El injusto elitismo que suele adjudicársele al cine independiente no reside en dicho cine en sí mismo, pues todo empieza y termina en el hábito y el aprendizaje, y no hay ningún film de Perrone, Oliveira, Moguillansky (por citar directores que tienen películas en esta edición) que expulse de por sí a un espectador curioso. Justamente, un festival de cine independiente debe trabajar en pos de la autonomía del público, para que este pueda ver y sentirse más cómodo con cualquier modo de hacer cine. El gusto y la preferencia de las mayorías, si se los piensa a fondo, poco tienen que ver con una elección consciente; más bien, representan la sedimentación de un acostumbramiento sellado por la publicidad y las reglas del mercado que cada espectador siente como propio pero que, objetivamente, no lo es.
Por Eugenia Langone