Daniel Melero regresa este jueves 17 de marzo a Rosario después de una larga ausencia y, como siempre, está experimentando con nuevos planes. El músico y productor, que ya suma casi 40 años de carrera y que es un personaje fundamental para entender el costado más arriesgado del rock argentino, se presentará esta noche, a partir de las 20.30, en Distrito Siete (Ovidio Lagos 790). Como invitados tocarán Mariano Marcial, referente de la música electrónica rosarina, y Davoogie, que estará acompañando a Melero en toda su gira. El tour se llama “Aleación imprevisible” (título más meleriano imposible) y en los shows el ex líder de Los Encargados prometió “tocar repertorio pero desde un punto de vista actual”.
El presente de Melero pasa por su próximo disco, “Última Thule”, que se lanzará en abril en una serie de tokens no fungibles o NFTs. El álbum es parte del proyecto Qualia, que el músico comparte con el sello Fuxia, y también contempla otros tres lanzamientos que se podrán adquirir en la plataforma Qurable. Los poseedores de los tokens tendrán acceso después a vinilos de edición limitada, pistas para realizar remixes, recitales y conferencias de prensa virtuales.
En charla con La Capital, el que alguna vez se definió como “no-músico” habló del proyecto que ahora absorbe sus días, de las tres décadas de “Colores santos” y de la posible edición (¿a pesar suyo?) de una autobiografía.
—Tu próximo disco va a salir en una serie de NFTs. ¿Qué te atrajo de esta nueva tecnología?
—Lo que me atrajo fueron las personas que lo están ejecutando (el sello Fuxia). De otra forma no me hubiera interesado, porque este disco hubiese salido igual. Sin embargo me interesó la mirada utópica que ellos tienen sobre las cosas, mucho más que la que suele tener un sello discográfico o de management. Además de ser un objeto no fungible también va a existir el vinilo del álbum. Es curioso, lo sé. Pero los formatos de editar música siempre estuvieron reformulándose.
—¿“Última Thule” tiene algún link en particular con obras tuyas anteriores?
—Siempre se me adjudica que cambio de disco en disco, pero yo sinceramente siempre veo el mismo estilo, cante o no cante (risas). En general yo soy víctima de lo que hago y he logrado que esa victimización sea de mediano interés público, y soy feliz viviendo así. Pero si tuviera que ser engreído te diría que no, que no se parece a nada que haya hecho, y se publica porque es interesante para escuchar. Sí, tengo esa vanidad (risas). Esta idea de la serie Qualia se originó durante la cuarentena, revisando material de 2005 hasta hoy. No me parecía muy interesante hacer música nueva en ese contexto de la pandemia. Me sentí mucho más afín con repensar. Las canciones de Qualia son excepciones reformuladas, temas que fueron sometidos a procesos de laboratorio. Hay temas cantados y hay otros experimentales.
—El año pasado se viralizó un video donde se veía a chicos de un colegio en Francia cantando tu tema “Quiero estar entre tus cosas”. Y después esos mismos chicos te hacían preguntas increíbles, muy directas, sobre la historia de esa canción. ¿Cómo viviste esa experiencia?
—Los chicos son el periodismo que más va al hueso (risas). Faltaba solamente que me pregunten qué guardo en la mesa de luz. La experiencia fue muy emotiva, no sólo para mí sino también para mi esposa (a quien está dedicada esa canción de 1994) y para todos mis amigos. Era imposible no emocionarse, y también me hubiera emocionado si hubiera ocurrido aquí en Argentina, aunque el acordeón ese que le puso la profesora fue sensacional, me encantó. Cuando uno va creciendo va teniendo demasiados puntos de vista y perspectivas, y cruzarse así con la belleza más simple es increíble. Jamás pensé que esa canción iba a tener esa extraña repercusión hermosa.
—Volver sobre “Travesti” con esta canción y con la edición del disco en vinilo, por el 25º aniversario del álbum. ¿Te hizo repensar sobre el carácter universal y clásico de esas canciones? “Travesti” es un disco que parece crecer con el tiempo.
—A través de los otros yo siento que eso ocurre, y me resulta gratificante. Yo adoro ese disco como muchos otros que no son tan valorados. Los discos son opiniones del presente, pero aún con errores, nada publiqué si no estaba convencido de que podía ser un legado para el futuro. Creo que en un mundo tan cruel como este, como siempre ha sido, que recuerden un disco tuyo es un lujo, y uno lo tiene que aceptar con humildad.
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Melero en vivo. La gira que lo trae a Rosario se titula "Aleación imprevisible".
—Vos sos un músico muy reservado con tu pasado. Sin embargo, en el documental “Retrato incompleto de la canción infinita” (2020) se pueden ver algunas pocas fotos de tu infancia y tu adolescencia. ¿Estás más abierto ahora a hablar de esas etapas de tu vida? ¿Pensaste alguna vez en escribir una autobiografía?
—El funcionamiento de estas cosas, tanto del documental como de algún otro libro, se basa mucho más en el filtro de las relaciones que uno tiene con las personas con las que te involucrás o vienen a involucrarte en una idea. Casi toda mi vida se trata de eso en gran medida. No es que esté más abierto, todo lo contrario, cada vez es más puntillista la actitud. A ese documental lo vi en una sola oportunidad, porque me da mucho pudor. Según con quién me esté relacionando puedo cometer el error de mostrarme más o menos (risas). Yo soy Daniel, después para la gente soy Melero, para los que no me conocen y a los que les ofrezco esta opinión sonora y a veces demasiado llena de palabras. Ahora que me dijiste que había fotos de mi infancia ya me siento incómodo, porque ni siquiera lo había percibido en su momento.
—No respondiste lo de la autobiografía...
—Lo eludí a propósito (risas). En realidad hay un libro autobiográfico que nunca termina de salir y yo ya estoy contento por eso (risas). Es una autobiografía con un ghost writer, digamos, que se empezó a hacer cuando explotó la pandemia. El tema es que tiene un problema legal: yo podría decir que el libro me pertenece y salir a buscar una editorial, pero yo no hice nada, y ellos tampoco lo editaron. Y la verdad es que estoy tan interesado en esto que estoy haciendo ahora que me parece una pérdida de tiempo pensar en el libro.
—Este año se cumplen tres décadas de la edición de “Colores santos” y de “Dynamo”, los discos que compartiste con Gustavo Cerati y con Soda Stereo y que fueron muy influyentes y movilizantes para una generación de músicos. ¿Qué lectura hacés de esos discos desde el presente?
—Hace unos días escuché “Colores santos” de vuelta, porque ya me siento merodeado por el tema (risas). Y también reescuché “Dynamo” hace unos meses. Lo interesante que ocurre en ambos discos es que hay una vara artística muy alta, de lo contrario nunca hubiesen resultado de esa forma. Nada fue tedioso, por momentos todo fue complejo, la tecnología era otra y la intenciones y las pretensiones... bueno, se querían lograr cosas que sonoramente eran difíciles en términos técnicos. Pero el arte traspasa a los dos discos, y para mí haber estado ahí es un lujo, como lo es también haber participado en discos pequeños que casi nadie recuerda. Haber estado en estos discos fue fascinante. No había espectáculo ahí, había una intención artística.
Gustavo Cerati & Daniel Melero - Cozumel (HQ)