—¿Es la primera vez que hacen un Anfiteatro?
—Sí, la primera vez, pero lo que nos pasó en Rosario nos pasa en toda Latinoamérica. No entendemos mucho la sensación de lo que está pasando. Siempre fuimos mucho de llevar gente joven a los shows, pero ahora se nota más, porque nosotros somos cada vez más veteranos y también es por eso que se nota más (risas). Pero, de verdad, no te miento: el 90 por ciento del público que nos viene a ver son pibes de menos de 25 años.
—Me parece que también tiene que ver que la impronta de ustedes es muy juvenil, con el pulso del hip hop enganchás a los más jóvenes, pero a la vez las letras le hablan a los más grandes. Por ahí eso hizo que confluyan las generaciones.
—Sí, puede ser, a mí me llama la atención también el tema de la conexión con las letras. Ver chicos y chicas de 14, 15, 16 años, cantando letras de un contenido cada vez más filosófico, más psicológico, más rebuscado, y la cantan con una identificación muy alta. Lo veo en los shows en vivo y realmente a mí me pone la piel de gallina. Por ahí te llega alguien que dice tal canción me salvó de la depresión, que tal otra me salvó la vida. Con Argentina nos pasa por todos los códigos culturales y lingüisticos que tenemos en común, pero me llama mucho la atención con el público de lugares como Panamá, Costa Rica, Ecuador y Perú, y me llama la atención para bien, por suerte.
—De todos modos para cantar un tema de Cuarteto de Nos hay que tener una memoria importante, incluso en muchas ni hay estribillo.
—Sí, sí, sí, por eso te digo, soy consciente de eso, y te digo que hay una cuestión como de agradecimiento de toda esa gente de que haya alguien arriba del escenario que cante algo que va más allá del mainstream, de lo que están escuchando siempre. Creo que el Cuarteto al ir por un lugar menos standard, y al ir por un lugar más rebuscado, más raro, y todo eso, lo toman como algo más identificatorio. Me pasó en Guayaquil, que tengo un conocido que es un conductor de un programa del prime time de allá, y me dijo que no podía creer cómo 2000 personas en Guayaquil, jóvenes todos, cantando las canciones del minuto uno hasta el último del show. Y claro, lo que descubrí ahora es que son una secta (risas).
—Ahora bien, siempre hacen temas para pensar, reflexionar, volver a pensar, pero en “Lámina 11”, por si les faltara algo, se metieron con la psicología. ¿Cómo surge esa idea?
—Mirá, para mí el tema de la salud mental, la psicología y el psicoanálisis siempre me interesó mucho, quizá por haber vivido varios acontecimientos de cerca, incluso de familiares y amigos, y me motivó para escribir en determinadas etapas. Acordate de “Bipolar”, creo que era bastante novedosa en ese aspecto. Era 2009, cuando ese tema era tabú, después fue el tema de la canción del Mal de Alzheimer de mi mamá, “21 de septiembre” (del disco “Habla tu espejo”). Es un tema interesante, como tema tabú, como tema subestimado desde muchas realidades tanto de gobiernos estatales o de privadas. Me parece que es una de las cuestiones que conectan un montón con la gente joven. Y me pareció que en la pandemia todo ese tema se vio explotado en la cara de nosotros, como personas, como humanidad, entre otros temas como la soledad, cómo impactó en los niños, en la gente mayor, en la gente que perdió el laburo, es como una enfermedad escondida que está ahí y que va a estar siempre. Entonces no me pareció tan alejado del test de Rorschach, que encima Hermann Rorschach es un artista plástico y me pareció muy loco cómo pudo amalgamar todo esto. Y ese test psicológico se lo hicieron a todos, es de diez láminas, y nos pareció que “Lámina 11” nos identificaba, ese personaje de la canción “Rorschach”, que es el ícono del disco, el personaje medio outsider, medio rebelde.
—El que dice que sólo ve manchas.
—Exactamente, la postura de él es “a mí me quieren hacer que yo vea esto, quieren que yo diga algo, para clasificarme o rotularme de algo, y yo sinceramente sólo veo manchas, y estoy en todo mi derecho de decir que yo veo manchas”. Y tiene que ver con no tener que elegir entre estas dos posturas que están tirando hoy, el negro y el blanco, el a y el b, pero no, hay una escala de grises en todo lo que estamos viviendo en la sociedad.
Cuarteto de Nos | Rorschach (Videoclip oficial)
—Casi como linkeando con este personaje, este es el primer disco de Porfiado, el sello de la banda. ¿Son eternamente porfiados?
—Mirá, es así, totalmente. El Cuarteto de Nos se describe como una banda rara y porfiada, como es la tapa del disco ese que es un niño arriba de un caballo, pero señalando para el lado de atrás. Nosotros nos identificamos siempre con ese personaje, como Rorschach, el personaje que te conté recién, ese es el personaje típico de nosotros, de tratar de ir contra la corriente, de no estar influenciados por cien tipos que andan dando vueltas, y eso marcó al Cuarteto desde siempre. Ha ido cambiando en su propuesta lírica, porque obviamente que empezamos a escribir cuando teníamos 17 años y seguimos casi cuarenta años después. Así que ese ADN está, el ADN porfiado está presente en el Cuarteto.
—Lo paradójico es que a pesar de ir contra la corriente y de ser porfiados están logrando ser masivos, algo que han logrado muchos artistas con caminos más cortos y música más digerible. ¿Lo sienten como un premio después de un camino tan largo?
—Es así, pero tampoco somos unos renegados de la industria, porque queremos vender discos y todo eso, pero sentimos que es una masividad relativa. Somos agradecidos de la convocatoria, de la venta de tickets, de cómo repercutió en la gente y en la prensa, pero lo tomo con muchísimo orgullo, todos en el grupo, y con muchísima responsabilidad. Es un momento muy fuerte, pero, claro, con un camino largo, pero súper disfrutado.
—Ya que hablamos de un artista plástico como Rorschach, hay otro artista plástico como Magritte, que decía que siempre hay algo oculto detrás de lo que vemos. Y es lo que hacen ustedes. Porque acaban de sacar un podcast en el que proponen la convivencia del rock y la filosofía. O sea, nos invitan a escuchar música pero además a que pongamos las ideas en movimiento.
—Sí, sí, tu palabra clave fue además (risas). Porque la música está en un formato pop, pero además, como decís vos, tenemos la posibilidad de poder tomar una canción de disparador con profesores top de Filosofía de la universidad, y es fantástico. Y también pasó con Hernán Casciari, con Gabriel Rolón, y ese plus es tremendo. Yo lo último que haría sería subestimar al público.
Cuarteto de Nos - YENDO A LA CASA DE DAMIAN
—Por otra parte, el humor que usan es clave, dicen grandes verdades con el humor.
—El humor atraviesa todo el grupo, somos así, somos un poco un espejo de las personalidades de las canciones. Pero el humor ha ido cambiando en la sociedad, el humor de los 90 era mucho más directo, hoy ya apuntamos más a a la ironía, hay otros temas que no tienen nada de humor como “No llora”, u otras. Pero no recuerdo quién decía que el humor era una de las acciones más subversivas, mucho más que otras más directas, entre comillas. Pero todo fue cambiando a medida que uno fue cambiando y cumpliendo años, y acumulando experiencias.
—Sos ingeniero en sistemas, entonces, ¿cómo hace un ingeniero para hacer canciones que tienen una ingeniería dialéctica en sí misma?
— Es algo muy particular, no es que tengo una melodía y después le pongo letra, o una poesía que escribo y la musicalizo, no, a mí siempre me nace como un concepto, una idea que tengo en la cabeza, que la voy madurando y asimilando. Me gustaría hablar sobre tal tema, con un personaje, si se escribe en primera y tercera persona, cómo sería, y cuando lo elaboro, ahí empieza a salir todo. Yo estudié y me recibí de ingeniero en sistemas en los 90, de hecho ejercí, me encanta la matemática, la lógica y todo eso. Son dos mundos que colisionan. Pero te digo, yo creo que el ingeniero siempre ha sido bastardeado y tomado como un insensible, pero yo creo que meterme en ese mundo de los números y zambullirme ahí fue un escape de la realidad igual que el mundo de las letras. Es un paralelismo. Meterte a estudiar integrales y cálculos numéricos es huir del mundo que te rodea para irme a un mundo mucho más amigable y abstracto. Y lo mismo le pasa a los escritores con las letras, yo no lo veo tan disociado, quizá porque nunca vi a un ingeniero como alguien tan antipático e insensible.
—De todos modos un show del Cuarteto, bailando toda la noche, es algo disociado de la realidad. El mundo está estallando y todos estamos bailando.
—Es una catarsis, no solo es bailar, pero me llama la atención la cantada de la gente, saltando, pogueándola, es terrible ver eso.
—¿Cuál es la próxima zanahoria?
—Creo que no tengo la menor idea (risas), y es que por suerte nunca nos pusimos proyectos a muy largo plazo. Y eso fue súper saludable, de no crearnos expectativas muy altas. Siempre vivimos mucho el día a día, ahora tenemos muchas ganas de hacer shows, de tocar y todo eso. Pensá que antes no sabíamos si la vida iba a ser como era antes, y ahora arrancó con todo. Así que la idea es tocar y tocar, por un año y medio vamos a estar de gira tocando, después veremos qué pasa. Como que decimos “dejame disfrutar de este momento, dejame disfrutar la zanahoria anterior” (risas).