Antes de convertirse en Sheila Jordan, la pequeña Sheila Dawson cantaba en los clubes de jazz de Detroit, cuando despuntaba la década del 40. Una vez en Nueva York, en los años 50, empezó a actuar junto a Charlie Parker, Dizzy Gillespie, también con el pianista Duke Jordan, con quien luego se casó, y fue amiga de Charles Mingus y Lennie Tristano. Hoy, con 89 años, le cuenta a Escenario que creció pobre, en medio de tristes historias de alcohol y marginalidad. Convertida en una especie de leyenda viva de la época de oro del jazz, Sheila Jordan actuará por primera vez en Rosario esta noche en el Centro Cultural Atlas.
Quienes esperan que cuente públicamente sobre aquellos grandes secretos de la era dorada o dé algunos detalles de los días delirante de Bird, se van a equivocar de cabo a rabo porque Sheila hace oídos sordos cuando se le pregunta al respecto y sólo dice: "¿Tengo mi propia historia así que por qué contar la de alguien más?". Y añade: "Canto desde que era muy joven. Mi vida en Detroit fue muy triste, había mucho alcoholismo en mi familia. Mi madre me tuvo cuando tenía sólo 17 años y entonces me crié con mis abuelos hasta los 14 años. Había poca comida, nada de calefacción y un baño afuera. Puedo decir que la música y cantar me salvaron la vida en aquel momento".
Charlie Parker en algunos de sus conciertos la presentaba como "la cantante con un oído de un millón de dólares". El departamento de Jordan —que era pianista de Parker— por aquellos años se había convertido en un refugio seguro para Bird. En su recuerdo del genial saxofonista Sheila apenas dice: "Aprendí casi todo de Bird; sobre todo a cantar siendo yo misma y no imitar a ninguna otra cantante", y enseguida añade: "Además, estudié con Lennie (Tristano) y fue un gran maestro que me apoyó en conseguir mi propia voz. Sólo recuerdo que yo amaba el bebop y trataba de aprender todas esas grandes canciones del bebop".
Al principio de los años 60, Sheila Jordan realizó sus primeros discos, como "The Outer View" con George Russell que incluye una versión célebre de "You Are My Sunshine". Fue el propio Russell quien propició que se convirtiese en la primera cantante que firmaría un disco en Blue Note. La había ido a ver a Page 3, un club del Village donde actuaba junto al bajista Steve Swallow. Tras haber cantado precisamente "You Are My Sunshine" Russell le preguntó de dónde había salido para cantar de ese modo. "Del infierno", le respondió Sheila. También cantaba a menudo en iglesias; participó en el grupo del trombonista Roswell Rudd, cantó a dúo con Jeanne Lee y aportó lo suyo en la ópera jazz "Escalator over the Hill" de Carla Bley, y seguía trabajando como mecanógrafa en una oficina. Así y todo, el alcohol seguía rondando la vida de la cantante y tuvo que soportar largos períodos de infierno hasta 1978, año en que se alejó definitivamente de la bebida.
En una antigua entrevista, Jordan confesó que se había ido a Nueva York porque estaba cansada de pasar por el departamento de policía. Claro que en Nueva York no la pasaba mejor: era la primera mujer blanca en actuar con músicos negros. "No fue fácil siendo una chica blanca y queriendo estar cerca de la música afroamericana. Siempre fui cuestionada por la policía por andar con mis amigos que eran mayormente afroamericanos. No, no fue nada fácil, pero yo sabía que estaba en el camino acertado y siempre recé porque esas cosas cambien", cuenta a Escenario, y luego sentencia: "Creo que las cosas están un poco mejor hoy pero no del todo bien".
En 1995 el director Cade Burel hizo un documental sobre Jordan titulado "Sheila Jordan: En la voz de una mujer". Además, su biografía, "Jazz Chile: A Portrait of Sheila Jordan", escrita por la vocalista y educadora Ellen Johnson, se publicó en 2014, coincidiendo con su 86 aniversario, y dos años antes había obtenido el reconocimiento Nea Jazz Master. Asimismo, Jordan no sólo canta sino que también encabeza seminarios por todo el mundo, dirige desde 1978 talleres de jazz en el City College de Nueva York, se ocupa con Jay Clayton de los programas del festival Jazz en Julio de la Universidad de Massachusetts y dio cursos en la Universidad Stanford a músicos y cantantes de jazz de primer nivel.
. —¿Cómo fue ser una mujer blanca en una música donde predominaban los negros?
—Por supuesto que muchas veces sentí el racismo, además del odio y la ignorancia que eso trae consigo. Soy descendiente de aborígenes americanos por parte de mi madre. Mi quinta generación de abuela era la reina de Aliqluippa de la nación de Seneva que vivían en Pennsylvania y fuimos muy burlados de chicos por nuestra descendencia aborigen. Nos llamaban "half breeds" (media raza).
—¿Se hizo cuesta arriba vivir plenamente de la música?
—Tuve un trabajo de oficina, escribía a máquina, así que no tuve que preocuparme por cantar para pagar mis gastos. Siempre canté pero no para hacer dinero sino para llenar mi alma con la música que amo. Siempre encontré lugares donde ir y subirme a cantar y, afortunadamente, fui siempre bien recibida en la comunidad jazzística.
—¿Cuáles son los desafíos hoy para usted, a punto de cumplir 90 años?
—Mi desafío hoy es seguir enseñando y cantando esta música que amo, así que cantaré hasta que sólo queden mis huesos.
—En su momento, ¿cómo se llevaba con las cantantes estrellas del jazz durante la era dorada?
—No fui muy amiga de otras cantantes, no entré en sus círculos y nunca me importó porque yo estaba más cerca de los instrumentistas y mi héroe era Charlie Parker. El es la razón por la cual yo canto esta música y no otra cantante.