Riad significa jardín en árabe y es el nombre que tienen las típicas casas marroquíes con un patio central lleno de plantas y alguna fuente. Alojarse en un Riad es una experiencia que sin dudas recomiendo ya que es un oasis en medio de la medina, con desayunos caseros y deliciosos, y la hospitalidad de quienes lo atienden.
El auto pudo ingresar hasta un punto de la ciudad y tuvimos que seguir unos minutos a pie con personal del Riad que vino a buscarnos. Después de caminar con las valijas por angostas calles laberínticas esquivando motos, carros y hasta burros, finalmente llegamos a nuestro Riad. Cuando entramos, el contraste fue inmediato. El sonido relajante del agua que caía en una fuente, un aroma cítrico que venía de algún lado (fleur d'oranger, me dijo el encargado del Riad, una esencia con aroma a flor de naranjo), música suave y una bandeja con té de menta hicieron de ese lugar un refugio en medio del bullicio.
Dejamos nuestras cosas, nos cambiamos y nos fuimos a hacer un Free Walking Tour (tour a pie en el que se colabora a través de propinas). Nuestra guía, una mujer con la cabeza cubierta que hablaba bastante bien en español, nos dijo que íbamos a realizar un pantallazo general de la ciudad, nos contó algunas costumbres de la religión musulmana y nos dijo que en Marruecos se habla árabe, berber y francés.
Después de tres horas de un recorrido más que interesante y que nos fue de gran ayuda, paramos a tomar algo fresco y a descansar de las altas temperaturas. Seguimos recorriendo por nuestra cuenta y a cada paso algún vendedor nos frenaba ofreciéndonos infinidad de cosas, y como si tuviéramos una bandera tatuada en la cara, nos decían: “¡Argentina, Messi, Messi, Maradona!”.
Este no fue un viaje más. Me encontré dejando de lado prejuicios y procurando dejarme atrapar por lo desconocido. Viajar a Marruecos no es ir de vacaciones ni conocer una ciudad, es -definitivamente- una experiencia única.
Qué hacer en Marrakech
Palacio de la Bahía. Su construcción llevó más de una década y fue llevada a cabo por el sultán Abdelaziz Si Moussa. Es una de las obras arquitectónicas más importantes de la ciudad. Los más lindo de observar son los espacios exteriores del palacio.
Plaza Jemaa el Fna. En árabe quiere decir “plaza de la muerte”, ya que era el sitio de ejecuciones en el pasado. Es la plaza central de Marrakech y el lugar más importante de la medina. Es una locura; poco tiene que ver con una plaza tranquila y bien cuidada. Allí podés hacer compras, comer y tomar algo (aunque yo no me animé a hacerlo) o simplemente dejarte llevar por la vorágine del entorno.
El mejor horario para ir es al atardecer. Está rodeada de bares, así que después de atravesarla y descubrirla, es una buena opción sentarte en alguna terraza a tomar algo y contemplar desde arriba el espectáculo mientras ves caer el sol.
La Mezquita Koutoubia. La mezquita más importante de la ciudad. En Marrakech solo pueden ingresar a las mezquitas los musulmanes, pero se puede pasear por sus jardines y apreciar desde afuera. Muchos la llaman “la hermana melliza de la Giralda”, ya que se usó de inspiración en la construcción de la Giralda de Sevilla. Esta mezquita es una típica imagen de Marrakech.
El Zoco. Un laberinto de calles y puestos de compras que debés visitar. Es un mercado caótico, probablemente te pierdas, pero forma parte del encanto de este lugar. Cuenta con más de 2600 puestos que venden ropa, especias, artesanías, comida y objetos de todo tipo. Es la meca del regateo y hay que visitarlo con paciencia.
Tumbas Saadíes. Fueron redescubiertas en 1917 y restauradas por los servicios de Bellas Artes para ser abiertas al público. Son una de las mayores atracciones de la ciudad y una de las más visitadas. Se encuentran en un gran jardín cerrado al que se accede a través de un pequeño pasillo.
Medersa de Ben Youssefe. Una medersa es una escuela musulmana de estudios superiores, especializada en temas religiosos. Además de ser la más importante, es también la más grande del país. El ingreso al patio interior es de una belleza única y cada detalle la hace una obra de arte arquitectónica que vale la pena visitar.
Le Jardin Secret. Un jardín botánico imperdible e ideal para sentarse a descansar. Puede ser difícil encontrarlo porque nada tiene que ver la fachada exterior con la joya que hay adentro. Fue construido en el siglo XVI por el sultán Mouay ‘Abd-Allah y un siglo después fue destruido.
Luego se reconstruyó para ser utilizado como parte de un Riad y cerca de 1934 abandonado. Finalmente, en 2016 Tom Stuart-Smith, un paisajista inglés, lo restauró. Cuenta con más de 80 especies de plantas y es, sin duda, un remanso de paz dentro de la medina.
Hotel Mamounia Palace. Este Palacio – Hotel es realmente impresionante. Originariamente era un palacio y hoy es uno de los mejores hoteles del mundo. Aunque uno no se esté alojando allí, se puede visitar, pasear por sus jardines y recorrer algunos interiores. Claro que después dan ganas de quedarse a vivir ahí.
Plaza de las Especias. Es una plaza que forma parte del Zoco, es más chica que la Jemaa el Fna y vende hermosas artesanías, alfombras y cerámicas. También podés encontrar algún puesto que vende tortugas o camaleones…Sí, así es Marrakech. Pero es una linda plaza para conocer.
Dónde comer
Marrakech está repleta de restaurantes que por fuera no le hacen honor a lo que son por dentro. Son secretos muy bien guardados dentro de la medina. Comida exquisita, decoración impecable, buena música, vegetación y siempre están muy bien atendidos. Mis recomendados son:
L’mida Marrakech. Un restaurante que te deja con la boca abierta cuando subís a su terraza, que es donde se puede comer. Platos marroquíes reversionados en un lugar escondido en la medina, cerca de la Plaza de las Especias.
La Famille. En la zona del Palacio de la Bahía podés almorzar en este jardín bajo la sombra generosa de sus árboles. Comida fresca, vegetariana, una barra de cosas dulces y limonadas. Además, tiene una pequeña tienda de decoración para comprar. Este lugar fue un alivio en un día caluroso y agotador.
Le Jardin Marrakech. A pocos pasos del Jardín Secreto y de la Medersa se encuentra este restaurante, un Riad de los años 60 convertido en un lugar soñado. Mucha vegetación, elegantemente decorado y comida excelente.
Datos útiles
• Moneda: dirham marroquí. Suelen aceptar euros y se puede pagar con tarjeta sin problema
• Idioma: árabe, también hablan francés y berber
• Salud: se recomienda contratar un seguro antes de viajar y no tomar agua de la canilla. Evitar los jugos que venden en las plazas.
• Seguridad: Marrakech es una ciudad segura, pero, como en toda ciudad grande, uno debe cuidar sus pertenencias en lugares con mucha concurrencia de gente.
• Mejor época para viajar: marzo, abril, mayo, octubre y noviembre.