Un buen ejercicio para conocer la Guanajuato y a sus habitantes es sentarse en un bar o en una plaza y ver el ritmo de vida que llevan. Entre las imágenes que entrega la inquietante y temperamental ciudad mexicana subyace la de los jóvenes que pasan sonrientes camino a la Universidad, que recibe alumnos de México y del resto del mundo. Y que encuentra correlato en sus fiestas y ceremonias tradicionales, entre las que se destacan la conmemoración de San Antonio de Padua y las callejoneadas o estudiantinas, una especie de serenata ambulante por la intrincada red de callecitas y túneles subterráneos, que resultan una colorida y, sobre todo, fascinante experiencia para el turista.
La fiesta de San Antonio de Padua es muy popular en esta ciudad, donde, al igual que en todo México, el pueblo es muy creyente. Se conmemora el 13 de junio, pero como la fecha caía lunes y era laborable, lo celebraron un día antes, el domingo 12.
Es una fiesta muy colorida y con gran convocatoria. Arranca bien temprano, alrededor de las 8 de la mañana y se extiende hasta las 20, con un parada en el templo. Ataviados en trajes típicos y de época, entre bailarines, danzantes y músicos participan alrededor de 800 personas en representación de 25 cofradías (barrios), las que recorren una parte de la ciudad, a modo de desfile, bailando y cantando al compás de los tambores en un espectáculo sumamente atrayente para el turista, por el fastuoso despliegue escenográfico y de vestuario y la multiplicidad de colores.
Claro que para que estas personas puedan deleitar con sus bailes típicos, hay más de 2.000 personas que colaboran con el apoyo logístico, como con la comida, el agua, y todo lo necesario para la gente que representa a cada uno de los barrios de la ciudad.
Más acá en el tiempo, con las primeras luces de la noche asoman las callejoneadas o estudiantinas (surgieron en 1962 siguiendo una tradición española), que es un paseo por la ciudad en una especie de serenata ambulante (en esa época se utilizaba para mostrarle su amor a las novias de los integrantes del grupo), donde además de transitar por las calles empedradas y las estrechas callejuelas coloniales de Guanajuato, tocan y canciones y recitan mitos y leyendas populares de la ciudad.
Una decena de músicos con guitarras, contrabajos y mandolinas, ataviados con capas de terciopelo y zapatos de charol, avanzan cantando, seguidos por turistas que, chop y cerveza en mano, y tras haber abonado alrededor de 10 dólares, disfrutan de un paseo por los intrincados rincones de esta ciudad.
“Somos cantores de la tierra más hermosa / traemos canciones de leyenda y tradición / vamos llenando los balcones y ventanas con melodías que nacen del corazón”, reza parte de la letra de “La llamada del amor”, que canta la Estudiantina Liebt Jobel, una de las 20 que hay en la ciudad y que se escuchan a lo largo de estos recorridos que se realizan casi todas las noches saliendo después de las 20 desde la plaza central, el Jardín de la Unión o el Teatro Juárez, y tiene una duración aproximada entre 75 minutos y una hora y media.
También hay una callejoneada para personas de la tercera edad, pero con un trayecto plano, que pasa por la plazuela de San Roque, donde comenzaron los entremeses cervantinos que dieron origen al Festival Cervantino (otra tradición de la rica historia cultural de esta ciudad).
Entre las leyendas más famosas que se escuchan de boca del líder de la estudiantina y los sitios más populares que se visitan están el callejón de las nimas, La Llorona, sobre todo por los túneles subterráneos que cruzan la ciudad, Los monjes, La llegada de la Virgen; y los callejones de Cantaritos, El Beso, Cabecita, Salto del mono, del Puente, el de La cachetada, del Estudiante y uno aún más estrecho que el del Beso, al que le llaman del arrimón.
Compartir leyendas es parte de la rica historia de esta ciudad, pero, como los mexicanos dicen, “venir a Guanajuato y no callejonear, es como no haber estado nunca aquí”.
J.M.P