Rosario Central dejó atrás los 10 días de estadía en Montevideo y como en cada final de pretemporada hay un balance para hacer de lo realizado en Uruguay. Por cómo se dio todo y porque creen que se cumplieron con los objetivos planteados, las sensaciones que les quedaron al cuerpo técnico fueron las mejores de cara al inicio de un semestre que se las trae, en la que tendrá el desafío de la defensa del título de la Copa de la Liga, pero también la participación en la Copa Libertadores de América, aunque eso vendrá casi como una segunda etapa, cuando el torneo local ya esté llegando a su fin.
Por allí la única mancha que pudo haber aparecido en el campamento canalla fue la tensión que generó en el cuerpo técnico, especialmente en Miguel Angel Russo, la situación de Jaminton Campaz, pero el DT lo manejó a su manera.
Por lo demás, hubo tiempo para todo, para trabajar desde lo físico, pero también para que el fútbol fuera uno de los pilares de esta pretemporada. Algo similar sucedió hace un año en Chile, en aquella estadía que incluyó un primer paso por La Serena y después por Santiago. No hay nada que garantice el éxito, pero en esta ocasión se trabajó prácticamente de la misma manera, y eso es lo que lleva a pensar que el retorno a Rosario haya sido con las mejores sensaciones.
La pelota rodó
Las pretemporadas de ahora no son como las de antes, en las cuales la pelota aparecía recién sobre el final. Y Central fue a Montevideo a buscar rodaje futbolístico, algo que logró al cabo de los tres partidos que disputó, ante Liverpool, Colo Colo de Chile y Defensor Sporting. Fueron esos tres encuentros los que le permitieron a Russo cumplir con el objetivo que siempre tuvo en mente: que la mayoría de los jugadores pudieran sumar la mayor cantidad de minutos posible. Y la rotación de los futbolistas de un partido a otro e incluso dentro de un mismo partido, ya que fueron muchos los jugadores que tuvieron la chance de jugar. Claro, algunos lo hicieron más que otros y en eso mucho tuvo que ver la condición física de cada uno, pero lo importante fue que el DT pudo ver en acción a varios, especialmente a aquellos que venían con muy poco rodaje desde el semestre pasado. Las conclusiones sobre lo que aportó cada uno correrán por cuenta del propio entrenador.
La convivencia, elemental
Para Russo la armonía del grupo es una pata fundamental en el armado de un equipo y en cada pretemporada lo que busca es justamente eso, que todos y cada uno de los integrantes de la delegación puedan estrechar lazos que vayan un poco más allá de lo estrictamente futbolístico. Hace un año, en Chile, el objetivo de Russo fue claramente apuntar al armado del grupo porque se trataba de un proceso que recién se iniciaba, en el que era necesario no sólo el conocimiento entre los jugadores, sino de los futbolistas con el cuerpo técnico. Ahora la cosa fue distinta porque ya hay un grupo armado, al que se le sumaron, por ahora, tres caras nuevas, pero para el DT canalla nunca está de más apuntalar la convivencia. Y en ese aspecto lo que se trajo de Uruguay fue la sensación de haber cumplido también ese objetivo.
El físico tuvo lo suyo
Fueron importantes los minutos de fútbol, pero en esta estadía hubo también mucho tiempo para la base física que además se busca en cada pretemporada. Es que salvo los días de partido, siempre hubo tiempo para esos trabajos cuyo réditos se verán ya con el correr de las fechas. El ejemplo más claro está en lo que fue la previa de cada partido amistoso. El día anterior siempre el plantel se entrenó en doble turno, algo totalmente impensado en medio de una competencia oficial. Por eso, fue hasta lógico que en los partidos se notara algo de la dureza de los músculos que venían bastante cargados. Incluso hubo una jornada de trabajo en la arena, donde se exigió como en el gimnasio, sólo que para el profe Jorge Rey era indispensable que el grupo cambiara el entorno. Lo cierto es que no todo fue fútbol en Uruguay, sino que hubo bastante tiempo dedicado a la base física también.
Diez días con tres refuerzos
En el rubro refuerzos hubo cosas de las buenas y otras no tanto, pero lo más destacado fue la presencia de al menos tres futbolistas que llegaron en este mercado de pases y que Russo los pudo tener desde el principio. Mauricio Martínez, Franco Ibarra y Agustín Bravo se subieron al micro en Arroyo Seco y por eso fueron parte de los diez días de trabajo y convivencia. El contexto ideal siempre es que el DT tenga a todos los refuerzos en el inicio de la pretemporada, pero se sabe que eso es imposible, para Central y para cualquier club del fútbol argentino. En un momento pareció estar cerca la posibilidad de que Jaminton Campaz pudiera sumarse a la concentración en Uruguay, pero lo hará directamente en Rosario. Igual, no se trata de un refuerzo, sino de alguien que ya conoce el grupo a la perfección. Algo similar sucedió con Abel Hernández, pero el uruguayo, si se concreta su llegada, también se sumará en los próximos días.
El pibe Ocampo ganó terreno
Como en cada pretemporada, hay jugadores que ganan o pierden terreno. En Central hubo un futbolista en particular que no estaba en el radar de nadie y que fue uno de los pocos que jugó los tres partidos como titular. Es el caso del juvenil Elías Ocampo, quien realizó la primera pretemporada con primera división. Es volante ofensivo o delantero y Russo lo utilizó como marcador de punta, por iniciativa de Hugo Galloni, quien lo conoce muy bien. “Es toda de Galloni”, dijo Russo. Esto no quiere decir que el chico de 19 años vaya a ser tenido en cuenta por el DT ya en este torneo, pero fue sin dudas uno de los futbolistas a los que mejor le sentó la estadía en Montevideo. Russo confirmó que seguirán buscando un lateral por derecha, pero en el mientras tanto, Ocampo estará ahí, a la espera de que en algún partido de local pueda llegarle la hora del debut.